Una de las frases más comunes, que en distintas formas encontramos en la Escritura es: "En tus manos está mi vida Señor”.
Hoy vemos a los apóstoles que se ven sorprendidos por una violenta tempestad en el mar. Tienen el viento en contra y la barca zarandeada por las olas (Mt 14,22-33). Nuestros amigos están angustiadísimos cuando de pronto oyen la voz de Jesús: ¡¡No temáis, soy yo!! Pedro quiere asegurarse de que no son víctimas de un delirio colectivo y grita: Si eres tú Señor, déjame ir hacia ti sobre las aguas. Jesús le dijo: ¡Ven! Apoyado en esta Palabra de Jesús: “¡Ven!”, Pedro empezó a caminar hacia Él. Mientras sus ojos estaban fijos en Jesús sus pasos fueron firmes, pero a un cierto momento se asustó por la fuerza del viento que como he dicho lo tenía en contra y comenzó a hundirse.
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