Jesús, alegóricamente, nos da unas pistas sobre el fin del mundo. Los sensacionalistas solo ven predicciones, teorías en incluso cábalas.... cuando la intención de Jesús es otra: Jesús nos alerta a que vivamos en la tierra con la mirada puesta en Dios, porque en realidad, al morirnos, se acaba el mundo para nosotros. Fijémonos en lo que dice Pablo: "Aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior, se renueva cada día" (2 Co 4,16).
Partimos estas palabras de Jesús:
"Cielo y tierra pasarán, mis palabras no pasarán” y así es, porque
"son Palabras de Vida Eterna" (Jn 6,68).
Veamos esta promesa a la luz de la
elección de Pedro. Jesús encontró a Pedro y Andrés a la orilla del mar y les
dijo: "Venid conmigo y os haré llegar a ser pescadores de hombres", es
decir, discípulos míos. (Mc 1,17). El verbo hacer, en la Escritura es sinónimo
de crear, así en algún Salmo leemos: Dios hizo el cielo y la tierra"...etc.
Damos un salto y vemos a Pedro después de haber negado por tres veces a
Jesús. Su dolor es indecible. Jesús ha resucitado. Pedro sabe que no es digno
de Él, pero aun así le espera, cosa que no hizo Judas, que sí la hubiese
esperado como Pedro, también habría sido perdonado. Pedro en su humildad,
sabe esperar a Jesús, quien viniendo a su encuentro le pregunta por tres veces:
¿Me amas? Pedro con el alma trastocada le responde: Señor, sabes que te amo.
Jesús, el que hoy nos dice: Mis Palabras no pasarán, ¡¡es decir!! ¡¡Las
cumpliré!! dijo entonces a Pedro: Apacienta mis ovejas. En ese momento le
confió la misión de ser...El Buen Pastor para las ovejas que iba a poner en sus
manos. Así es: sus palabras no pasarán, las cumple en nosotros llevando a su
término la llamada al Discipulado que nos hizo, como llevó a término la llamada
hecha a Pedro.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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