Contemplamos con los sentidos del alma, como decía San
Agustín, la profunda iluminación que tuvo el rey David sobre la inefable
Belleza de Dios: " ¡Dios mío, que grande eres…vestido con esplendor de tu
presencia, la luz te envuelve como un manto... (Sl 104,1-2)!
Esta majestuosa descripción de Dios, es en realidad
una profecía acerca de la Luz que envolvió a Jesús en su Transfiguración.
Recordemos que se manifestó Glorioso junto a Moisés y Elías ante Pedro,
Santiago y Juan en el monte Tabor. La presencia de Moisés y Elías, gloriosos
junto a Él, indica nuestra futura glorificación, como nos dice Pablo (Col 3,4).
Nos fijamos en la reacción de Pedro ante la
Transfiguración de Jesús; fue tal su impacto que apenas acertó a decir: "¡Que
bueno es estar aquí...!. Nuestro buen amigo no quiso pedir más; con ser testigo
de la Glorificación de Jesús junto a la de Moisés y Elías, pensó que ya no
podía desear más que poder construir tres tiendas para ellos. Para Pedro
ya era más que suficiente, pero no para Jesús que tenía y tiene algo muchísimo
más elevado para los suyos.
(Lo veremos el miércoles).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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