Ante la conversión de San Pablo, nos asombramos de su bellísima relación con él Señor Jesús, propiciada por su reacción al oír que le dijo: "Yo soy Jesús a quien tu persigues" (Hech 9,5). La reacción de Pablo fue determinante. No dijo a Jesús: Voy a hacer esto o lo otro. Esto, tarde o temprano se va diluyendo ante el cansancio y las pruebas. Pablo habló a Jesús, como su Señor; por eso le dijo: ¿Qué quieres que haga?
Los fariseos de todos los tiempos, deciden según sus criterios, lo que van a gustar hacer por Dios; los discípulos de Jesús se abren a lo que Él quiere de ellos y como verdaderos hijos de María le dicen: Hágase en mí, lo que de mi quieres. Pablo intuyó en unos segundos eternos, que su relación con Jesús debía de tener el sello de los que "escuchan y guardan sus palabras" (Jn 14,23). Solo así, Él podría ser su Maestro y su Buen Pastor.
P. Antonio Pavía
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