miércoles, 6 de noviembre de 2024

Carta a la solidaridad

 



 

       Querida y apreciada solidaridad: Qué admirable es tu nombre, pero inmensamente mejores tus hechos y acciones. Te escribo para darte las gracias por el ejemplo que estás dando en estos días a causa de la DANA en esta bella tierra valenciana. Gracias por tu edificante alma. Gracias por ser un referente social. Gracias por la lección de vida. Tú siempre estás ahí dispuesta, vigilante día y noche, haga frío o calor, llueva o escampe, no aguardas a que te llamen, pues te presentas sin ser invitada y todos agradecemos tu “intrusismo”. Eres como un poliedro de infinitas caras porque infinitas son tus actividades: lo mismo te presentas con aspecto juvenil pletórico de fuerzas que vives en la débil ancianidad de noble voluntad. No te quejas, aunque te fatigues, sacas fuerzas de flaqueza, siempre sonriente para empapar las lágrimas de los damnificados o afectados. Tu lema es ayudar. Pero no eres jactanciosa, no presumes de hacer, sino que por el contrario quieres, por humildad, pasar desapercibida. Todos te queremos y no tienes enemigo alguno, –bueno, sí, uno, después me referiré a él–. No guardas rencor, siempre se te olvidan los malos modales con que algún despistado u orgulloso puede recibir en contadas ocasiones tu altruismo, pero no se lo tomes en cuenta son personas que solo tienen un mal pronto, como se suele decir, pero si les das un poco de tiempo te toman cariño, aunque su forma de ser no le permita mostrar su agradecimiento.

       Tienes también la gran virtud de presentarte tanto de forma aislada como en forma colectiva: grupos que tengan en común el pertenecer a un mismo nexo de unión. Basta que uno exponga una necesidad para que otros muchos se le adhieran: compañeros de clase o trabajo, cofrades, gentes con iniciativa… ¿O qué decir del voluntariado y donantes de órganos?

       Eres hermana de la caridad, pero, yo diría, que con otra perspectiva aledaña a ella, sin embargo algo más universal. Me explico. La caridad, por ser una virtud teologal –“teo”: raíz griega que significa dios– está motivada por un perfil religioso, algo propio de los cristianos; en cambio tú no estás imbuida por matiz alguno de creyente o espiritualidad. Transciendes lo religioso, pues lo mismo anidas en el corazón de un misionero que te vinculas al agnóstico o al ateo, mejor, todos los dioses son tu dios. Actúas por humanidad, moralidad o por ética y no necesariamente por sentimiento espiritual e inmortal del ser humano. Como todos los hermanos, os parecéis, pero con diferencias. Ella aparenta ser más seria, tradicional y conservadora, tú, en cambio, das un aire de liberalismo y jovialidad. Más juvenil.

       Anteriormente hacía referencia a que solo tienes un enemigo: por pura y estricta semántica es el insolidario, sinónimo de egoísta, saqueador o acaparador porque vive únicamente para sí mismo. Se cree que no necesita nada de nadie y por tanto… a la inversa. (Lo de acaparador lo digo porque estos días inmediatamente posteriores a la arriba referida DANA había gente que dejaban las estanterías de los supermercados vacías, carros de compras hasta los topes con artículos multiplicados, yo a eso lo llamo insolidaridad, pues te hacen una desleal competencia).

       En fin, aquí tienes un apasionado admirador que siempre estará a tu lado, un servidor siempre solidario con la solidaridad.

 

Valencia, 1 de noviembre, Día de Todos los Santos.

 

Pedro José Martínez Caparrós

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