lunes, 9 de mayo de 2022

A ti levanto mi alma

 


El Salmo 85 refleja el sufrimiento de un hombre pobre y desvalido que no tiene más amparo que Dios y a El acude.

 Hombres perversos y soberbios se ceban con él; a pesar de ello nos lega unas perlas preciosas de la más sublime espiritualidad. En vez de arremeter contra estos desalmados que le acosan, fija su mirada en el Cielo y dice: "Levanto mi alma hacia ti, Señor..." A la luz de la riquísima fuerza interior de este israelita orante - figura profética de Jesús- nuestros ojos se vuelven hacia El que despiadadamente despreciado y humillado se mantuvo fiel al Padre, a la misión que le había encomendado; nuestra salvación es fruto de esta su fidelidad.!

 Cuantas veces abrumado por tanta ignominia y falsedad diría al Padre: ¡Levanto mi alma, saciada de burlas, hacia ti, Padre mío! En el colmo de la necedad humana, Jesús fue crucificado; fue entonces cuando grito estremecido: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Los discípulos de Jesús, que como El somos odiados por el mundo (Jn 15,18...) levantamos también con frecuencia nuestra alma herida al Padre; en la escena final de nuestra misión entre los hombres la levantamos por última vez y colmados de júbilo le decimos: ¡Padre, levanto mi alma hacia ti! ¡En tus manos encomiendo mi espíritu! Inmediatamente nuestro Padre tiende amorosamente sus manos para acogernos. 

   

P. Antonio Pavía

 https://comunidadmariama.blogspot.com/

 

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