Sabemos que los buscadores de Dios -
siempre los ha habido y los hay- encuentran en los Salmos ese resplandor
diáfano que iluminando sus entrañas les abre a la Trascendencia. Hacemos
nuestro el gozo de este salmista que le impulsa a gritar así a Dios: ¡En tu Luz
vemos la luz! Juan nos dice: " Dios es Luz, en Él no hay tiniebla alguna
" (1Jn 1,5).
La pregunta aflora como una flecha: ¿Cómo llegamos a ver la Luz de Dios? No con los ojos de la cara sino, como dice
San Agustín, con los del alma; y antes que él San Pablo escribió: "Que
Dios Padre de Jesucristo, el Padre de la Gloria, os conceda espíritu de
Sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente, iluminando los ojos de
vuestro corazón..." (Ef 1,17-18).
Es cierto, Dios abre los ojos interiores de sus
buscadores; de los que le buscan con todo el corazón y con toda su alma por eso
cuando le encuentran es normal que: " le amen con todo su corazón con toda
su alma y con todas sus fuerzas..." (Dt 6,4-6)
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario