viernes, 27 de mayo de 2022

SANTA MARIA DEL SILENCIO

  Enséñame, ¡oh Madre del Señor!

A callar si la caridad va a quedar dañada si hablo.

A no hablar mal de nadie,

A callar siempre que el hablar sólo traiga crítica destructiva, vergüenza o difamación del hermano.

A llevarme unos

Enséñame:

A callar lo negativo, lo malo, lo que avergüenza al hermano si hablando falto a la caridad y no defiendo cuantos secretos a la tumba.

A no callar cuando mi silencio sea una fraternal reprensión, una disconformidad con lo incorrecto, lo deshonesto o difamatorio que se está diciendo.

la justicia o al inocente.

El silencio de la aceptación interior sin rebelión interior y en la paz del corazón.

A callar, a sufrir, a amar y aceptar en el silencio que se confía en Dios.

Enséñame:

A orar en lo escondido, a dar limosna en lo oculto, a vivir santamente en el decoro del silencio del corazón.

A caminar entre silencios, aunque no a solas, sino acompañado del Señor y de los hermanos.

Que no olvide nunca que a Dios se va por el hermano. Enséñame a hacer silencio exterior, pero, sobre todo, el silencio interior de pensamientos inútiles, ilusiones imaginarias, deseos irrealizables, preocupaciones y agobios excesivos.

Enséñame:

A cultivar el silencio, fuente de inmensas energías y ambiente necesario para las más arriesgadas decisiones.

El silencio para entenderme a mí.

El silencio para poder escuchar y entender al hermano.

El silencio, los desiertos, las pobladas soledades donde únicamente me puedo encontrar con Dios y “conocer a Dios”.

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