"Para ti son mis frutos, Señor"
A continuación, y para que abramos
los ojos, nos da una catequesis fortísima sobre una higuera con hojas
deslumbrantes, pero sin fruto. Entonces el dueño del campo dice a su empleado
que la corte sin más. El hortelano, que es el mismo Jesús, le dice: esperemos
un año más, yo la cuidaré, la regaré y le echaré abono, y si aun así no da
fruto la cortas.
Esta higuera somos nosotros. Esclavos de las apariencias, como los
fariseos, lucimos nuestras hojas sin dar importancia a nuestra carencia de
frutos...esos frutos que nacen del Evangelio.
Es hora ya de mirar a Jesús que con su Sangre abona nuestra higuera
frondosa pero quizás estéril para que " junto a Él como discípulos
suyos" demos los frutos que agradan al Padre. (Jn 15,1-5).
Conforme vamos creciendo en el Discipulado, se dan en nosotros esos frutos,
como nos promete el mismo Jesús: "...Os he elegido y os he destinado para
que deis fruto y vuestro fruto permanezca". (Jn 15,16).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario