sábado, 10 de febrero de 2024

Partiendo la Palabra D. VI T.O. (Mc 1,40-45) Limpia mi alma Señor




 La lepra en la Biblia simboliza la inmundicia que deja en el alma la idolatría. Este Evangelio nos presenta un leproso que conmueve el corazón del Señor, al decirle: ¡Si quieres, puedes limpiarme!  La humildad de este hombre es entrañable. Sabe que Jesús es el enviado del Padre para sanar sus y nuestras heridas, haciéndose cargo de ellas como estaba profetizado. (Is 53, 5...) Al oír Jesús la súplica del leproso, cargada de fe y confianza, le respondió con indecible ternura: Quiero, ¡queda limpio! Son varias las veces a lo largo del Evangelio, que Jesús repite este " Quiero " que nos limpia interiormente y nos santifica.

  Sondeamos este quiero de Jesús, está vez al Padre, que dio paso a nuestro rescate del Maligno. Me refiero al grano de trigo que es arrojado a tierra, muere y da fruto. (Jn 12, 24...). Él es este grano de trigo. Jesús, sabiendo que estaba ya próxima su inmolación dijo:

"Ahora mi alma está turbada y qué voy a decir Padre, líbrame de esta hora? ¡Pero si he llegado a esta hora para esto!". (Jn 12, 27).

  ¡Bellísimo y liberador este! ¡Quiero de Jesús al Padre que nos abrió la puerta del Cielo! El Quiero que dejó permanentemente abierto su corazón para acogernos en un interminable abrazo. 


P. Antonio Pavía

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