sábado, 5 de enero de 2013

E P I F A N Í A.







      La salvación es para todos

         Una lectura tergiversada del episodio de los magos en el reciente libro de Ratzinger sobre la Infancia de Jesús, ha puesto de moda este tema. Realmente, si hubo o no magos, no se trata de un tema central ni siquiera importante de la fe cristiana. Muchísimos de los primeros cristianos desconocieron este relato, que se puso por escrito allá por los años 80. La ciencia histórica moderna, a la luz de los datos existentes, no lo puede afirmar ni negar, lo más que puede decir es que se trata de un hecho que pudo haber existido en su sustancia, aunque despojado de rasgos legendarios. Mateo ha recogido esta tradición y la ha reinterpretado, viendo en ella un anuncio de lo que sucedía en su tiempo, en que los gentiles aceptaban a Jesús, mientras que sus paisanos lo rechazaban y perseguían. Para ello echa mano de profecías del Antiguo Testamento que anuncian la venida de extranjeros, con sus reyes a la cabeza, a ofrecer sus dones y acatamiento al rey Mesías. Son los mismos textos que emplea la liturgia de hoy, que por eso está muy bien construida.

La primera lectura anuncia que la salvación aparecerá en Jerusalén como una luz creciente que poco a poco iluminará al mundo y que atraerá hacia ella todos los hombres, incluso los más lejanos, para rendir homenaje al Salvador y recibir sus beneficios. El salmo responsorial abunda en la misma idea. Ambos textos aluden a países lejanos de Oriente (Madián, Efá, Sabá, Arabia) y Occidente (Tarsis). La segunda afirma que esta promesa ya se ha cumplido en Cristo y por ello la salvación, primero reservada al pueblo judío, ya se ofrece también con los mismos derechos a los gentiles.

Este es el gran mensaje que se proclama hoy. Que nosotros, pertenecientes al mundo gentil, no judío, también hemos recibido el don de la fe. La salvación se recibe mediante la fe y ésta es para todos. En esta fiesta, en que tradicionalmente se intercambian regalos, se nos invita a valorar el mayor regalo recibido, junto con la vida, el don de la fe. Es un don de Dios, que se ha servido de la Iglesia normalmente por medio de nuestros padres, catequistas y educadores.

Es importante valorar la fe, especialmente este Año de la Fe: agradecerla, conocerla, vivirla, transmitirla a los demás. Esta obligación de transmitirla a los demás explica el que hoy sea también una fiesta misionera. La Iglesia desea que cada uno de los creyentes cristianos sea un atrio de los gentiles donde los no creyentes puedan acercarse con gusto a la fe cristiana.

En la celebración de la Eucaristía debemos agradecer el don de la fe, pedir la gracia de conocerla y valorarla cada vez más para mejor vivirla y darla a conocer.

Primera lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 60,1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti.

Salmo responsorial: Salmo 71,2. 7-8. 10-11. 12-13: Se postrarán ante ti todos los reyes de la tierra.

Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3,2-3a. 5-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos.

Evangelio: Lectura del santo Evangelio según san Mateo 2,1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey.

Antonio Rodríguez Carmona
   Profesor de Sagrada Escritura

 
 
 

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