Vimos que todo buscador sincero de Dios llega a sentir
su Presencia en su corazón, porque Él abre en sus entrañas las Fuentes de la Salvación
(Is 12,3). Fuentes que Israel, que a todos nos representa, rechazó a cambio de
cisternas agrietadas que se secan como anunció Jeremías (Jr 2,13).
El salmo 40
profetiza el distintivo propio del Mesías, por quién podremos conocer a Dios
como nuestro Padre. El distintivo es que ante la misión que le encargó su
Padre, le dijo: ¡Aquí estoy! Un "Aquí estoy" que nosotros solo
podremos decir a Jesús cuando dejamos que, por la alegría que nos da,
dejamos que su Evangelio se encarne en nuestras entrañas (Sl 40 ,8-9) Así es
como con la Palabra guardada en nuestro interior podremos hacer frente al “padre
de la mentira" que intenta una y otra vez envenenar nuestra existencia (Jn
8,44).
Jesús en su
misión amó a todos, pero solo se abrazó con su alma al Padre al acoger su
voluntad aquella noche en la que, abandonado por todos, fue tentado en el
Huerto de los Olivos. (Mc14,32-36..) .
Pudo hacerlo porque tatuó en su corazón la Palabra de
su Padre: Manantial de Aguas Vivas. Se abrazó al Padre y nos dio su
Manantial de Aguas vivas- El Evangelio - para que también nosotros pudiéramos abrazarnos
a "su Padre y nuestro Padre..." (Jn 20,17)
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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