Las heridas de Jesús, curan las nuestras
Hoy partimos de una inspiración catequética, que ilumina profundamente
nuestro caminar como Discípulos de Jesús.
Hablaremos de Tomas que aparece en este pasaje como alguien bien testarudo.
Sin embargo, su confesión de fe: ¡Señor mío y Dios mío! revela una cercanía a
Jesús que nos ilumina interiormente. Al llamar a Jesús, Señor mío y Dios mío,
ante sus heridas, se sabe libre de la suyas, porque las ha asumido Él, como
había profetizado Isaías (Is 53,5). Si, Jesús asumió nuestras heridas y las
canceló en la Cruz, es decir, por medio de las suyas. (Col 2,14).
Nos servimos del método alegórico, muy utilizado por los Santos Padres de
la Iglesia Primitiva, para decir que, a los dos Discípulos de Emaús, se les
abrieron los ojos de la FE, cuando Jesús les "partió" el Pan de la
Palabra...Recordaron que se había partido por ellos en la Cruz.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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