sábado, 1 de julio de 2023

Partiendo la Palabra Dom. XIII (Mt 10,37-42) Junto a ti Señor

 


Podemos afirmar que absorbemos en nuestro interior el espíritu de aquel o aquello que nos seduce; es decir que un hombre llega a ser lo que es, según la medida y calidad de la seducción a la que se ha abrazado. Incluso para los no creyentes en Dios, dado qué negar su existencia, no implica que no sea real, su esencia vital, y esto vale para todos, es moldeada por quién le seduzca: Dios o el mundo.

 El problema, el gran problema, es que, si bien el mundo es seductor, su línea ascendente de atracción tiene sus límites, que dan paso al declive tan vertiginoso como cruel, como nos dice primero Isaías y posteriormente Pedro: "Toda carne es como hierba, todo su esplendor como flor de hierba, se seca la hierba y cae la flor” (1 Pe 1,24).

 Ante esta realidad más que evidente, ¡¡la Buena Noticia es ... la seducción de Dios! Seducción que no sólo no tiene límites, sino que crece más y más...hasta alcanzar la Vida.

 Esto es lo que Jesús nos dice hoy: "El que encuentra su vida, que tiene fecha de caducidad, la perderá; el que pierda su vida por mí, la encontrará." Si, la encontrará: recibe la Vida que Jesús tiene en sí mismo, junto a su Padre (Jn 14,2-3).

 

 P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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