lunes, 30 de junio de 2025

Partiendo la Palabra En ti me refugio, Señor (XI)

 




 Hoy vemos a Jesús que, abandonado por todos, se refugió en su Padre. Terminada la Última Cena, va con Pedro, Santiago y Juan al Huerto de los Olivos, donde Judas va a consumar su traición. En cuanto hombre, es tal su abatimiento, que súplica a los tres Apóstoles:

" Mi alma está triste hasta el punto de morir...”

¡Velad conmigo! (Mt 26,38). Ninguno de los tres pudo confortar a Jesús; estaban tan abatidos, que fueron vencidos por el sueño. Su comportamiento nos parece monstruoso. No nos precipitemos.

Este acontecimiento es una Catequesis esencial para los que emprendemos el Camino del Discipulado. Llega un momento en el que damos un salto de calidad, desde la Fuerza de Dios: el salto más Divino que humano a la Fe Adulta. Lo damos cuando estamos en situaciones extremas, y nadie puede     ayudarnos. Momentos increíblemente dolorosos, si...pero también gloriosos, porque será nuestro Padre quien nos va a ayudar y confortar, como ayudó y confortó a su Hijo.

 Lucas en el mismo pasaje, nos dice que, en el abatimiento extremo de Jesús, su Padre, se puso junto a Él, le confortó, por medio de un Ángel (Lc 22,43). Esta es una Catequesis bellísima que se cumple en Jesús y en todos sus Discípulos. La aclaro: es   justamente porque tenemos garantizada la ayuda de Dios en toda prueba sea cual sea, que podemos decir como Jesús y con Jesús: " Aquí estoy, Padre mío, para hacer tú voluntad...” (Sl 40,8-9). 

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

sábado, 28 de junio de 2025

Partiendo la Palabra Fiesta de San Pedro y San Pablo (Mt 16,13-19)

 


 ¿Quién soy yo para ti, Señor?

 

Pregunta Jesús a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?... Pedro responde: ¡Tú eres el Cristo, él Hijo de Dios vivo! He ahí la Belleza y Grandeza insondable de nuestra Fe. Dios, es Amor (1 Jn 4,16).

El salmista sabe que Dios es Amor, por lo mucho que hace por él (Sl 57, 2-3). No hay mayor desprecio a la propia vida que confiar la en las manos de dioses muertos como son: las riquezas, la fama, el poder...etc. No es que estas realidades sean nefastas en sí, pero si te engalanas con ellas, el resplandor que un día te sedujo se va apagando. Son dioses que no pueden hacer nada por ti, porque su inanidad les hace impotentes, como confiesa el Salmista: "Los ídolos de las naciones son apariencia: Tienen boca y no hablan, ojos y no ven, oídos y no oyen..." (Sl 135,15-17...) Poner nuestra vida en ellos es hipotecarla en manos de quienes no son nada ni nadie. Busquemos al Dios Vivo, y revirtiendo la pregunta de Jesús, digámosle: Señor... ¿Quién soy yo para ti ?:

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

miércoles, 25 de junio de 2025

Partiendo la Palabra En ti se refugia mi alma, Señor. (X)

 




Veamos la relación de Jesús con sus discípulos a la luz del Apóstol San Pedro. Gracias sobre todo a él, hemos podido saber que la fuerza de todos los Discípulos de Jesús fue fruto de las Gracias de su resurrección y no de un fanatismo sectario.

Nos servimos del Salmo 91 que contiene una bellísima profecía-promesa acerca de la Fuerza que tuvo Jesús para vencer al mundo. (Jn 16,33 ). En este Salmo, encontramos la clave de la victoria de Jesús y también la nuestra sobre el mal que nos rodea. Como profetiza el Salmista en ese Salmo, Jesús no devolvió mal por mal, no por cobardía, sino porque dejó que fuese su Padre quien le hiciese justicia.

Leamos parte de este Salmo: "Verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu defensa" (Sl 91,9). He ahí la razón inapelable de nuestra victoria. Ante el odio del mundo (Jn 15,18...) le encomendamos a Dios nuestra causa.

El profeta Jeremías da fe de esta ayuda divina y nos lo hace saber: "Él Señor está conmigo, como fuerte guerrero...a ti mi Dios, he encomendado mi causa" (Jr 20,11-12).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariammadreapostoles.com

lunes, 23 de junio de 2025

Partiendo la Palabra En ti me refugio, Señor (IX)

 



A lo largo de estas Catequesis hemos visto a hombres, con mil problemas, se dirigen a Dios, en sus situaciones extremas, con súplicas como: ¡Dios mío, mírame que mi vida está en peligro, protégeme que me refugio en ti...etc.! .

Son personas que sufren a causa del mal, el odio...etc. que se cierne sobre ellos. Esto me lleva a pensar en David, autor de casi todos los Salmos cuando, impulsado interiormente por Dios se prestó a enfrentarse en un duelo a muerte contra Goliat, quien confiando en su enorme corpulencia retó, en nombre de su dios, de oro y plata, a Israel pueblo del Dios vivo. Sólo David, apenas un pastor, sin ningún adiestramiento para combates, se adelantó y dijo: Aquí estoy. Goliat al verle le despreció por su insignificancia; además apenas llevaba la honda, con la que defendía sus ovejas de las fieras. Goliat, repito, le despreció, pero David le dijo: "Tu vienes a mí con tu enorme fuerza y tus temibles armas; yo voy a ti en Nombre de Yahvé, nuestro Dios... y lanzando una piedra con su honda le abatió (1 Sm 17, 40...).

 La Catequesis es tan clara como bella. Sólo podemos vencer al mundo, si tenemos en nuestras manos la Piedra angular: el Señor Jesús. Piedra Angular que tiene un nombre: Su Santo Evangelio.

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com.

viernes, 20 de junio de 2025

Fiesta del Corpus Cristi El Pan que te da la Vida (Lc 9,11b-17)

 


 

 Celebramos hoy la institución de la Eucaristía, celebrada por Jesús, en la noche que dio inicio a su Pasión. Noche en la que se dejó entregar y que, en el día siguiente, ofreciéndose como Víctima perfecta, derramó su Sangre para perdón de nuestros pecados (Mt 26,27).

Veamos este Amor inconcebible de Jesús al hombre, a la luz del arrepentimiento del rey David, de sus pecados de adulterio y asesinato. Profundamente dolido y arrepentido, súplica así, a Dios: ¡Lávame, Dios mío y quedaré más blanco que la nieve! (Sl 51,9, b).

 David representa al hombre dominado por sus pasiones de todo tipo, pero también representa a los que sin excusas oran así a Dios: Lávame a fondo de mi culpa, limpia mi pecado. (Sl 51,4 ...) La oración de David, nace de un corazón sincero:  Se está dejando reconstruir por Dios. Veamos como perdona Dios nos perdona a la luz de la visión que tuvo San Juan del Cielo:

"...Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero” (Ap 7,14).

 Aunque el demonio nos "martillee" por los pecados de nuestra vida pasada, sepamos, que una vez confesados, hemos sido lavados y purificados con la Sangre de Jesús, el Cordero Inocente. Esto es lo que celebramos en la Eucaristía. 

P. Antonio Pavía 

Comunidadmmariamadreapostoles.com

miércoles, 18 de junio de 2025

Partiendo la Palabra En ti me refugio Señor (VIII)

 


Oigamos esto que Dios dijo a Israel al llegar al Sinaí después de tantas maravillas que hizo a su favor: "Habéis visto lo que he hecho con los egipcios; como os he llevado sobre alas de águila y os traído hacia mi" (Ex 19,4).

 Pensémoslo: Dios liberó a Israel de Egipto, le sostuvo y mantuvo en él desierto y no les dijo: ¡Sois libres, crecer, prosperad, etc.…! todo eso se da por supuesto y vale para cualquier pueblo.

Lo que llama fuertemente la atención son sus últimas palabras: "... Os he traído hacia mí ". Si, Dios se erige como garantía de Israel. Garantía que más allá de sus cuerpos, abarca sus almas y por eso fue en el Sinaí donde Dios les dio los "Diez Mandamientos". Las diez Palabras...que son y serán siempre la Vida de sus almas, la Savia de su Alianza de Salvación (Dt 4,13).

 Alianza expresada bellísimamente por Él mismo en estos términos: "Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo " (Ex 6,7).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 16 de junio de 2025

Partiendo la Palabra En ti me refugio Señor (VII)

 



 

Oímos a un salmista lamentarse porque su vida no vale nada a los ojos de los que le odian. Herido y afligido pide a Dios que abra sus oídos a su clamor, porque su alma está colmada de humillaciones. Su vida se tambalea hacia el abismo, y desdichadamente, cree que es ya una persona acabada. (Sl 88,1-5...) Sabemos que el mal existe, es más, nosotros tenemos conciencia del mal que hemos hecho: violencias, ofensas, murmuraciones, rencores, calumnias...etc. Es un mal que nos recuerda lo que dice Jesús: " Que él príncipe de este mundo -que nos induce-, es homicida" (Jn 8,44).

 Satanás, príncipe del mal y de la mentira, seduce y arrastra a sus "siervos", para que arremetan, movidos por envidias, contra los discípulos de Jesús. Y … ¿Qué podemos hacer, cuando nuestra alma sufre desgarradoramente a causa de este odio enfermizo?

 La respuesta es solo una: JESUS. Si, … El, siempre que creamos en su Evangelio, en el que encontramos promesas como esta, por ejemplo: " Venid a mí los que estáis cansados y abatidos…y encontrareis descanso para vuestras almas.

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com