Después de la Comunión, en ese ratillo que Jesús aún está conmigo, Le dije: “El miércoles nos vemos en el hospital, espero que vaya San Francisco y San Antón. ¡Ah!, espera, primero se lo digo a tu Madre que siempre me lo dices.
No, no me contestó, si lo
llega a hacer “me quedo en el sitio” ... Pero me fui tranquila a casa. Esta vez
mis oraciones son por mi amada y chiquita “Roma” (así se llama).
Qué bueno es quedar con
ellos que, aunque no los vea, sé que a mí sí y me escuchan; para algo está la
Fe. Y, por cierto, si mi “nena” no saliera adelante, no debo angustiarme, quedaría
en manos de los Santos que tanto amaron a los animales.
Me alegro de ser católica
porque siempre tienes a Alguien a quien rezar y procurarte una sensación de confianza.
Hay tanto por lo que pedir... De a “poquitos” voy pidiendo y la esperanza te invade.
Solo nos pasa a los católicos, tenemos más suerte que nadie.
Con la Comunión, María, los Santos
y las oraciones que nos enseñaron, hacemos la vida. No hay religión tan llena
de amor como la de Dios, y no puedo respetar ninguna otra que ignore La Palabra
en su magnitud ¡Están empobrecidas!, no llevan al cielo sin Confesión ni Eucaristía.
A ver si se convierten y
tienen la suerte de poder ir con la Corte Celestial a todas partes ¿Hay algo
mejor para entrar en un hospital?
Emma
Diez Lobo
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