sábado, 25 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Dom. V Cuaresma Señor, yo creo, pero aumenta mi fe. (Jn 1,44)

 


Cuando Jesús llegó a la casa de Marta y María, por la muerte de su hermano Lázaro, Marta le dijo: ¡Si hubieses estado aquí no hubiese muerto...! Jesús la dice:  " Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees esto?" Marta le responde que sí y que cree que puede devolver la vida a su hermano.

  Sin embargo, cuando Jesús está frente a la tumba de Lázaro la fe de esta mujer, se tambalea. Ya han pasado cuatro días desde su muerte y el olor por la descomposición del cuerpo es notorio. En aquel tiempo, sin los avances médicos de hoy, la declaración oficial de una  defunción se hacía a partir del tercer día de su aparente muerte, ya que entonces empezaba la descomposición del cadáver; por eso dice Marta a Jesús: " Ya huele mal, estamos en el cuarto día " .

 Jesús la responde: ¿No te he dicho que si crees verás la Gloria de Dios?  A continuación, resucitó a Lázaro. Las dudas de Marta revelan lo que se llama el combate espiritual de la fe.

  Cuando permanecemos firmes en la fe, también cuando dudamos o nos sentimos en tinieblas, veremos, cómo Marta y María, la Gloria de Dios, es decir lo que puede hacer y hace por nosotros. Por ejemplo, cuando acogemos las Palabras de Vida del Evangelio y habitan en nuestra alma, ella, como dice el Salmo 131, está como un niño destetado en el regazo de su madre... en el regazo de Dios. 

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

jueves, 23 de marzo de 2023

«Contigo por la vida, siempre»

 

El próximo día 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada por la Vida. Una jornada que va cobrando cada vez más importancia a medida que la vida se ve amenazada.

 Esperando su consentimiento, el ángel Gabriel anunció a María que sería la madre del Hijo del Altísimo, justo nueve meses antes de su nacimiento, el 25 de diciembre. Esta es la fiesta de la “Encarnación”, la verdadera Navidad: desde su concepción, Jesús es ya Dios-con-nosotros, Enmanuel. El Hijo de Dios también fue un “cigoto”, un embrión, un feto, y como tal, se unió “en cierto modo” a todo ser humano que se encuentra en esa situación: Se hizo se semejante en todo a nosotros menos en el pecado (cf. GS 22).

Es llamativo celebrar esta fiesta navideña en torno a la Semana Santa. Esto nos hace ver que la “cuna” y la “cruz” se iluminan mutuamente: la vida que recibimos como don adquiere todo su valor cuando la entregamos. Y, cuando hablamos de “entregar” la vida, no nos referimos al suicidio o al deseo de morir, sino a hacerla fructificar en favor de los demás.

 Hace unos días, un medio de comunicación nacional decía que el Tribunal Constitucional afrontará la revisión de la Ley de la eutanasia de España porque “el valor de la vida no es un valor absoluto”. Si bien la vida es para entregarla y gastarla por un bien superior, es difícil de entender que unas leyes positivas y de consenso sean las que puedan determinar el valor de la vida, dependiendo de la edad, de las limitaciones, del estado de desarrollo…

 El derecho a la vida no es un derecho que conceda el Estado y que se determine por votación mayoritaria (como ir a votar a los 18, o recibir pensión a los 65). La vida es un hecho, más que un derecho; es un don y el Estado no lo puede dar, aunque se apropie la capacidad de quitarlo.

 El artículo 15 de nuestra Constitución dice que “todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral”. Esto constituye un auténtico logro de la humanidad porque defiende que nadie merece morir. La vida, incluso de los asesinos, de los prisioneros de guerra, de los forasteros, de los diferentes, de los enfermos, de los ancianos… es igualmente valiosa, y no es negociable según las circunstancias personales o sociales.

 Si se resquebraja este principio se pueden dar muchas excepciones e interpretaciones. ¿Por qué no sé van a cuestionar en otras ocasiones? Por eso el lema de la Jornada este año es “Contigo por la vida siempre”. Este “siempre” significa desde la concepción hasta la muerte natural. Y “contigo” significa acompañar y cuidar la vida, especialmente cuando más se necesita. A veces entendemos una vida digna como una vida independiente, y cuando no nos valemos por nosotros mismos somos descartables. El papa Francisco repite en varias ocasiones que el nivel de humanidad se mide por el cuidado y el respeto que tenemos con los demás, especialmente a los más vulnerables.

 ¿Cuál es el nivel de crecimiento en humanidad que tenemos los hombres de hoy? A veces parece que vamos hacia atrás como los cangrejos: asistimos a guerras que parecían ya superadas con los foros de diálogo y negociación en los organismos internacionales; volvemos a legalizar la muerte, aunque ahora no la llamamos ejecución por una pena, sino derecho por una dificultad. Todo lo que destruye una guerra hay que reconstruirlo después, pero las vidas perdidas no podemos devolverlas. Hay acciones que no permiten una segunda oportunidad, son para siempre. Que no nos equivoquemos para mal, sino que concedamos el beneficio de la duda para bien.

El día 26, en la parroquia Nuestra Señora de Fátima de Cáceres, tendremos la eucaristía diocesana por la vida organizada por la Delegación Familia y Vida, pero en todas las parroquias se rezará especialmente por el respeto a este don que nos viene directamente de Dios.

 

Con mi bendición,

 

+ Jesús Pulido Arriero

Obispo de Coria-Cáceres

 

miércoles, 22 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Los pequeños de Dios (II) (Mt 11,25-30)

 


Que Luz tan profunda tuvo que recibir Jesús de parte del Padre, para exclamar: "Te bendigo Padre porque has escondido estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños..." La explicación de

"estas cosas, que son las cosas santas de Dios “la encontramos en este pasaje del Libro de la Sabiduría: "Los que guarden santamente las cosas santas serán reconocidos como santos...deseas pues mis palabras, ansiadlas que ellas os instruirán " (Sb 6,10-11).

  Jesús está diciendo que el Misterio de Dios está oculto a los sabios e inteligentes según el mundo y que Él se lo revela a sus hijos, a sus pequeños. Sondeemos unas palabras de Jesús   acerca de quienes son sus pequeños; me refiero al texto (Mt 19,13-22).

  En los primeros versículos vemos que los Apóstoles intentan apartar unos niños de Jesús para que no le molesten, pero Él aprovecha esta circunstancia para decirles: " Los que son como ellos heredarán el Reino de los Cielos “Para Jesús los niños...los pequeños de Dios son aquellos que acogiendo sus palabras en su corazón -como María- le dicen: Aquí estoy.

  Continuamos leyendo el pasaje y vemos a un joven rico que desea seguir a Jesús, pero cuando le dice que debe de escoger entre Él y sus bienes, se echa atrás, es decir no creyó que Jesús sería el garante de su sustento. (Mt 6,25...).

   Los sabios según este mundo, dada su frustración por no haber creído, como los pequeños - en las palabras de Jesús, descargan, como El mismo dijo, su odio contra ellos (Jn 15,18).

  

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 20 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Los pequeños de Dios I (Mt 11,25-30)

 


 Que Luz tan profunda tuvo que recibir Jesús de parte del Padre, para exclamar: "Te bendigo Padre porque has escondido estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños..." La explicación de " estas cosas, que son las cosas santas de Dios“ la encontramos en este pasaje del Libro de la Sabiduría:  Los que guarden santamente las cosas santas serán reconocidos como santos...deseas pues mis palabras, ansiadas que ellas os instruirán " (Sb 6,10-11).

  Jesús está diciendo que el Misterio de Dios está oculto a los sabios e inteligentes según el mundo y que Él se lo revela a sus hijos, a sus pequeños. Sondeemos unas palabras de Jesús   acerca de quienes son sus pequeños; me refiero al texto (Mt 19,13-22).

  En los primeros versículos vemos que los Apóstoles intentan apartar unos niños de Jesús para que no le molesten, pero Él aprovecha esta circunstancia para decirles: “Los que son como ellos heredarán el Reino de los Cielos “Para Jesús los niños...los pequeños de Dios son aquellos que acogiendo sus palabras en su corazón - como María - le dicen: Aquí estoy. 

  Continuamos leyendo el pasaje y vemos a un joven rico que desea seguir a Jesús, pero cuando le dice que debe de escoger entre Él y sus bienes, se echa atrás, es decir no creyó que Jesús sería el garante de su sustento. (Mt 6,25...)  Los sabios según este mundo, dada su frustración por no haber creído, como los pequeños - en las palabras de Jesús, descargan, como El mismo dijo, su odio contra ellos (Jn 15,18).

 

Seguimos el Miércoles....

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

domingo, 19 de marzo de 2023

En el taller de la vida: aprender a ser padres

 


 Seguimos avanzando de modo imparable en este año que estrenábamos tres meses atrás. Marzo ventoso nos acerca una festividad que es entrañable en nuestro imaginario social y cristiano en torno al día del padre. Por eso es pertinente señalar el ataque que la paternidad humana está sufriendo en este momento, y que no es simplemente un episodio fragmentario de una batalla coyuntural, sino que tiene mucha más envergadura y pretende desplazar el orden de las cosas que se inscribe en la ley natural y en la historia de la humanidad, de las que forman parte la revelación judeocristiana y la tradición cultural y religiosa a la que pertenecemos. Quienes pretenden deconstruir esa historia imponiendo ideológicamente una alternativa desde un nuevo orden mundial, sabe que ha de tocar los grandes núcleos que representan la vida, la familia y la educación, y dentro de ellas tres la misión que se reserva al varón y a la mujer con su vocación y misión complementaria, no rivales en una dialéctica de trinchera entre hembrismo y machismo.

 La historia de la humanidad representa el viaje de vuelta desde que salimos de aquella casa con forma de jardín, en el edén de la primera mañana. Aquella belleza y bondad, quedaron trucadas y truncadas por un pecado de origen cuando el hombre porfió al mismo Dios queriendo ser como Él, como colega que mercadea, en vez de hijo que agradece. Ante la belleza manchada y la bondad envilecida, Dios no se fue a otra galaxia para probar mejor suerte con otras criaturas debidas a sus manos creadoras, sino que se quedó con nosotros reconstruyendo nuestra historia.

 En esa historia aparece la figura de un carpintero, aparente actor secundario de una trama de salvación. La paternidad que Dios confía a José respecto de Jesús, no es otra que la de cuidar la vida que el Señor pone en sus manos, no la que pudieron haber hecho ellas jugando a lo prohibido con sus mañas de artesano. La vida es un don, no una conquista, no es cálculo que se nos antoja para asegurarnos los planes o caprichos egoístas. Esa es la vida que Dios quiso que José custodiara: la de su esposa María y la del hijo que virginalmente ella había concebido y que él asumió fiándose de Dios que le anunció también a él la gracia que le incumbía. José acepta el acompañamiento de María y de Jesús, sabiendo que ninguno le pertenecían. Es dar la vida por la obra de otro.

 A san José se le recordó que hay una Vida con mayúsculas que no la hacemos nosotros, ni depende de nosotros, que tan sólo podemos acompañarla porque es un milagro su aparición y será también un milagro su último destino. Sólo los que saben que todo nos es dado, sólo ellos pueden vivir en estupor respetuoso y agradecido, porque toda la vida es una gracia inmerecida, toda la vida es un don regalado.

 En este contexto celebramos el día del padre y al mismo tiempo el día del Seminario, puesto que los futuros sacerdotes participan de esa paternidad que reconocemos en San José.  Creemos que hay una fecundidad diferente, que no nace de la carne ni del amor carnal, pero que igualmente da frutos desde la paternidad y maternidad espiritual. En este sentido, en la festividad de San José pedimos también por los llamados a ejercer la paternidad espiritual como sacerdotes y por los que se forman en los seminarios que un día ejercerán esa paternidad ministerial. También a ellos Dios les confía la vida de tantos modos como hiciera con San José: no es la gracia que hacen sus manos, aunque sean éstas las que la repartan, y la palabra divina que anuncian sus labios no nacen de su particular vocabulario, pero Dios ha querido distribuir en esas pequeñas manos el don más infinito, y balbucir en esos titubeantes labios la verdad más luminosa. Con inmensa gratitud celebramos el día del padre y el día del seminario, pidiendo a Dios por la preciosa misión que paternalmente se les ha confiado.

 

+ Jesús Sanz Montes

Arzobispo de Oviedo

sábado, 18 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Dom. IV (Jn 9,1-41) ¡Señor, quiero verte!

 


Hoy vemos que Jesús cura a un ciego de nacimiento.

 Nos llama la atención los signos que utiliza para dar la vista a este hombre. Se agacha, coge un poco de barro, lo mezcla con su saliva y lo aplica a sus ojos. Entonces dice al ciego:  ve a lavarte a la piscina de Siloé; en ella se purificaban los judíos antes de entrar en el Templo. El ciego obedeció a Jesús y se curó de su ceguera.

  Fijémonos en estos signos de Jesús:  se agachó, descendió del Padre y se hizo hombre, (Jn 1,14).  Tomo barro - nuestros pecados- en sus manos y lo mezcló con su saliva. Su saliva simboliza su Palabra; de hecho, un hombre que por enfermedad no pudiese segregar saliva no podría emitir palabra alguna pues tendría la boca seca.

 La Catequesis de este pasaje es tan fuerte como sublime. El hombre puede llegar a ver, oír, palpar...saborear a Dios con los sentidos del alma, como decía San Agustín, cuando las palabras de Jesús alcanzan nuestras entrañas y las guardamos en el corazón.  (1 Jn 1,1-3).

  Los fariseos de siempre, como mucho, las oyen solo como dato académico impidiendo así que alcancen sus corazones, de ahí que sus vanidades se vayan enquistando en ellos atrofiando los sentidos propios de su alma.   Cuando Jesús dijo a sus discípulos, de todos los tiempos, id por todo el mundo y predicad el Evangelio, les y nos estaba dando el poder - inherente al Evangelio- de abrir los sentidos del alma de quienes lo acogen para poder así “verle, oírle, saborearle...etc. "

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

jueves, 16 de marzo de 2023

«Una cuestión social: tutelar la vida y la familia»

 



La ciencia y los avances científicos están brindando unas posibilidades inéditas hasta ahora para mejorar la existencia de todos los hombres —como subrayó en alguna ocasión Benedicto XVI—, pero, al mismo tiempo, la vida está amenazada en numerosos lugares del mundo, también aquí, en España. Muchas veces «el ideal democrático, que es verdaderamente tal cuando reconoce y tutela la dignidad de toda persona humana, es traicionado en sus mismas bases» —en expresión de san Juan Pablo II— y la vida se convierte es la nueva frontera de la cuestión social (cf. Evangelium vitae, 20).

 Asimismo, no podemos obviar que la vida se gesta en la familia y que esta es un bien en sí; es la que muchas veces da un rostro verdaderamente humano a la sociedad. El matrimonio es una alianza: «un hombre y mujer constituyen un consorcio de toda la vida» que, como muy bien nos dice el Código de Derecho Canónico, está ordenado al bien de los que unen sus vidas y a la «generación y educación de los hijos» (can. 1055). La Iglesia no puede dejar de anunciar que el matrimonio y la familia son patrimonio común de la humanidad.

 Pensemos en la importancia que tiene la familia cristiana en estos momentos de la historia. No es una cuestión secundaria hablar de esta realidad en la que todos hemos venido a este mundo. Sabemos que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios para amar. De tal manera que solamente se realiza plenamente a sí mismo cuando hace entrega sincera de sí a los demás. Además, como ya he escrito en otras ocasiones, la familia es un ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor. ¿Qué es lo que necesita más este mundo? ¡Qué belleza tiene la familia! ¡Cuántas experiencias fundamentales hemos vivido en la familia! Ciertamente es un bien para los pueblos, es fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro para quienes la inician, para los esposos, y también para los hijos. Los discípulos de Cristo no podemos olvidar que Él es la fuente suprema de la vida para todos, también para la familia. Nos lo ha dicho Él: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 12-13).

 En esta línea, la familia también es escuela de libertad y responsabilidad. Junto a la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más importantes, especialmente en momentos como el actual, es la de formar personas libres y responsables. No olvidéis los padres cristianos asistir a ese encuentro privilegiado con Cristo en la Eucaristía dominical; ese encuentro crea un vínculo estrecho y es la mejor forma de transmitir la fe.

 

Con gran afecto, os bendice,

 

+ Carlos Osoro Sierra

Cardenal arzobispo de Madrid