jueves, 30 de mayo de 2013

TU CUERPO, JESÚS


                                

¡Esto sí que es grande!... Vienes y te presentas en un pedazo de pan, en  aquella noche, cuando te despedías del mundo. El día de la cena, en el salón de piedra de la casa de tu amigo, elevaste un pedacillo de aquella hogaza y dijiste: “Este es mi Cuerpo que será entregado por vosotros, haced esto en conmemoración mía”.

¡Y ya lo creo que se hizo, Señor! Primero, bajo tierra en las catacumbas y a escondidas, después sobre tierra  y ahora… Ahora  en cada calle de cualquier ciudad que te sigue…

Me enorgullezco de ti, de tenerte tan cerca y de saber que me esperas cada día cuando quiero recomponer mi corazón con el Tuyo, porque me he enterado de que en esa Hostia blanca está tu corazón físico… Yo creía que estaba tu cara  ensangrentada o Tú entero, pero en pequeñito como de 3 cm. ¡Perdona Dios si te imaginaba así! pero no ¡Qué va!, es parte de tu corazón, tu Ventrículo Izquierdo… Y yo sé por qué.

Tú eres el único que sabe por qué empieza a latir un corazón, la vida del alma, y Tú eres el único que sabe  cuando dejará de latir el mío para llegar a Ti. Por eso, mientras hago el camino, necesito me acompañes con tus latidos… de tu Ventrículo Izquierdo. 

¡Corpus Dómine! Para mí. La realidad de tu Cuerpo, me abruma, me exalta, ¡no puedes imaginarte lo que siento cuando te deshaces en mi boca!... ¡Ufff, Dios, es bestial!… A veces Te retengo largos segundos para saborear tu amor, pero ya sabes, hay que tragarte sí o sí… Y me hechizo pensando en Ti y comienzo a verte en los hombres…   

Señor, no te rías, pero a veces me quedo mirando la Hostia, la grande, la del cura, como si fuera a salir algo de ella… La verdad es que no sale nada, pero ¿Sabes que veo?, como es blanca como las palomas, veo tu paz, aquella “Paz a vosotros”; y como es redonda, veo al mundo por quien te Crucificaste.

Por Tu Vida -Cuerpo, Espíritu y Palabra-, ahora me toca a mí darte la mía…

Emma Díez Lobo

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