"Está Voz no ha venido por mí, sino por
vosotros".
Jesús está iluminando a sus discípulos, de todos los
tiempos, acerca de la cerrazón de Israel ante la Voz de Dios que no deja de
insistir en que aparque su terquedad y acoja su Voluntad. Oigamos por ejemplo
la exhortación que le hace por medio del salmista: "Si hoy escucháis su
voz, no endurezcáis el corazón...como hicieron vuestros padres en el
desierto... (Sl 95,8-9).
Dios hizo
maravillas en su pueblo, sacándoles de Egipto, en el desierto, en la conquista
de la Tierra Prometida.... etc. El hecho es que con frecuencia también nosotros
vamos tras nuestras palabras, en detrimento de las de Dios. El hecho es que
dejamos de lado el cuidado de Dios a cambio de los caprichos del corazón.
Fijémonos que Jesús hacía milagros: curaba leprosos, ciegos, sordos...etc.
Eran milagros que profetas como por ejemplo Isaías,
señalaban la autenticidad del Mesías. Aun así, no creyeron en Jesús. La
cuestión es que para creer verdaderamente en Jesús hemos de caminar juntos con Él,
como discípulos suyos. Es entonces cuando El hace en ti su Obra Maestra: El
Discipulado. Obra que hace con sus propias manos.
Me explico: nosotros somos barro. Jesús con un cariño
entrañable toma el barro en sus manos, que son su Evangelio, y poco a poco;
Catequesis tras Catequesis va perfilando en nosotros a sus Discípulos
Amados". Y atención; nos va moldeando por medio del Evangelio como dice
San Pablo (Rm 10,14-17)
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario