domingo, 13 de octubre de 2013

Yo alzaré tu voz


                                


¡Mamáaaaaaaaa!                                                    

32 días de vida… Se oye una voz en el seno, grita porque su voz es muy bajita y está a oscuras. No se le oye muy bien pero no importa, él “habla” sin hablar…

-Mamá, dime algo, dentro de unos meses naceré, ¿sabes? Dios me envía al mundo para llenar un equipaje, hoy vacío de mí. ¿Sabes? Me quiere regalar su Reino después de pasar por la vida; estaré con mis amigos, contigo mamá porque te veré muchos años y nos amaremos para siempre… ¡Será tan lindo ese lugar!

- Mamá ¿me oyes? A veces no te oigo y me da un miedo tremendo tu silencio… ¡Quiero estar contigo mamá!

-¡Mira que chiquito soy, no mido ni medio centímetro! Pero no te preocupes comeré mucho mucho para ser grande y algún día cuidar de ti como tú lo harás conmigo. ¡Qué ganas tengo de ver tu cara, mamá!

Dios también me ha dicho que sea bueno contigo pero que el “hombre del saco” aparecerá muchas veces para llevarme… ¡No le dejes mamá!  Me da miedo, pero  sé que tú le dirás que se vaya…

-¡Mami no te escucho! Necesito que me cantes un poquito, que me cuentes un cuento…  A lo mejor tienes sueño, bueno no importa, dormiré contigo al mismo tiempo ¿Sabes? Cuando estás tranquila también lo estoy yo…

-Me estas asustando mucho mamá, hace dos días que no paras y yo no puedo dormir… Te voy a decir una cosa grandiosa ¿Sabes?, me late el corazón  desde hace muchos días, sí, el que Dios me ha puesto para ti y para Él… ¡Estoy tan contento mamá, tan contento! 

-Mamáaaaaaa, el “hombre del saco” ha venido, está conmigo y dice que me va a llevar, que me va a echar de mi cuna calentita… Dile que se vaya ¡Por favor mamá!, no le dejes que me lleve… No sé donde esconderme, dime un sitio para  que no me vea…  Pero no llores mami, soy tan pequeño que a lo mejor no me ve y pasa de largo…    

-¡Me duele mamá, me duele mucho! ¡Haz que pare mamaíta, me duele tanto ma…!  ¡Quie… viv…!!!   

Un silencio espantoso recorrió la cuna de mi “hermano” pequeño ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué le has abandonado? Tenía corazón, sangre, latidos, neuronas y alma; solo le faltaba la voz, solo eso… ¡Dámela  a mí, Dios, y yo gritaré por él!    
No puedo seguir escribiendo, lo siento.........
Emma Diez Lobo

 

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