martes, 15 de marzo de 2022

15 minutos

 


                                                                                        

 Aunque parezca baladí lo que voy a escribir, en verdad no lo es. Me puse a meditar muy seriamente sobre la Hostia que iban a poner en mi lengua y...  

Me preparé para recibirLa después de confesar ¡Madre mía! Tenía a mi Dios real conmigo, físicamente y por un tiempo corto, pero conmigo... Ya no estaba en mi mente ni en mi creencia, Le podía tocar...   

¡Por 15 minutos! Increíble, Le dije que no se marchara que se quedara un poco más, pero según S. Felipe Neri, es el tiempo que permanece dentro del alma. Con razón a la media hora ya estaba criticando...  ¡Irremediable!

Pena tener la Iglesia tan apartada -me cuesta respirar cuando camino- pero quiero volver. Si pudiera estaría Comulgando cada 15 minutos para no tener que confesar continuamente. Cuando el cura me ve debe decir ¡Otra vez la misma!... Y me da apuro, siempre soy la que llama a la Sacristía, los confesionarios ya no están y no veo a nadie más que a mí.

Pienso que “la gente” es cuasi perfecta o no se da cuenta de Quien se apropia de su alma. Tal vez me pase, tal vez no llegue, pero siempre me siento “rellena de pecados”; no hay un solo día que me asemeje a Pablo ¡Qué va!, más bien me parezco a los ajos que se repiten y repiten...

Soy un ajo con alma menos al Comulgar ¡Jesús, no tengo solución!, pero Dios quiere mi alma, aunque huela a ajo después de 15 minutos.

 Emma Díez Lobo

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