El hecho
asombroso es que tanto el discipulado con su pastoreo como la fe y la comunión
interpersonal comparten líneas maestras. Nuevamente nos servimos de una
libertad interpretativa para poner en la boca de Juan estas palabras que
encontramos en los primeros versículos de la carta anteriormente citada: “Os
anunciamos lo que hemos visto, oído, contemplado y palpado acerca de la Palabra
de la vida, os lo anunciamos para que nuestra comunión sea fruto de Ella, la
Palabra de Vida. Comunión que es también fruto de vuestra libertad: de que
creáis, veáis, oigáis, palpéis y contempléis la Palabra de Vida que os
anunciamos.
Esta comunión
es creación de Dios; no nuestra por muchos libros que devoremos, cursillos de
personalización que hagamos, así como
simposios, etc. Todo pasa menos la Palabra que por siempre permanece.
“La hierba se seca, la flor se marchita, más la Palabra de nuestro Dios
permanece por siempre” (Is 40,8).
Atados unos a
otros indisolublemente por el Amor que fluye del Dios vivo, la comunidad entera
comparte misión, la de su Señor; son pastores en el Pastor, y corazones para el
mundo desde el Corazón. Por si fuera poco, Juan, al abrir nuestro espíritu
hacia lo Infinito y Eterno, al mostrarnos la comunión interpersonal como don de
Dios, pone lo que podríamos llamar el broche de oro al decirnos “…y nosotros
estamos en comunión con Dios” (1Jn 1,3b).
El Emmanuel,
Dios con –en comunión con- nosotros, nos ha puesto en comunión con el Padre.
Por eso y sólo por eso nos atrevemos a ser pastores, sus pastores, según su
Corazón, tal y como fue prometido y profetizado por Dios como don suyo para los
tiempos mesiánicos. Él, el Mesías, su Hijo, es quien llevó y lleva a cabo la
promesa del Padre.
El apóstol Pablo,
en la misma línea de Juan, nos dirá que la Vida mana del Evangelio del Señor
Jesús. Así se lo hace saber con su propio y peculiar estilo a Timoteo, su
compañero de fatigas en el ministerio de evangelización que comparten: “Se ha
manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien
ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del
Evangelio…” (2Tm 1,10).
Al hilo de lo
expuesto hasta ahora, podemos afirmar que pastores según el corazón de Dios son
aquellos a quienes Él se manifiesta, se revela; son hombres que predican al
Dios que ven, palpan, oyen y contemplan, que todo esto es lo que significa la
palabra revelar en la espiritualidad bíblica. Al revelarse así, Dios forma el
corazón de sus amigos, que lo son porque le buscan. El libro de la Sabiduría,
recordemos que este término comparte significado con la Palabra, lo expresa
así: “Entrando –la Sabiduría- en las almas santas, forma en ellas amigos de
Dios y profetas” (Sb 7,27).
No hay comentarios:
Publicar un comentario