domingo, 8 de mayo de 2022

Visos de cercanía

 

 Estaba recorriendo el Antiguo Testamento... Y una de dos, o nos enviaba otro “diluvio” o venía a la tierra a sanear nuestro podrido corazón.  

Y lo hace: Nace, nos enseña, nos deja el perdón, Muere, Resucita, nos abre el cielo, nos hace sus hijos y se nos da a Sí Mismo en la Eucaristía... Ya no puede hacer más, lo tenemos todo.  

Pero fijaros si nos conoce que habiéndonos dado todo, sabe que debe regresar y será la última vez ¡Con razón! ¿Alguien lo duda? Pues se lo dijo a Juan (Ap 22,8-21) y a Pedro (3,1-13). Y lo Escrito se cumple en toda su magnitud.

Qué triste que las mentes no recapaciten ¡Ojalá y lo hicieran!, llevamos muchísimos años deseando un poco de coherencia mundial... Malditos los que consigo arrastran al infierno y los que amenazan con destruir la tierra.     

Por las noches miro al cielo a ver si se pone colorado, del color del fuego -no de arena del desierto- con grandes estruendos y extrañas tormentas. Gracias a los que rezan porque aún hay tiempo, pero su Venida es CIERTA.

Y como es cierta, no sé cómo adecuar el Apocalipsis a los tiempos venideros -todo está fatal- pero lo de las ventanas cerradas, los días de oscuridad, las velas y los “anticristos” con nombre y apellido, me cuadra; en cambio lo de los caballos de colores, los jinetes y los bichos con cuernos... Es que no se me ocurre.      

¡Qué miedo!!!      

Emma Díez Lobo

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