lunes, 15 de septiembre de 2025

Partiendo la Palabra (Sl 45)

 


Mis Palabras son Espíritu y Vida (Jn 6,63b) (III) 

 Continuamos con la bellísima y festiva proclamación que sale gozosa y festiva de la boca del Salmista. 

 Hablamos de una alegría más Divina que humana de este "amigo de Dios ". Entrevemos que este hombre tiene no solo prisa, sino también urgencia por dar a conocer a todos " los hambrientos de Trascendencia” las maravillas que Dios está haciendo en su corazón y en sus entrañas...como siglos después proclamó María de Nazaret (Lc 1,49).

 Es sorprendente la perentoria necesidad que atisbamos en Él, por hacernos partícipes de lo que Dios ha sembrado en su alma...primicia de la fe adulta que Jesús siembra en todos aquellos que trasladan amorosamente su Evangelio hacia su corazón, conscientes que sus Palabras son las semillas de Vida, que engendran la fe, y con ella, nuestro nacer de nuevo como nos dijo Pedro (1Pe. 1,23-25).

 El Salmista profetiza el porqué de la Evangelización, al decirnos que no escribe para "convencer a nadie”; sino para hacer partícipes de la Gloria de la Palabra que habita en Él, y a todos los que quieran, no solo para conocer a Dios sino para ... ¡HACERSE CON ÉL EN SUS ENTRAÑAS!

Esto y no otra cosa es la Evangelización que está a años luz de cualquier tipo de proselitismo o de sabiduría del mundo como nos dijo San Pablo (1 Co 2,1...). La vivencia y urgencia de este Salmista nos recuerda el grito tan angustioso como amoroso del Apóstol: “¡Ay de mi si no predicara el Evangelio!" (I Co 9,16).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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