En el Evangelio de hoy nos fijamos en lo que dijo Andrés a Simón después de
su encuentro con Jesús: ¡Hemos encontrado al Mesías! …y le llevó donde Él.
Jesús fijando en él su mirada le dijo: No te llamarás ya Simón sino Pedro, que
significa piedra. Jesús anticipó lo que le diría tiempo después: "Tu eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16,18). La mirada de Jesús
atravesó el alma de Pedro iniciando así la creación de un corazón nuevo, como
estaba profetizado (Ez 36, 26...).
Es el nacer de nuevo que Jesús
anunció a Nicodemo, aunque el "pobre" a pesar de que era Doctor de la
Ley y conocía esta profecía, en ese momento, no lo entendió (Jn 3,3-4 ...) Esta
mirada de Jesús a Pedro siempre le acompañó. Mirada que tuvo especial
relevancia y cuando nuestro amigo le negó tres veces. Nos dice Lucas que
después de las negaciones, Jesús maniatado se cruzó con él y volviendo su
rostro le miró…Pedro se deshizo en lágrimas. (Lc 22,61-62) Lloró transido de
dolor porque su impotencia le impidió serle fiel.
Damos un salto y vemos a Pedro a punto de morir. Está Crucificado boca
abajo. Rebosa de gozo, la mirada de Jesús continúa grabada en su alma y está
orgulloso de "tener la Fuerza de poder dar su vida por El ". Y
nosotros: ¿Estamos pendientes de la mirada de Jesús? Es su mirada la que crea
en nosotros el Discipulado, con la Fuerza de "dar nuestra vida por El y
por su Evangelio, sabiendo que ya disfrutamos las primicias de la Vida Eterna
(Mc 8,35).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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