En tu presencia estoy, Señor.
Los Apóstoles están encerrados en el Cenáculo por miedo a los judíos. Lo más "sensato" era haberse vuelto a Galilea, pero al igual que Abraham, que esperó contra toda esperanza, (Rm 4,18...) permanecieron en Jerusalén para ver, si el -Resucitaré al tercer día- dicho por Jesús, era verdad o la fantasía de un soñador.
Jesús se les aparece y vivieron en todo su ser la Alegría que sabe a eternidad. La Alegría que acompaña a la Ternura de Dios... la Alegría de su Presencia como estaba profetizado. (Is 9, 1-2).
David nos dice algo de esta Alegría sobrenatural, porque la conoció. Rendido ante la intimidad que Dios tiene con él, a pesar de su desastroso pasado, estremecido ante su Amor que le trastoca por completo le dice: "Tu Señor, eres mi lote y mi heredad... Me enseñarás el camino de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua junto a ti." (Sl 16, 5-11).
Esta Alegría, tantas veces profetizada en el Antiguo Testamento, alcanzó de lleno a los discípulos de Jesús al constatar el Evangelio que les había predicado...
¡¡Es la gran Verdad para ellos y para todo hombre!!
Que sus palabras, no son una quimera y sobre todo entendieron en lo más profundo de su ser que valía la pena "poner sus vidas al servicio de Jesús y su Evangelio. porque las recuperarían Gloriosas. (Mc 8, 35) Por eso, estos hombres que habían huido por miedo ante el Calvario, pudieron decirle: ¡Aquí estoy! Nada ha cambiado... nuestro Aquí estoy a Jesús, solo es posible, si creemos en la Fuerza de Dios que reposa en el Evangelio, esperando a quienes crean en él lo hagan suyo.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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