El Evangelio de hoy nos describe al hombre sin discernimiento, representado
por el pueblo elegido. Israel asienta su fidelidad a Dios, a base de impulsos
limitados, por ejemplo, milagros como el Paso del Mar Rojo, el Maná que les
permitió cruzar el desierto, la conquista de la Tierra Prometida...etc...
Así las cosas, su debilidad, se sobrepone a la Palabra que Dios le hace llegar
por medio de los profetas. De ahí los "gemidos de Dios" para
despertar a su pueblo que tanta ama, de sus letargos consentidos. Gemidos como,
por ejemplo: Ojalá escuchéis hoy mi Voz... ¡No endurezcáis el corazón...! (Sl
95,7b- 8).
Así es como encuentra Jesús a su
pueblo en la sinagoga de Nazaret. Estaban todos expectantes, pues conocían sus
milagros. Milagros, que como anunciaron los profetas, por ejemplo (Is 35,4-6)
testificaban que Él era el Mesías prometido. Entonces surgió el problema real:
Ya no podían decir, cómo sus antepasados: ¡Mañana, cuando venga el Mesías,
nos convertiremos ¡Buscaron entonces, otra salida falsa: ¡Solo es el hijo del
carpintero...!
He aquí el problema eterno para
convertirnos al Evangelio, como nos anuncia Jesús, (Mc 1,15) ... ¡Que no
creemos que la conversión, el Evangelio, ¡suponga una ventaja para nuestra
calidad de Vida! Recemos para no caer como Israel, en la Gran Mentira,
encubierta.
P Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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