Tú y yo, tenemos que ver en
nuestra vida, dónde nos encontramos:
Por casualidad estás huyendo de los
egipcios, DE TUS EGIPCIOS. ¿Quiénes son
tus egipcios? A lo mejor son tus pasiones que te aplastan y de las que no sabes
cómo huir. O tienes pequeños dioses que se te han hecho grandes señores de tu
alma…
¿Has pasado ya el Mar Rojo?, TU
MAR ROJO Quizá estés en el desierto,
dando vueltas durante años y años a tu vida, siempre haciendo lo mismo, sin resolver los problemas
que te acucian o te machacan…que te hastían…
¿Cómo está tu becerro de oro?.
Reluciente. El pueblo de Israel adoró al becerro, se olvidó de los beneficios
del Señor, de sus milagros, de su salida de Egipto, igual que nosotros. ¿Creemos
en lo que ven nuestros ojos y tocan nuestras manos?.
¿Viste la Tierra Prometida?
Cuando Josué envió emisarios a ver cómo podría ser la tierra de Canaán, éstos
llegaron atemorizados: lo relata el libro de los Números (13-25) y también (Dt
1,22 y s)
Habían visto una tierra de
gigantes, con siete torres: podríamos ponerles nombres: soberbia, avaricia,
lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Siete pecados capitales. Los gigantes que
no podemos vencer.
¿Qué ocurrió? Que al tocar la
trompeta Josué, las murallas cayeron. La trompeta simboliza la Palabra. Al
sonido de la Palabra, cuando la Palabra resuene en tu corazón, todas nuestras
murallas se caerán.
¿Es hermosa la Escritura verdad? Al
hilo de esto, las imágenes se
intercambian con las palabras, nos viene muy bien recordar el Salmo que dice
“levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio. El auxilio me
viene del Señor, que hizo el Cielo y la
tierra…”
Y en otro Lugar, decimos que la
fe mueve montañas…si meditamos ambos, podemos pensar: los montes-en el
Evangelio- es donde habitan los dioses, los dioses que tú y yo hemos creado y
alimentado dentro de nuestro corazón, nuestro particular becerro de oro. Pues
bien, con la fe, derribaremos esos montes, esas montañas, y podremos levantar
los ojos a ellos para preguntarles de donde vendrá el auxilio a nuestra vida, a
ver si nos responden… Solo el auxilio nos viene del Señor que hizo el Cielo y
la tierra.
Para decir cómo en la sabiduría
del Señor, con imágenes, nos va desvelando las Escrituras y nos parte el pan. Decían los de Emaús: no ardía nuestro corazón
cuando nos abría las escrituras y partía
con nosotros el pan.
Pero nuestra alma también tiene
sentidos: tiene vista, y oído y tacto y gusto… sólo que no están educados.
Aprende a usarlos. ¡¡ Reza!!
Un gran milagro, un enorme
milagro de Dios para contigo. ¡Mírate! Mira
lo que Dios ha hecho contigo, y lo que hace cada día. No mires lo que te falta,
mira lo que tienes. Cuando vayas a la oración, no pidas milagros a Dios. Mira
lo que ha hecho en ti y lo que quiere hacer en ti, no lo que tú quieres hacer
por Él.
El verbo hacer es el verbo crear.
En el libro del Génesis, recordad que dice Dios: Hagamos los peces, los árboles,
hagamos al hombre…hacer es crear.
Hemos de tener en cuenta que la
Biblia y las Escrituras, son libros no necesariamente históricos, sino Palabra
revelada al hombre, pero de mentalidad oriental, no romana o griega como la
nuestra, de forma que las imágenes sirven también para expresar las ideas.
¿Y de oración cómo andamos? Un
amigo me comentaba, admirado: los musulmanes rezan cinco veces al día.
Yo le dije: los cristianos,
también debemos hacerlo, pero ¡Ay! Quizá ni sepamos cómo. Me refiero a la
oración de la Iglesia; Maitines, Laudes, Intermedia, Vísperas y Completas.
Sabes rezar con el Diurnal. Ahora es aún más fácil, te lo puedes descargar en
el móvil.
En la oración que hacemos, lo que
pedimos, a veces se cumple y Dios nos lo concede y otras veces no. Y te quedas
un poco así… Dios quiere hacer un camino de amor contigo y conmigo. Basta que
nosotros le dejemos caminar juntos. Él nos ama como no podemos imaginar y como
no nos creemos, nuestra fe es débil y pedimos milagros…Otras veces, como decían
los profetas: ¿ es que el Señor se ocupa de mis problemas?.
Si, hermanos, el Señor se ocupa
de nuestros problemas. ¿ Y por qué no me concede lo que le pido: salud, dinero,
trabajo, que se acaben las guerras, el hambre?
Pensad que para Dios somos
importantes: antes de que tú nacieras, Él pensó en ti. Eres UN PENSAMIENTO DE DIOS Y UN LATIDO DE SU
CORAZÓN. Él te prepara un camino por donde seguro no vas a fallar, y
nosotros, muchas veces no vemos más allá de donde nos permite nuestra
inteligencia.
Si recordamos el Salmo 23 del
Buen Pastor: “…Aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas
conmigo…”.Dejémonos guiar por Él, pues como dice el salmista: “… no pretendo
grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un
niño en brazos de su madre…”(Sal 131).
Tenemos que retomar el lenguaje
de los Salmos. Es la oración que rezaba Jesucristo. Él se pasaba noches enteras rezando, adorando en
espíritu y en verdad.
Y tenemos que aprender a
escuchar. ¡¡¡ESCUCHAR!! Es el mandamiento de Dios en la Transfiguración: Este es
mi hijo, el amado ¡¡¡ ESCUHADLE!!! Es el Shemá Israel de los judíos piadosos,
escrito en el libro del Deuteronomio.
El que escucha a Dios le obedece.
Al hilo de esto me viene a la cabeza la similitud entre dos palabras distintas
en nuestro idioma español. SON ESCUCHAR Y OBEDECER. Aparentemente no tiene nada
que ver ¿verdad?
Si nos vamos al texto griego
original ESCUCHAR SE DICE ACOUEO. OBEDECER, es algo así como COGER Y
RECOGER.
El que a vosotros escucha a Mí me
escucha, dice el Señor. Aprendamos pues a escuchar al Señor, y pedirle que nos
abra el oído. Israel-nosotros- es y somos el pueblo de la escucha.
Doy gracias al Señor que me ha
permitido partir su Pan con nosotros. No tengamos miedo a defender nuestra fe.
Demos testimonio “a tiempo y a destiempo” como dice san Pablo, con nuestras
palabras y con nuestras acciones, que
haya coherencia en nuestro decir y nuestro actuar y pongámonos en las manos
bondadosas de Dios, con la confianza puesta en Él, y que cuando no le
entendamos, o no comprendamos su palabra, guardémosla en nuestro corazón como María
de Nazaret, nuestra Madre, las guardaba en su corazón HACIENDOLAS
SUYAS.
Termino con otra oración:
Dios Padre de Misericordia y todo
consuelo, ilumina con tu Luz los ojos de nuestro corazón, para que podamos
abarcar y hacer nuestros los sufrimientos y las cargas agotadoras que agobian a
la humanidad, oprimida por tantos falsos libertadores. Amén
Alabado sea Jesucristo.
Tomas Cremades
No hay comentarios:
Publicar un comentario