domingo, 13 de marzo de 2022

Mucho lavarse...

 

Lo de siempre, mucho lavarse por fuera, pero por “dentro” ... ¡Válgame Dios! Esto lo dijo Jesús cuando es invitado a comer a casa de un fariseo y le pasan el cacerolo para lavarse las manos -costumbre judía-. No tengo la menor duda de que aquellas palabras de reprobación, debieron sentar fatal.       

¿De qué te vale relucir por fuera si estás lleno de pecados (lejos de Dios)? Pues de nada, las costumbres ancestrales que salen de los hombres, por santos que sean, son de los hombres... Lavarse las manos no purifica el alma, te quita bacterias y ya.     

Es lo que tiene ser hipócrita, la mentira revestida de “buena apariencia”. Dios les señaló entonces y a veces es a nosotros a quien señala. Seamos francos en todas las ocasiones y si cae mal, pues cae... La Verdad y el cielo, están unidos.

Veo fariseos todos los días, pongo por caso, esos que se sientan en Parlamentos creando pobreza; son los eternos y falsos prometedores de acabar con ella y por eso la engendran. La constante hipocresía les mantiene en el Poder.                

Aléjate de los mentirosos, de los que derriban cruces y odian tu fe; de los que van en “Bugatti” a tu costa y huelen a jabón. Escuchar al demonio, vivir con él y llevarle de copiloto, les priva.   

Límpiate de toda maldad confesando tus pecados ante Dios y después te “lavas las manos” … No antes.    

Emma Díez Lobo

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