miércoles, 24 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma (IV).

 


Respecto a que solo en Dios descansa nuestra alma, ya vimos el anuncio profético de Isaías, la Encarnación de Jesús, como Emmanuel: Dios con nosotros. Jesús la Palabra del Padre, que vuelve a Él con su misión cumplida, a nuestro favor. Jesús, fue enviado por el Padre, no para juzgar al mundo sino para redimirlo (Jn 3,17).

  Una redención, rescate, realizada no por medio de oro o plata sino, como dice Pedro, con la Sangre del Cordero sin mancha: Jesucristo (1 Pe. 1,18-19). Jesús al asumir su misión en el mundo, pone su vida en manos del Padre. Bien sabe que el Príncipe de este mundo, envenenará corazones y conciencias para que sea condenado a muerte; muerte afrentosa de maldito, de malhechor, de pecador infame.

 Aceptó tan infinitas afrentas, porque era nuestra vida la que estaba en juego; que, para salvarla, tenía que ofrecer la suya. Fue un ofrecimiento voluntario, por amor. Realzó nuestra vida a costa de que la suya fuese aplastada como un perro.

 Jesús nos ofrece su maravillosa adhesión al Padre para salvarnos, con estas palabras que deberíamos enmarcar con letras de oro en nuestras entrañas: "Llega el Príncipe de este mundo; no tiene ningún poder sobre mí, pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que hago lo que me dice" (Jn 14,30-31). 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 22 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma [III]

 



Ya dijimos anteriormente que “La misericordia triunfa sobre el juicio". (St 2,13b). Hasta tal punto prevalece la Misericordia de Dios sobre nuestras desviaciones, que Dios Palabra, se hizo carne y habitó entre nosotros. Imaginémonos a Jesús viendo al pueblo elegido tan lejos de la Verdad, de Dios; y sobre todo tan indiferente a la conversión del corazón, y lo que es peor, sometiéndolo a un engaño tras otro.

  Ante esta realidad, deprimente de por sí, Jesús lloró, al constatar, que los cumplimientos del pueblo, eran solo una fachada con la que intentaban ocultar sus miserias ocultas. (Lc 19, 41...). Estas lágrimas de Jesús tienen un nombre: !!Su Misericordia! Al ver la incongruencia y falsedad de corazón de su pueblo, le dolió tanto el alma, que de ella salió el dolor punzante porque "vio a una muchedumbre vejada y abatida como ovejas sin pastor" (Mt 9,36).

 Bien sabía Él que su Padre le había enviado con la misión de dar su vida por ellos, que esas ovejas eran en realidad, muertos vivientes, ambulantes sin rumbo ni meta alguna. Bien sabía Jesús que solo muriendo por ellas...por todos. Serían y seríamos liberados del disfraz que solemos llevar intentando, en vano, ocultar nuestra escasez de vida. 

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 20 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XVI T. Ord. (Mc 6,30-34)

 




Deberíamos estremecernos ante el dolor que siente Jesús al ver a toda una muchedumbre con el corazón vacío y estéril, por no estar pastoreado. Mateo en el mismo contexto nos narra la tristeza de Jesús al ver tantos israelitas vejados y abatidos por no estar pastoreados, por la carencia de Palabras de Vida en sus almas. (Mt 9, 36...) Esa fue la realidad que se encontró el Hijo de Dios y el peligro de que esta realidad se repita es constante. A este respecto, Jesús hablará de la vaciedad de "los preceptos enseñados por hombres" (Mt 15,9) que no poseen la Fuerza de las Palabras de Vida Eterna que sí cambian el corazón.

 

En una situación de desconcierto de los Apóstoles, Jesús les preguntó si querían dejarle; entonces Pedro iluminado por el Espíritu Santo dio, y a todos nos sirvió, la razón para seguir con El; la razón de ser del Discipulado:  Así respondió a Jesús: ¡Donde iremos Señor, Tú tienes Palabras de Vida Eterna!! (Jn 6,67-68). No nos engañemos: si no nos dejamos pastorear por las Palabras de Jesús, es decir por su Santo Evangelio, nuestras almas estarán abatidas y aplastadas, tal y como las vio Jesús en esa muchedumbre de la que hemos hablado. Y la respuesta solo la puedes dar tú...busquemos en nuestras Parroquias comunidades o grupos que nos pastoreen con el Evangelio de Jesús. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 17 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Solo en Dios descansa mi alma (II)

 




Vimos que Dios decide encarnarse para ser Emmanuel, el Dios con nosotros, para que, ofreciéndose en el Calvario como Cordero inocente pudiéramos amar a Dios "con todo nuestro corazón, alma y fuerzas" (Dt 6, 4…). Podemos decir que Jesús vino al mundo con este letrero en la frente, que después "copió" San Pablo:

"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20b). La cuestión es que no hay praxis ni ascesis por muy intensa que sea, que pueda anular nuestra enfermiza querencia al pecado. Lo dijo San Pablo de sí mismo: "Estoy vendido al poder del pecado..." (Rm 7,14).

  Evidentemente, con el tiempo, se dejó cambiar el corazón por la Fuerza de la Gracia. Gracia alcanzada por Jesucristo, que, en la Cruz, aplastó la cabeza de la serpiente, como estaba profetizado (Gen 3,15).

 En el texto anterior vimos que Dios enviaría al mundo su Palabra - Jesús, y que no volvería a Él, sin haber cumplido su misión (Is 55,10-11). En su muerte Jesús dio cumplimiento a la súplica de este salmista:  "Si llevas cuenta de nuestros pecados, Señor, ¿quién podrá resistir? pero de ti procede el perdón..."  (Sl 130, 3...).

  Así fue y así es; Jesús proclamó en la Cruz el perdón para todos... "Padre, perdónales, no saben lo que hacen". Ojalá nos acojamos al perdón de Dios, concedido en el Calvario, sean los que sean, nuestros pecados.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 15 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Solo en Dios descansa mi alma (I)

 


 

Llevamos hacia el corazón, como María, la exhortación que nos hace Isaías en nombre de Dios: "Buscad a Dios mientras se deja encontrar, llamadle mientras está cercano..."(Is 55,6). 

 Creo que en general, todos deseamos que esto sea verdad. Israel lo creyó, pero no se puso en guardia ante el padre de la mentira (Jn 8,44). Este sembró tanta cizaña, cuna de la necedad, en sus corazones que dieron "por bueno y suficiente" hacer rezos y rezos, incluso con Salmos, sin preocuparse por la sintonía entre lo que rezaban y la mentira que campeaba inmune en sus corazones, provocando así una piedad endeble, infructuosa.

 Dios, que por encima de todo es Padre, vio que el Tentador había dejado ciego y sordo a su pueblo y, compadecido, no solo de su pueblo, sino de toda la humanidad, también ciega y sorda, decidió la Encarnación de su Hijo. Jesús, Palabra Viva y Verdadera, descendió, cumplió su Misión y ascendió al Padre, como el mismo Isaías, había profetizado: "Mi Palabra, no volverá a mí de vacío sin que haya cumplido la Misión a la que la envíe" (Is 55,11).

  Y en el contexto de la Misión de Jesús señalamos que El, creó con su Evangelio, la Fidelidad de nuestros corazones a Dios, para que pudiéramos descansar en Él.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 13 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Dom XV. T. Ord (Mc 6,7-13) Yo cuidaré de vosotros


Centramos nuestra atención en las palabras que dice Jesús, al enviar a sus discípulos a anunciar el Evangelio de la conversión. Les envió con poder sobre los espíritus inmundos. Es el poder que nace de la libertad de no estar atado a los bienes de este mundo. Quién está sujeto a ellos termina siendo siervo del Dinero, y Jesús es muy claro a este respecto, como vemos en su Catequesis por excelencia: el Sermón de la Montaña (Cap 5, 6 y 7 Mateo.) En ella oímos esta declaración que no puede ser más diáfana: "No podéis servir a dos señores...no podéis servir a Dios y al Dinero"  (Mt 6,24).

Es cierto que la evangelización supone unos gastos de estructuras, mantenimiento...etc. Mas cierto es, lo que nos dice Jesús a este respecto: "No andéis preocupados diciendo: ¿Que vamos a comer o vestir? ... etc. Ya sabe vuestro Padre del Cielo que tenéis necesidad de todo eso (Mt 6, 31-32).

  A quienes así evangelizan, Jesús les da Palabras de Vida Eterna para sus almas y para las almas que les confía, a fin de    apacentarlas bien.  (Jn 21,15...)

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 10 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Besos de Dios al alma (VIII)

 



Terminamos estas Catequesis sobre los besos que Dios da al alma de quién ama y guarda su Palabra con una referencia sobre las primeras Comunidades Cristianas.

 El centro de su Espiritualidad era Jesús. Él era su Roca frente a tantas persecuciones; le llamaban: "La Palabra del Padre". Era tal el Fuego que ardía en sus entrañas al "guardar su Palabra" como Él les había dicho (Jn 14,23) que uno de sus primeros Obispos, San Ignacio de Antioquía, íntimo amigo de San Juan, nos ofrece este bellísimo testimonio en una carta escrita poco antes de su martirio: "Si sufro el martirio, me convertiré en Palabra de Dios".

 Podemos ver también este otro testimonio, antiquísimo, de San Cirilo de Alejandría: "Desde la Encarnación de la Luz del Unigénito, somos transformados en la misma Palabra, que da Vida a todas las cosas".

 Digamos pues que alcanzamos nuestra Plenitud como Discípulos de Jesús, gracias a la Palabra guardada y al insondable Misterio de la Eucaristía. De la Palabra y la Eucaristía, surgen los besos de Dios a nuestras almas.

 

P Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com