Todos sabemos que los buscadores de
Dios, que siempre los ha habido y los habrá, encuentran en los Salmos ese
resplandor misterioso - no mágico - que alcanza sus almas provocando el anhelo,
recubierto de esperanza, de su propia trascendencia.
Hacemos nuestro el gozoso
descubrimiento del salmista que le mueve a decir lleno de júbilo a Dios "
En tu Luz vemos la luz ". Dice Juan a este respecto: " Dios es Luz,
en Él no hay tiniebla alguna " (1 Jn 1,5b).
De todas formas, nos preguntamos: ¿Cómo alcanzamos a ver la Luz de Dios, evidentemente, no con los ojos de la cara,
pero si con los del corazón?
Escuchemos a Pablo: "... Que
Dios Padre de Jesucristo, el Padre de la Gloria, os conceda el espíritu de
Sabiduría para conocerle perfectamente, iluminando los ojos de vuestro
corazón..." (Ef 1,17-18)
Es cierto; Dios abre los ojos interiores de los que le
buscan con todo su corazón y con toda su alma... (Dt 4,29).
Seguimos el miércoles.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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