sábado, 11 de octubre de 2014

El Señor es mi pastor





El Señor es mi pastor, nada me falta.

En verdes praderas me apacienta, me conduce hacia fuentes de descanso y repara mis fuerzas.

Conoce mis proyectos e ilusiones, me guía por caminos de justicia, me enseña los tesoros de la vida y silba canciones de alegría, por el amor de su nombre.

Aunque pase por cañadas oscuras no tengo miedo a nada, pues Él está junto a mí protegiéndome de trampas y enemigos. Su vara y su cayado me dan seguridad.

Aunque mis trabajos sean duros y urgentes no me agobia ni pierdo la paz, pues su compañía procura serenidad a mi obrar, planifica mis anhelos y mi ser, y hace inútil todo febril activismo.

Cada día, con gracia renovada, pronuncia mi nombre con ternura y me llama junto a Él.

Cada mañana me unge con perfume; y me permite brindar, cada anochecer, con la copa rebosante de paz.

El Señor es mi pastor.

Él busca a las que están perdidas, sana a las enfermas, enseña a las erradas, cura a las heridas, carga con las cansadas, alimenta a las hambrientas, mima a las preñadas y da vida a todas.

¡El Señor es el único líder que no avasalla! Él hace honor a su nombre dando a nuestras vidas dignidad y talla. Nada temo a los profetas de calamidades, ni a la tiranía de los poderosos,
ni al susurro de los mediocres, ¡porque Tú vas conmigo!

Has preparado un banquete de amor fraterno para celebrar mi caminar por el mundo.
En él me revelas quiénes son tus preferidos y cuáles han de ser mis sendas del futuro.


¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía con su presencia cargada de vida!

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