sábado, 2 de agosto de 2014

¿Cómo vivo yo la experiencia de Job?



La vida de todo hombre viene ya anunciada por las vivencias del pueblo de Israel, y, en este orden de cosas, colocándome dentro de este cuadro, busco el lugar donde podría encontrarme yo.

¿Me persiguen los egipcios? Por cierto: ¿conozco ya quiénes son mis egipcios particulares? ¿Estoy acampado y atenazado de miedo porque no puedo pasar por mi particular Mar Rojo?

¿Siento la protección de la Nube que impide el ataque de mis malhechores? O ¿Ya pasé el Mar Rojo y han quedado atrás mis enemigos? ¿Veo ya la Tierra Prometida? ¿O me dan miedo esos siete gigantes que vio Josué como emisario de Moisés, y que no son otra cosa que mis siete pecados capitales, que me atan como siete dioses e impiden ver el Rostro de Cristo desvelado, sin el velo del Sacta Santorum?

Las reflexiones propuestas sobre los textos enunciados: JOB 42,5; EX 33,11; JN 15,15 tiene algo o mucho en común: LA AMISTAD CON DIOS. La amistad de Job, la de Moisés, la de Juan…LA MIA!!!

Amistad que se traduce en la visión de Dios, que me lleva a trascender a la VISION BETATIFICA, lo que llamamos CIELO, la VIDA ETERNA prometida  por Jesucristo: “…esto es la Vida eterna: que te conozcan a Ti, Padre (Jn17,3)…”,en la oración de la Última Cena.

¿Cómo vivo yo la experiencia de Job? Habré de entresacar de mi vida lo que tiene de común con la vida de Job; no tanto en cuanto al sufrimiento infinito de la pérdida de familiares, patrimonio, enfermedades, etc., sino ante el sufrimiento personal que ataca a la fe.

En mi vida hay y ha habido momentos oscuros en los que no veo a Dios. Yo nunca he maldecido a Dios. Estoy convencido que los males que hayan venido a mi vida me los he ganado yo “a pulso” con mis deficiencias personales, errores de todo tipo, malas programaciones…

Nunca sentí un castigo de Dios sobre mí; fueron causa de mis pecados personales.
Pero ha habido también momento de cercanía de Dios: momentos de ardor extasiado hacia Él, y momentos dolorosos de alejamiento, de frialdad total, algo así como cuando en un matrimonio se acaba la comunicación y se asientan “los silencios”, que son más elocuentes que las palabras, que hieren más que los insultos…es como la marea, que tiene sus fases de pleamar y bajamar. Vives por inercia, dejándote arrastrar por la rutina, bebiendo las últimas gotas de amor, vaciando la copa y acabando por no sentir nada, llevado por esa rutina

En ese barco que navega a la deriva, dejándote arrastrar por las olas de la vida, me pregunto como el salmista: ¿dónde está tu Dios? O como Jeremías (15,18): ¿serás para mi como un espejismo, aguas no verdaderas?

Y Dios le responde, y ME RESPONDE: “Si te vuelves a Mí porque Yo te haga volver, estarás en mi presencia. I si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Te haré para este pueblo muralla inexpugnable y pelearán contigo pero no te podrán, pues contigo estoy para salvarte y librarte. Te salvaré de la mano de los malvados.

Job recibe la visita de tres personajes  que yo interpreto como la visita de la Santísima Trinidad. Hay un parangón de esta visita con la que recibe Abrahán cuando le anuncian su paternidad con respecto a su hijo Isaac:
El primero le anuncia CONFIANZA en Dios a pesar de sus calamidades: ¿Dónde has visto al justo exterminado?
El segundo representa la BÚSQUEDA  de Dios: si buscas pronto a Dios y diriges tu súplica a Shadai, si eres intachable y recto, de inmediato velará por ti.
El tercero manifiesta la LLAMADA a Dios. “Si mantienes firme el corazón, y extiendes tus manos hacia Él, rechazando la maldad que hay en tus manos sin que la injusticia campe en tu tienda, alzarás la frente limpia, te acosarán pero no temerás, olvidarás el infortunio y como agua pasada lo recordarás”.

En conclusión: La CONFIANZA, la BUSQUEDA y la LLAMADA, son tres fases en mi vida anunciadas por Jeremías:
Pedid y se os dará
Buscad y hallaréis
Llamad y se os abrirá (Mt7,7)


Tomás Cremades

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