Hoy vemos a Jesús que emerge de las aguas del río Jordán en su Bautismo, al tiempo que se abren los cielos y resuena la Voz del Padre:
"Este es mi Hijo amado en quien me complazco” El motivo de esta
exultación de Dios Padre es comprensible: la inmersión de su Hijo en las
aguas y su emersión de ellas, es un canto profético de su victoria sobre la
muerte. Victoria que proclama la voluntad de Dios que "quiere que
todos los hombres se salven" (1 Tm 2,4).
El Evangelio nos anima a caminar por el mundo arropados por esa alegría de la que Jesús dice: "nadie os la podrá arrebatar" (Jn 16,22) Es la Alegría propia de los Discípulos de Jesús y que destella, a pesar de vivir los sufrimientos que nos invaden igual que a los demás: enfermedades, penurias, soledad, decepciones...etc. Padecemos nuestras dosis de males, pero no se sobreponen a la "Cercanía de la Presencia que nos habita" (Jn 14,18).
P. Antonio Pavía
Comunidadmariamadreapostoles.com
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