De este Evangelio, resaltamos esto que dice Jesús: "Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón, está lejos de mi". Estás palabras
revelan lo que Dios piensa de su pueblo: que le honra en el Templo pero que al
salir “pasa de Él". La cuestión es que, sin la Palabra anidada en el
corazón, todo intento de verdadera conversión, fracasa porque los siete pecados
capitales se hospedan en él. Cuando guardamos la Palabra, los pecados
capitales, también están en nuestro interior, pero encadenados por la Fuerza de
Dios que reside en el Evangelio de su Hijo, como dice San Pablo (Rm 1,16).
No es lo mismo que nuestra querencia
al pecado esté sujeta por el hilo de nuestros buenos propósitos, que por la
cadena que es la Fuerza de Dios. Es cierto que aun así podemos tener caídas,
pero cada vez serán menos y también menos graves.
Dios nos da la " fórmula "para ser cada día más fuertes frente a
toda tentación; la tenemos en uno de los Salmos; os la paso: "Si hoy
escucháis mi voz, no endurezcáis vuestro corazón..." (Sl 95,7b- 8).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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