Nos abrimos a la parábola del sembrador que bien conocemos. Jesús es la Palabra del Padre, nosotros la tierra en la que Él siembra su Evangelio: Camino, Verdad y Vida. Nuestra tierra no es totalmente apta para dar fruto. Tiene otros "pretendientes" que encontraron acomodo en ella: abrojos espinos, piedras...etc. que simbolizan el amor a este mundo con sus vanidades. Es una tierra que puede incluso recibir la Palabra, pero es como si esta no fuera con ella; por eso no da fruto. Sin embargo, los sabios según Dios, aprovechan la Vida y la Fuerza propias de la Palabra, para deshacerse de esos pretendientes que convierten su tierra en un erial.
Miremos a María nuestra Madre. Ella es la buena tierra que ante la Palabra que Dios le anuncia y propone, aparca sus razonamientos y le dice: ¡Aquí estoy, Haz tu Palabra en mí!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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