A la luz del combate entre David y Goliat, que vimos el lunes, analizamos el combate que libramos los discípulos de Jesús contra el mundo, sabiendo que este tiene sus propias armas: seducción por ambiciones, poder, honores, gloria, culto a la mentira...etc. mientras que nosotros solo contamos, aquí resplandece nuestra fe, con la piedra angular que es Jesús. Es un combate que a veces nos desanima, pero que a la larga causa impacto en los no creyentes al ver, no nuestro fanatismo pues eso les hace reír, sino nuestra filial confianza en Dios. Impacto e incluso sorpresa al constatar por sí mismos, que vivimos lo que proclama Pablo, que: " Está fuerza tan extraordinaria no viene de nosotros, sino de Dios" (2Co 4,7).
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