¡May Day, May Day,
Dios!!! Me he vuelto loco…
Así de extraño
se vuelve el hombre cuando se aparta del Altísimo.
¡Qué gran oquedad deja en el
alma!... Un alma que su ser no sentía y mucho menos su eternidad. Pero ellos, los
otros hijos de Dios sentados en sus asientos a 32.000 pies de la tierra… sí la sentían.
No os
preocupéis por ellos, en verdad han sido arrastrados contra su voluntad, pero no
tienen nada que temer. Dios les evitó el dolor y fueron recogidos por Él en el impacto,
como recogió a su Hijo predilecto hace 2015 años. No os preocupéis.
Tampoco temáis,
están cubiertos del mayor consuelo que no conocemos. Alumnos de Dios, padres y
madres de Dios, abuelos, políticos, profesionales del conocimiento de Dios: Los
inocentes… No temáis por ellos.
Pensad que las
montañas las puso la naturaleza del Creador -territorio de Dios- y el espacio en
que el piloto elegiría para que vuestros amados volaran hacia Él.
Sólo Dios sabe
si el piloto ha “sobrevivido”. No olvidemos su infinito perdón en el último
segundo… “¡May Day, May Day, Dios!!! Me
he vuelto loco”.
Oremos por sus
almas y consigamos la paz con la fuerza de la fe, pues cada lágrima y corazón roto, es una perla y un Santuario
de Dios. Él sufre tanto como tú y más que tú.
Dios no nos
falla, pero te falta cuando te apoyas en el hombre y, en esas montañas de
muerte ¡Vive Dios!, que su rostro es el de un Dios sufriente recogiendo a manos
llenas, ilusiones y años por vivir en este mundo...
Él les dará más
amor del que ellos puedan suponer, no os preocupéis, no temáis. Rezad y dadle gracias por haber nacido aquel día en Nazaret para
protegernos del terror del hombre.
Emma D. Lobo
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