Ya dijimos anteriormente que “La misericordia triunfa sobre el juicio".
(St 2,13b). Hasta tal punto prevalece la Misericordia de Dios sobre nuestras desviaciones,
que Dios Palabra, se hizo carne y habitó entre nosotros. Imaginémonos a Jesús
viendo al pueblo elegido tan lejos de la Verdad, de Dios; y sobre todo tan
indiferente a la conversión del corazón, y lo que es peor, sometiéndolo a un
engaño tras otro.
Ante esta realidad, deprimente de
por sí, Jesús lloró, al constatar, que los cumplimientos del pueblo, eran solo una
fachada con la que intentaban ocultar sus miserias ocultas. (Lc 19, 41...).
Estas lágrimas de Jesús tienen un nombre: !!Su Misericordia! Al ver la
incongruencia y falsedad de corazón de su pueblo, le dolió tanto el alma, que
de ella salió el dolor punzante porque "vio a una muchedumbre vejada y
abatida como ovejas sin pastor" (Mt 9,36).
Bien sabía Él que su Padre le había enviado con la misión de dar su vida
por ellos, que esas ovejas eran en realidad, muertos vivientes, ambulantes sin
rumbo ni meta alguna. Bien sabía Jesús que solo muriendo por ellas...por todos.
Serían y seríamos liberados del disfraz que solemos llevar intentando, en vano,
ocultar nuestra escasez de vida.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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