jueves, 31 de enero de 2019

Entender la Misericordia de Dios





¡Ojo! no abuses de la Misericordia de Dios… “Hago lo que me parece mientras vivo y, al final de mi vida -o en medio- me confieso y ¡Ya!”, y  ya te condenas… 

Pecar para confesarse después, no es lícito ante Dios. Son cosas del demonio que te insta a tener la esperanza del perdón cometiendo pecados sin fin. Dios es justo y misericordioso pero no Le obligues a perder su paciencia contigo -está Escrito-. 
  
El infierno es inmenso como el firmamento ¡No sabes lo fácil que es llegar! La creencia de que el perdón es “gratuito” es una grave ofensa a Dios. 

Si no hay dolor de conciencia ante cualquier pecado por pequeño que sea y reincides sin fin porque piensas que obtendrás el perdón infinito, te aseguro por Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento, que no serás perdonado: Daniel 5-3; Isaías 1; Mateo 21-29; Job 14-17; Eclesiastés 5-5; Génesis 15-16… Todos hablan de no añadir pecado sobre pecado… El mero hecho de ser un fariseo, por no cumplir, es suficiente para que Dios te juzgue y te condene; lee como dijo: “No os conozco” (Mt. 7:21-23).    

La desobediencia a La Palabra, donde está toda tu vida y comportamiento, es la clave de su frase: “No te conozco”. Hacer lo que “te parece correcto” sin pasar por el Evangelio, no viene de Dios, sino de ti… ¡Pobre miserable!  

Pidámosle ayuda para actuar en comunión con su Palabra. Dios ensalza nuestra lucha y nos perdona si ponemos nuestra debilidad en sus manos, deseando con el alma parecernos a Él y Él, es el Evangelio.

No esperes al final un perdón gratuito… Su justicia será implacable.   
   
 Emma Díez Lobo


miércoles, 30 de enero de 2019

Ayuna y llénate



El ayuno tiene como objetivo vaciar nuestro corazón para llenarlo de algo más valioso. Es una necesaria limpieza del alma para conseguir la grandeza para la que Dios nos ha creado.
Ayuna de juzgar a otros; descubre a Cristo que vive en ellos.
Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases sanadoras.
Ayuna de descontento; llénate de gratitud.
Ayuna de enojos; llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo; llénate de esperanza cristiana.
Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte; llénate de aprecio por la maravilla que es la vida.
Ayuna de las presiones que no cesan; llénate de una oración que no cesa.
Ayuna de amargura; llénate de perdón.
Ayuna de darte importancia a ti mismo; llénate de compasión por los demás.
Ayuna de ansiedad sobre tus cosas; comprométete en la propagación del Reino.
Ayuna de desaliento; llénate del entusiasmo de la fe.
Ayuna de pensamientos mundanos; llénate de las verdades que fundamentan la santidad.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; llénate de todo lo que a Él te acerque.


martes, 29 de enero de 2019

Qué desea la Navidad




                                                                                    
Si eres católico, no un cristiano “adulterado” que añade, quita o cambia la Palabra Escrita (Apoc. 22:18,19), sabes que la Navidad es un renacer en La Palabra de Jesús. Cada año, Él nos recuerda junto a su Madre, que el alma sigue, que cada uno vivirá eternamente donde “elija”.

Hace poco, en Navidad, escuché a un tipo -en un “viral”- que  decía: “Si Jesús ha muerto para salvarnos, todos somos salvos; ni las misas, ni las oraciones, ni las religiones, sirven para nada”… Perfecto ignorante que cree salvarse porque Jesús murió por él, perdonando toda su vida y asunto concluido.

Cuando no se lee La Palabra, el mal se aprovecha y se instala en el alma. Pocos se salvan en verdad y, con estos “speeches” absurdos e intencionados, menos aún. El tema es alejar al hombre del Evangelio.

La Navidad es recuerdo y es Gracia; es tener la oportunidad del cielo haciendo “el camino” y, en cada paso, un mensaje de Cristo. Pues ¿Qué otro motivo tuvo su Nacer sino su Palabra? Antes de Él, ni cumpliendo los Mandamientos, el cielo se abría para nadie. 

Hoy lo tenemos abierto, pero ni tú ni yo entraremos si NO atendemos al Evangelio, si no consideramos la confesión y la Eucaristía, como medio para llegar a Él. El Bautismo por sí solo, no garantiza la salvación. 
    
La Verdad no es un misterio, es UNA y está ESCRITA. ¿Dónde la humildad de NO reconocerse miserable ante el Evangelio? Mal final veo...

Recordemos el Libro Sagrado en cada Navidad, lo practiquemos en toda su plenitud y nos salvemos.  

Emma Díez Lobo

lunes, 28 de enero de 2019

Jornada mundial de la Vida Consagrada




Padre Nuestro

La vida consagrada, presencia del amor de Dios

De igual modo, en la liturgia de esta fiesta, la Iglesia, representada por nuestro obispo diocesano y por todos los fieles que nos acompañan, invita a las personas consagradas a tener un encuentro con el amor de Dios. Los consagrados ofrecen el testimonio vivo de que Dios está presente en todo lugar y época, de que su amor llega a todos los rincones de la tierra y del corazón humano. En esta Jornada, que lleva por lema «Padre nuestro. La vida consagrada, presencia del amor de Dios», renovamos nuestra respuesta a la elección de Dios, y salimos al encuentro del Señor con la luz de la fe, la fuerza de la esperanza y el fuego del amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones.

 En esta Jornada mundial de la Vida Consagrada damos gracias a Dios por todas las personas consagradas, que desde las diversas vocaciones y formas de servicio son presencia elocuente del Amor de Dios en el mundo. Invitamos encarecidamente a todos los fieles cristianos a dar gracias a la Trinidad por el don de la vida consagrada, que siempre es iniciativa del amor del Padre

 Bendito eres, Señor, Padre nuestro, porque en tu gran misericordia, y por medio de tu Espíritu, no has dejado de llamar, a lo largo de la historia, a hombres y mujeres que, consagrados a Ti, fuesen en la Iglesia presencia de tu  Amor y manifestación viva del seguimiento radical de Cristo, testigos creíbles del Evangelio, profetas humildes y valientes de tu Reino, hijos fieles de la Iglesia. Por ello ¡te glorificamos!

Te glorificamos, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra porque en tu Hijo Jesús nos has mostrado el camino del amor sin medida en el servicio solícito y generoso. Cristo ha hecho de Tu voluntad su alimento y su descanso, su fortaleza y su alegría.

Gracias, Padre, por habernos querido asociar íntimamente a este misterio de obediencia filial, en Cristo, por Cristo y con Cristo. La Virgen María, la Sierva obediente, siempre dócil a tu Palabra, nos precede en la sincera adhesión a tu santa voluntad, y renovamos nuestro voto de obediencia que un día profesamos en el seno de tu Iglesia.

Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, nuestro Dios y Señor, nos has dado la verdad de tu amor, donación sin reservas y entrega sin límite. Él, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, nos ha mostrado la dicha evangélica reservada para los mansos y humildes de corazón, los pobres de espíritu, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, los perseguidos y los que sufren a diario por causa de tu Reino.

 Gracias, Padre, porque en Cristo nos lo has entregado todo. Él es tu Hijo Amado, a quien nos invitas a escuchar siempre. Él, nuestro maestro y nuestro hermano, es el Hombre-Dios paciente y misericordioso, compasivo y fiel, que ha venido a buscar lo que estaba perdido y enseñarnos el camino de regreso a la Casa del Padre. De Él aprendemos que no tenemos, aquí en la tierra, otro lugar donde reclinar nuestra cabeza fuera de Ti. Junto a Él somos dichosos de vivir desprendidos, compartiendo nuestros bienes con los necesitados  y proclamando que solo Cristo es nuestra riqueza.

Oh, Señor: mira con ojos de misericordia a estos hijos e hijas tuyos: un día les llamaste y ellos te siguieron. Lo dejaron todo por Ti. Renueva hoy en sus vidas el fuego ardiente del amor primero. Ayúdales a caminar presurosos tras las huellas de tu Hijo e infunde en sus corazones la adhesión plena a tu Palabra y la comunión sin fisuras con nuestra Madre la Iglesia. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos . Amén.

PRECES

ü  Por los jóvenes: para que, descubriendo el amor de Dios, puedan escuchar su voz y estén dispuestos a ofrecer sus vidas siguiendo su llamada. Roguemos al Señor. –

ü  Por todos los miembros de Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica, por el Orden de las vírgenes, y por cuantos han recibido el don de la llamada a la consagración: para que, alcanzados por Cristo, sean auténticos testigos de la presencia del Amor de Dios en nuestra sociedad y en el mundo entero. Roguemos al Señor.

ü  Por las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a sus hijos: para que, impulsadas por la fuerza del Espíritu Santo y el amor de Jesús, sean semilleros de nuevas vocaciones. Roguemos al Señor.





domingo, 27 de enero de 2019

La Primera Mirada




… dar la Buena Noticia a los pobres

La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado de las personas, sino al sufrimiento que arruina sus vidas. Lo primero que toca su corazón no es el pecado, sino el dolor, la opresión y la humillación que padecen hombres y mujeres. El pecado consiste precisamente en cerrarse al sufrimiento de los demás para pensar sólo en el propio bienestar.

La exégesis contemporánea atribuye una importancia decisiva al «relato programático» de la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16-22). Jesús se siente «ungido por el Espíritu» de un Dios que se preocupa de los que sufren, impregnado por su amor a los pobres y desvalidos. Es ese Espíritu el que lo empuja a entregar su existencia entera a liberar, aliviar, sanar, perdonar: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19).

Este programa de actuación propio de Cristo no ha sido siempre el de los cristianos. La teología cristiana ha dirigido más su atención al pecado de la criatura que a su sufrimiento.  El teólogo J:B: Metz ha denunciado repetidamente este grave desplazamiento: «La doctrina cristiana de la salvación ha dramatizado demasiado el problema del pecado mientras ha relativizado el problema del sufrimiento». Es así. Muchas veces la preocupación por el dolor humano ha quedado atenuada por la atención a la redención del pecado.
En el interior del cristianismo hay una fe no en cualquier dios, sino en el Dios atento al dolor humano. Frente a la «mística de ojos cerrados» propia del budismo y de la espiritualidad del Oriente en general, volcados sobre todo en la atención a lo interior, el cristianismo ha de cultivar una «mística de ojos abiertos» y una espiritualidad de la obligación absoluta de atender al dolor de los otros.

Al cristiano verdaderamente espiritual -«ungido por el Espíritu»- se lo encuentra, lo mismo que a Cristo, junto a los más desvalidos y humillados. Lo que le caracteriza no es tanto la comunicación íntima con el Ser Supremo cuanto la apertura al amor de un Dios Padre que empuja y envía a sus fieles hacia los seres más pobres y abandonados.

Como recordó el cardenal Carlo Martini, en estos tiempos de globalización, el cristianismo ha de globalizar la atención al sufrimiento de los pobres de la Tierra.

(Ed. Buenas Noticias)

sábado, 26 de enero de 2019

III Domingo del Tiempo Ordinario





hoy sigue siendo Jesús  profeta-salvador

     Jesús comienza oficialmente su ministerio en la sinagoga del pueblo donde ha residido hasta ese momento. Lo hace manifestando públicamente la experiencia espiritual que tuvo inmediatamente después de su bautismo, cuando experimentó cómo el Padre le ungía como mesías-profeta en la línea del Siervo de Yahvé. Aprovecha para ello la posibilidad que ofrecía el culto sinagogal, eminentemente laico (no es necesario ser sacerdote para intervenir). Leen y comentan la palabra de Dios los voluntarios que se sientan capacitados para ello. Aquel día se lee Is 61,1-2, texto profético que anuncia la futura venida de un ungido especial, profeta, enviado para evangelizar a los pobres, proclamar libertad a los cautivos, recuperación de la vista a los ciegos, liberación a los oprimidos, para proclamar un año de gracia del Señor. Jesús lee el texto y lo comenta ante la expectación del auditorio. Fue un comentario breve y actualizante, modelo de lo que debe ser una homilía: Hoy se ha cumplido esta palabra que acabáis de oír.

“Hoy” es el comienzo de un día que durará hasta el final de la Historia de la salvación. “Se ha cumplido”: con esta afirmación Jesús sintetiza toda su obra, que comienza entonces. Se refiere a su obra salvadora que va a llevar a cabo plenamente como profeta y salvador, profeta que da la luz de Dios e ilumina a los ciegos, y salvador que libera de todo tipo de esclavitud, comenzando por la esclavitud del pecado y de la muerte, siguiendo por toda clase de esclavitudes sociales . Así comenzó el Año Jubilar definitivo, que llega hasta nuestros días. Este mensaje en Nazaret fue el comienzo de una tarea que culminó Jesús con su muerte y resurrección.

     Es importante renovar la conciencia de que Jesús, hoy, en este 3º domingo del tiempo ordinario, es el Viviente. No hablamos de un ilustre difunto del pasado, sino del  Señor resucitado, profeta y salvador, que hoy a cada uno nos habla como profeta y ofrece su salvación como salvador. Ahora por el bautismo hemos sido incorporados a Cristo resucitado, formando parte de su cuerpo (2ª lectura). Somos miembros de un Viviente y hemos de vivir de acuerdo con su vida del Viviente, en concreto de acuerdo con las exigencias de unidad y servicio que exige Cristo, cabeza del cuerpo. Como afirma Pablo, Vivo yo, no, es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).

     Esto es  especialmente importante en el contexto de la Eucaristía, en que el Señor resucitado se hace sacramentalmente presente. Como afirma la exhortación postsinodal Verbum Domini, la liturgia es el lugar privilegiado de la proclamación de la palabra de Dios, en que ejerce su dinamismo en el sacramento. Por ello en ella hay que renovar el esfuerzo de vivir el hoy  de la obra salvadora. Ninguna homilía debe descuidar este aspecto. Como servicio al pueblo de Dios, ha de esforzarse por hacer ver que lo proclamado en la liturgia de la palabra, es ahora realidad en la liturgia sacrificial. En la liturgia de la palabra no se recuerda sin más lo que Dios por Jesús hizo en el pasado, sino que se anuncia lo que está haciendo ahora, hoy, en que también se cumple. Jesús es el profeta-salvador que en cada celebración habla a su comunidad  y le ofrece la salvación en su situación concreta.

D. Antonio Rodríguez Carmona





viernes, 25 de enero de 2019

Plegaria




"Tú eres, oh Cristo,
mi Padre santo, mi Dios misericordioso,
mi rey poderoso, mi buen pastor,
mi único maestro, mi mejor ayuda,
mi amado hermosísimo, mi pan vivo,
mi sacerdote por la eternidad,
mi guía hacia la patria,
mi luz verdadera, mi dulzura santa,
mi camino recto, mi Sabiduría preclara,
mi humilde simplicidad, mi concordia pacífica,
mi protección total, mi rica heredad,
mi salvación eterna....
¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo!
¿Por qué habré deseado durante la vida
algo fuera de Ti, mi Jesús y mi Dios?
¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en Ti?
Anhelos todos de mi corazón,
inflámense y desbórdense desde ahora
hacia el Señor Jesús;
corran, que mucho se han retrasado,
apresúrense hacia la meta,
busquen a quien buscan.
¡Oh Jesús! ¡Anatema quien no te amé!
¡Reboce de amargura quien no te quiera!
¡Dulce Jesús,
que todo buen corazón dispuesto a la alabanza,
te amé,
se deleite en Ti,
se admire ante Ti!
¡Dios de mi corazón!
¡Herencia mía, Cristo Jesús!
¡Desfallezca el latir de mi corazón!
vive, Señor, en mí;
enciéndase en mi pecho
la viva llama de tu amor,
acrézcase en incendio;
arda siempre en el altar de mi corazón,
queme en mis entrañas,
incendie lo íntimo de mi alma,
y que en el día de mi muerte
comparezca yo consumado en tu presencia.
Amén."

(San Agustín)

miércoles, 23 de enero de 2019

Tú, eres, mi Señor








¡¡Qué bella y acertadamente lo expresó también Santa Teresa de Calcuta!!:

Tú, eres, mi Señor, el hambre que debe ser saciado,

la sed que debe ser apagada,

el desnudo que debe ser vestido,

el sin techo que debe ser hospedado

el enfermo que debe ser curado

el abandonado que debe ser amado

el no aceptado que debe ser recibido

el leproso que debe ser lavado

el mendigo que debe ser socorrido

el borracho que debe ser protegido

el disminuido que debe ser abrazado

el ciego que debe ser acompañado

el sin voz que necesita que alguien hable por él,

el cojo que necesita que alguien camine con él,

el anciano que debe ser servido,

el perdido que debe ser reconducido”.


martes, 22 de enero de 2019

Como el Hijo de Dios nos mira a cada uno de nosotros.




Como el Hijo de Dios nos mira a cada uno de nosotros.
Si nadie te ama, mi alegría es amarte.
Si lloras, estoy deseando consolarte.
Si eres débil, te daré mi fuerza y mi energía.
Si nadie te necesita, yo te busco.
Si eres inútil, yo no puedo prescindir de ti.
Si estás vacío, mi llenura te colmará.
Si tienes miedo, te llevo sobre mis espaldas.
Si quieres caminar, iré contigo.
Si me llamas, vengo siempre.
Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte.
Si estás cansado, soy tu descanso.
Si pecas, soy tu perdón.
Si me pides, soy don para ti.
Si me necesitas, te digo: estoy aquí dentro de ti.
Si te resistes, no quiero que hagamos nada a la fuerza.
Si estás a oscuras, soy lámpara para tus pasos.
Si tienes hambre, soy pan de vida para ti.
Si eres infiel, yo soy fiel.
Si quieres conversar, yo te escucho siempre.
Si me miras, verás la verdad de tu corazón.
Si estás en prisión, te voy a liberar.
Si te quiebras, te curo todas las fracturas..
Si estás excluido, yo soy tu aliado.
Si todos te olvidan, mis entrañas se estremecen recordándote.
Si no tienes a nadie, me tienes a mí

lunes, 21 de enero de 2019

Herejía


                                                      


      
Nuestros antepasados estaban “locos”… ¡Qué poco entendieron el Evangelio!, ¿mira que matar por no creer en Jesús? El fanatismo conduce a la muerte y, eliminar la vida, es pecado mortal.  

En verdad que no leyeron o no entendieron La Palabra… Jesús era bondad ¡Qué locura pensar que Dios estaba con ellos, qué locura! Antes está Dios en un no creyente bueno, que en un “creyente” asesino.  

Jesús está por la vida: “El vino nuevo en odres nuevos” (Evangelio) y, aunque a Él lo mataron los no creyentes, gracias al “Vino Nuevo” (su Palabra), Él les perdonó. ¿Quiénes somos nosotros para actuar de distinta manera?

El hereje busca contrariar la fe o el dogma de una religión, particularmente la de Cristo, pero aún con toda la gravedad que esto significa, la vida es sagrada y solo Dios juzgará en el día final, no el hombre.   

Hoy la herejía se desata en sectores de la vida con un odio cerval, es el “MAL” regocijándose en el dramático desenlace mortal… Y como dijo una vez el Padre Pío a un hombre que se confesaba: “Si no crees en el infierno, cuando mueras lo verás”.   

Bendita suerte la de aquellos que imploren la Misericordia infinita de Dios, pero por desgracia muchos no lo harán. Dios dijo que pocos se salvan y es infinitamente cierto.
   

Asesinar en nombre de Dios u odiar a quienes siguen a Dios, es cumplir la voluntad de Satanás. El infierno está lleno… Y la puerta del cielo es muy estrecha. “Quien tenga oídos que oiga” (Jesús); quien tenga el Nuevo Testamento, lo lea (Emma).

                                             

Emma Díez Lobo


sábado, 19 de enero de 2019

II Domingo del Tiempo Ordinario




La nueva economía de la alegría

San Juan da mucho énfasis al primer milagro que realizó Jesús, viendo en él un anuncio y síntesis de toda su obra: comienza el tiempo de las bodas de Dios con la humanidad por medio de Jesús y por intercesión de María su madre.

El matrimonio –hoy tan combatido por movimientos materialistas- es «el arquetipo por excelencia del amor humano, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente cuerpo y alma y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen a primera vista los demás tipos de amor» (Enc. Deus caritas est  2). Dios lo ha elegido como símbolo de su obra salvadora. Él es el esposo y la humanidad la esposa. Él se entrega totalmente a la esposa para que tenga plenitud de vida, de felicidad y de fecundidad. Todo el Antiguo Testamento fue un intento de realizar plenamente esta unión entre Dios y su pueblo, pero nunca se pudo realizar debido a la infidelidad de la esposa, siempre inclinada a seguir a los ídolos. Por eso Dios la castiga y anuncia a la vez un tiempo en que se realizará plenamente el matrimonio (1ª lectura). En este contexto tiene lugar el primer signo que realiza Jesús.

El relato de san Juan no es un relato-crónica psicológico, sino un relato con rasgos simbólicos de un hecho que tuvo lugar. Jesús aparece como amigo de los hombres, compartiendo sus alegrías; por eso asiste a la boda, con sus discípulos y su madre. La celebración de la boda en aquella época se prolongaba durante varios días, en que los invitados comían en la casa de los novios. Falta el vino, símbolo de alegría. La madre de Jesús se lo comunica a su Hijo, sugiriéndole que intervenga. La respuesta de Jesús hay que verla como rasgo teológico: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora, (literalmente, mujer, qué [hay] entre tú y yo),  es decir, Jesús va actuar y traer vino de forma independiente a toda influencia humana, porque la salvación es solo obra de Dios (hay quien interpreta la respuesta de Jesús a su madre de forma psicológica, encontrándola poco fina, pero este tipo de lectura está fuera de lugar). En el momento de la petición todavía no ha llegado su hora, es decir, el tiempo de su muerte y resurrección en que se hará efectivo todo lo que se va a significar aquí y en que él hará partícipe a su madre en su obra salvadora. Nos la dejará como madre (Jn 19,26-27). María entiende la respuesta en sentido positivo y en sintonía con su Hijo manda a los sirvientes: Haced lo que él os diga. Se llenan de agua seis tinajas de piedra, destinadas a la purificación de los judíos, de  unos cien litros cada. Y el agua se convierte en un vino especial, como constata el mayordomo. El agua significa todo el Antiguo Testamento, tiempo de purificaciones con agua, el vino, en cambio, el Nuevo Testamento, tiempo de alegría por las bodas definitivas de Dios con la humanidad. San Juan subraya que este fue el primer signo realizado por Jesús, que manifestó su gloria y que creció la fe de sus discípulos. Signo es una realidad que lleva a otra. Aquí lleva a la realidad de las bodas de Dios con la humanidad, tiempo de alegría, todo ello fruto de la gloria de Jesús, es decir, de que comparte el poder salvador de Dios.

Este signo ofrece una síntesis de la obra salvadora de Jesús, que es íntima unión amorosa,  gozosa y fecunda entre Dios y los hombres, entre Dios y su Iglesia. Esto implica que cada cristiano ha de vivir su pertenencia a la Iglesia en una relación fiel y gozosa con el Padre por medio de Jesucristo, una unión que debe ser fecunda, engendrando nuevos hermanos. Como recuerda Pablo (2ª lectura), cada cristiano es un miembro de Cristo-Esposo y, como tal, ha recibido una tarea concreta, dada libremente por el Espíritu Santo al servicio de los demás.

Cada celebración de la Eucaristía debe ser renovación gozosa de las bodas de Cristo con su Iglesia. En ella debe ir creciendo la fe de los discípulos y perfeccionando su unión amorosa y fecunda con el Padre por medio de Jesucristo.

Rvdo. Antonio Rodríguez Carmona

miércoles, 16 de enero de 2019

Poema






“Sí, me levantaré, volveré junto a mi padre.” (Lc 15,18) -  

 Volveré a casa de mi padre como el hijo pródigo y seré acogido.

Como hizo él, lo haré yo también. ¿No me escuchará?  

A tu puerta, Padre misericordioso, llamaré.

¡Ábreme, que entre, que no me pierda de nuevo y muera!

Tú me has constituido heredero tuyo, y yo he dilapidado mi herencia.

¡Trátame como a uno de tus jornaleros.
   
Como del publicano ¡ten piedad de mí y viviré!

Como a la pecadora ¡perdóname mi pecado, Hijo de Dios!

Como a Pedro ¡sácame de las aguas de mi bajeza, que no me hunda!

Como a la oveja perdida ¡búscame y me encontrarás y sobre tus hombres, Señor, llévame a la casa del Padre!

Como al ciego, ¡ábreme los ojos, que vea la luz!

Como al sordo ¡ábreme los oídos y escucharé tu voz!

Como al paralítico ¡cura mi enfermedad y alabaré tu nombre!

Como al leproso ¡con tu hisopo purifícame de mis inmundicias! (Sal 50,9)

Como a la niña, hija de Jairo, ¡dame la vida, oh Señor!

Como a la suegra de Pedro, ¡cúrame porque estoy enfermo!

Como al joven ¡hijo de la viuda, levántame!

 Como a Lázaro, ¡llámame por tu voz y desata mis vendas!

Ya que estoy muerto por el pecado, como por una enfermedad.

¡Levántame de mi desastre para que alabe tu nombre!

Te lo pido, Señor de tierra y cielo, ¡ven en mi auxilio y muéstrame el camino para que llegue hasta ti!

¡Llévame hasta ti, Hijo del Sumo Bien y colma tu misericordia!

Iré hacia ti y me saciaré de tu alegría.


Jacques de Saroug

martes, 15 de enero de 2019

LA VIDA





La vida te desilusiona para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad.

La vida te destruye todo lo superfluo, hasta que quede sólo lo importante.

La vida no te deja en paz, para que dejes de pelearte, y aceptes todo lo que Es.

La vida te retira lo que tienes, hasta que dejas de quejarte y agradeces.

La vida te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes adentro.

La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que te decides a aprender la lección.

La vida te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como río.

La vida te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de “reaccionar”.

La vida te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobras tu fe.

La vida te quita el amor verdadero, no te lo concede hasta que dejas de intentar comprarlo con baratijas.

La vida se ríe de ti tantas veces, hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo.

La vida te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz.

La vida te enfrenta con rebeldes, hasta que dejas de tratar de controlar.

La vida te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas.

La vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes.

La vida te humilla y derrota una y otra vez hasta que decides dejar morir tu ego.

La vida te niega los bienes y la grandeza hasta que dejas de querer bienes y grandeza y comienzas a servir.

La vida te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no las necesitas, sino solo desaparecer de las formas y volar desde el Ser.

La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro.

La vida te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir.

La vida te ridiculiza hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo.

La vida no te da lo que tú quieres, sino lo que necesitas para crecer y evolucionar.

La vida te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar.

La vida te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos.

La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todo.

La vida te acorta, te poda, te quita, te rompe, te desilusiona, te agrieta, te rompe… hasta que sólo en ti queda AMOR.

(Berth Hellinger)