Nos adentramos en el encuentro que tuvieron Jesús y la
samaritana, narrado por Juan. Esta mujer, creía en Yahvé, pero tenía vacíos en
su fe propios de su adhesión a los ídolos de Samaria, que provocaban el desdén
de los judíos. Jesús, compadecido de ella le dice: ¡Si conocieras el don de
Dios y quién es el que te pide dame de beber, me pedirías a mí la abundancia de
aguas vivas!! (Jn 4,7-10).
Jesús, sin cubo
para sacar agua del pozo, le ofrece agua recién brotada de un manantial,
mientras que ella apenas, después de mil esfuerzos, consigue llenar su cántaro
con agua no exenta de parásitos. La samaritana, a pesar de su fe deforme,
conoce las Escrituras, por lo que le vendría a la mente esta profecía de
Isaías. " Aquel día -el del Mesías - sacaréis agua con gozo de las fuentes
de la salvación"(Is 12, 3).
No sabemos que pasó en el corazón de esta mujer, pero
intuimos que la mecha humeante de su alma fue avivada, fogueada por Jesús (Is
42,3) … de ahí su súplica: ¡Señor dame de beber de esa agua para no tener más
sed...!
El miércoles, si Dios quiere, veremos la bellísima
concordancia que existe entre esta mujer y Pedro en el sublime encuentro que
tuvo con Jesús a orillas del mar. Encuentro en el que Jesús le preguntó: ¿Me
amas...?
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario