miércoles, 18 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (IV)

 



Que estremecedor tuvo de ser el impacto de David, al saberse elegido por Dios, a pesar de sus enormes caídas. También al considerar la inmensidad del Universo, con sus innumerables estrellas y satélites, por lo que apenas pudo decirle: ¿Que es hombre para que te acuerdes de él? (Sl 8,5).

A la Luz de la perplejidad de David, nos acercamos a Pedro. ¡Cómo tuvo que quedar su corazón al oír al Hijo de Dios vivo esta pregunta tan irreal como inconcebible:

¿Me amas? El Creador pregunta a un simple y débil hombre que sí le ama. Creo que el mismo Jesús tuvo que sostenerle, pues fue una pregunta, cómo para caer fulminado por un infarto. Jesús se lo preguntó y al mismo tiempo acarició su corazón con su mirada tranquilizándole. Nos parece bellísimo, pero hay más: La pregunta de Jesús es también dirigida a ti, a mí; a todos los que tan débiles como Pedro hemos emprendido el camino del Discipulado, porque tenemos Sed de Dios y queremos ser suyos.

No nos desanimemos ante nuestra debilidad. La propuesta de Jesús para ser sus Discípulos, va acompañada con su Fuerza que somete nuestras carencias.  Es la Fuerza que emerge de su Santo Evangelio como nos dice Pablo (Rm 1,16...) 

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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