viernes, 31 de marzo de 2023

«Vocacionados al amor por ser imagen de Dios»

 



Una vez más deseo entrar en tu corazón; quiero que pienses en la hondura de tu existencia, que veas quién eres de verdad. Creados a imagen de Dios, hombre y mujer estamos vacacionados al amor. No lo dudes; no andes buscando por otros caminos quién eres. Sabes bien quién eres: eres imagen de Dios. Lo podrás negar, podrás vivir en la ignorancia, pero te invito a que te descubras en tu verdad. ¡Descúbrete a ti mismo! ¡Sé valiente para entrar en ti mismo! No busques caminos que no te llevan a ninguna parte. Comprueba que tu camino está inscrito en lo más hondo de tu existencia. Si los seres humanos viviésemos en la verdad de lo que somos, ¡cuántas situaciones cambiarían en nuestra vida y en la construcción de la historia que hemos de hacer entre todos, con todos y para todos!

 

Lo que hace al hombre imagen de Dios es su vocación al amor. Y no a cualquier amor, solamente al que Dios ha derramado en ti. Somos semejantes a Dios en la medida en que amamos. Entonces, ¿el cuerpo humano tiene carácter teológico? La respuesta para mí es contundente: sí. De la conexión fundamental que se da entre Dios y el hombre, deriva la conexión indisoluble entre espíritu y cuerpo. ¡Qué hondura alcanza el ser humano visto así! Pues el hombre ciertamente es alma que se expresa en el cuerpo y cuerpo vivificado por un espíritu inmortal. Por ello, el cuerpo del hombre y de la mujer tienen un carácter teológico; no es sencilla y simplemente cuerpo y lo que es biológico no es solamente biológico, sino que es expresión y realización de nuestra humanidad.

 

Para comprobar lo anterior, descubre la belleza que tiene el cántico de amor del profeta Isaías, a través del cual Dios quiere hablar al corazón de su pueblo, pero que también se dirige a todos los hombres. Nos recuerda que somos creados a imagen de Dios, que es Amor, y que la forma que tenemos de brillar es amar. Dios nos espera y, ciertamente, Él quiere que lo amemos y seamos expresión viva de su amor.

 

Deseo decirte algo que quizá no tengas costumbre de escuchar, pero vas a permitir mi atrevimiento: solamente somos grandes unidos a Dios. A veces tomamos la decisión de apartar a Dios de nuestra vida, sintiendo que así somos más autónomos y libres, que así podemos hacer lo que nos apetezca. Pero puedo asegurarte que, cuando Dios desaparece de tu vida, no eres más grande. Entre otras cosas, porque pierdes la dignidad divina, pierdes ese esplendor que Dios da a tu rostro, convirtiéndote en producto que se puede usar, abusar y tirar. Compruébalo: deja entrar a Dios en tu vida, solamente eres grande y haces grandes a quienes encuentres si dejas entrar a Dios en tu vida. Las medidas con las que trates a los demás serán las que Dios te da y no las que des tú. La medida de Dios es su amor que no tiene medida.

Con gran afecto, te bendice,


+ Carlos Osoro Sierra

Cardenal arzobispo de Madrid

miércoles, 29 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra (Sl 48...11) ¡Déjame ir hacia ti, Señor!

 


 Este salmista movido por el Espíritu de Dios le alaba así: " Tu diestra está llena de justicia " Si, Dios fortalece a sus amigos cuando son objeto de calumnias y desprecios por su causa.  Lo hizo con Pedro. Recordemos el día que se levantó una tempestad tal que zarandeó la barca de los apóstoles. Asustados como estaban, oyeron una voz: ¡No temáis soy yo! Pedro grita en plena tempestad: ¡Señor, si eres tú, déjame ir hacia ti sobre las aguas! Jesús le dijo: ¡Ven! y Pedro saltó de la barca.

 Nos imaginamos los comentarios de los demás apóstoles: ¿Cómo se le ocurre a Pedro esta barbaridad, además ni él ni nosotros hemos visto a Jesús; tan solo hemos oído una voz desde el seno de las aguas… ¡Este Pedro está loco!...etc. Sabemos el desenlace: Pedro camino, dudó, comenzó a hundirse gritó y ¡La diestra de Jesús le levantó haciéndole justicia frente a sus murmuradores!

  ¡Déjame oír tu Voz! Súplica a Dios la esposa de del Cantar de los Cantares (Ct 8,13) Esta es la fe de los verdaderos discípulos de Jesús. Los que le oyen con los oídos del corazón y le siguen. Es una Voz tan potente que supera la visión de los ojos corporales. Jesús habló de ellos así: "Bienaventurados los que crean sin haberme visto " (Jn 20,29).

  

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 27 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Mi Buen Pastor (Sl 23)

 


Cuando Jesús, el Buen Pastor, pierde una de sus ovejas sale en su búsqueda como salió, por ejemplo, al encuentro de los dos Discípulos de   Emaús, que contrariados, habían dejado al resto de los Discípulos en Jerusalén. (Lc 24,13...). Cuando Jesús nos encuentra al habernos perdido, nos dice Lucas, que movido por una alegría incontenible nos acomoda suavemente sobre sus hombros (Lc 15,4-5).

 Muchas son las heridas que se nos abren a causa de nuestros desvaríos, pero Jesús que como dice Ezequiel no quiere la muerte del pecador, sino que cambie de conducta y que viva (Ez 18,23) nos recoge y cuida con ese Amor único que arde en su corazón de Buen Pastor.

 En el Salmo 23 revelación y descripción infinitamente bella de Jesús - Buen Pastor, leemos que Él hace recostar a sus ovejas en prados de hierba fresca, a los que San Agustín llama, los verdes prados de las Escrituras.

 Recostados y confortados con su aliento, pues nos encuentra quebrantados como cañas cascadas y mortecinos como mechas humeantes (Is 42,3) nos eleva hacia Él. Nuestro Buen Pastor que es " la Luz del mundo " (Jn 8,12), es garante de cada uno de nuestros pasos en nuestro caminar hacia Dios, nuestro Padre (Jn 14,6).

  Con su vara impide que nos desviemos y con su cayado nos defiende de la Gran Alimaña - Satanás - que pretende apartarnos de Dios. Si, Jesús es nuestro Buen Pastor que dio su vida por nosotros, sus ovejas (Jn 10,11).

  

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles com

 

domingo, 26 de marzo de 2023

Roma y Asís. Andaduras cuaresmales

 


En medio de esta andadura peregrina que nos hemos propuesto los cristianos en el tiempo de cuaresma, un grupo de fieles asturianos con la Orden Franciscana Seglar, hemos realizado un viaje. Roma y Asís, los destinos, y el motivo no tiene que ver con el habitual escarceo turístico, máquina de fotos en ristre, gafas de sol protectoras, guía orientadora en el lugar, y… a quemar horas desgastando la zapatilla de aquí para allá.

 La razón de este viaje ha sido explícitamente la peregrinación a dos lugares significativos de la historia cristiana. La Roma imperial que vio llegar a los primeros apóstoles, con Pedro y Pablo a la cabeza, donde entregarían su vida como mártires. Pero luego todo lo que el nuevo Pueblo de Dios ha ido escribiendo allí, a la sombra de un imperio decadente que terminó devorándose y destruyéndose a sí mismo, como siempre sucede con el mundo de las ideologías pretenciosas que prometen lo que saben que no darán jamás, y buscan lo que nunca declaran en los deseos de sus mercancías.

 En esas cenizas, irá emergiendo la alternativa cristiana. Los discípulos del Maestro de Galilea no llegaron para arrasar y conquistar, sino para ser la levadura en medio de una masa informe y deformada. Gustave Bardy, historiador francés, estudió la conversión al cristianismo en los primeros siglos, y tiene una manera provocativa de explicar ese fenómeno: los cristianos fueron alternativa desde el espectáculo de la santidad. Quiere decir que en medio de tanta barbarie, había personas que exhibían sin ninguna pretensión una vida razonable, y frente a la fealdad de todos los despropósitos, ellos se dejaban notar por una belleza sencilla y amable. Y cuando la maldad aguzaba todas las perversiones, entonces entraba la bondad desarmada como un modo distinto de mirar las cosas y de vivirlas. Hay, por tanto, una santidad que se aviene con la belleza, con la bondad, con la razón.

De esa Roma saldrán poetas cristianos, pensadores, juristas, artistas varios, y también familias enteras que cuidaban sus valores, sus relaciones, sin forzar antinaturalmente lo que por su misma confusión contradecía la naturaleza. Porque lo que se hace contra natura, la natura pasa siempre la factura, y termina por destruirnos por vivir como no fuimos pensados, ni esperados, ni deseados, ni acompañados por Quien nos hizo. Valía la pena asomarnos a siglos de presencia cristiana en la vieja y eterna Roma, aún en medio de las contradicciones y pecados que han podido cometer también las distintas generaciones cristianas. Pero nos quedamos con lo positivo que nos ayuda a dar gracias y a tomar lección: la bondad del corazón, la belleza en la mirada, la razón de nuestra esperanza.

 Y de ahí, nos fuimos a Asís. San Francisco y Santa Clara son una página de ese cristianismo vivido con una fuerza capaz de generar la admiración más tierna y verdadera. Son el evangelio hecho biografía. Pasear las callejuelas y plazuelas de esa ciudad medieval, adentrarse en los lugares donde acontecieron palabras y gestos de estos dos santos y los hermanos que los siguieron, era zambullirse en una historia de santidad que no nos resultaba extraña a nosotros, asturianos del siglo XXI que seguimos buscando a Dios dejándonos encontrar por Él para ser sus testigos en medio de nuestra generación. La paz y el bien, nos entró por todos los poros de nuestra vida: por los ojos que se asoman, los oídos que escuchan, los latidos que palpitan, para hacer sitio en el corazón a lo que en la cuaresma siempre nos propone la Iglesia: convertirnos, cambiar, volver a empezar, aventurarnos en las sorpresas de ese Dios que jamás aburre y que diciéndonos y mostrándonos lo mismo, jamás se repite. Volvemos a casa con la alegría del testimonio que dos ciudades cristianas nos han acercado para encender la esperanza y hacer sólida nuestra ilusión que nace de la fe y se expresa en la caridad de tantos modos. Ha sido un regalo cuaresmal.

 

Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

sábado, 25 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Dom. V Cuaresma Señor, yo creo, pero aumenta mi fe. (Jn 1,44)

 


Cuando Jesús llegó a la casa de Marta y María, por la muerte de su hermano Lázaro, Marta le dijo: ¡Si hubieses estado aquí no hubiese muerto...! Jesús la dice:  " Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees esto?" Marta le responde que sí y que cree que puede devolver la vida a su hermano.

  Sin embargo, cuando Jesús está frente a la tumba de Lázaro la fe de esta mujer, se tambalea. Ya han pasado cuatro días desde su muerte y el olor por la descomposición del cuerpo es notorio. En aquel tiempo, sin los avances médicos de hoy, la declaración oficial de una  defunción se hacía a partir del tercer día de su aparente muerte, ya que entonces empezaba la descomposición del cadáver; por eso dice Marta a Jesús: " Ya huele mal, estamos en el cuarto día " .

 Jesús la responde: ¿No te he dicho que si crees verás la Gloria de Dios?  A continuación, resucitó a Lázaro. Las dudas de Marta revelan lo que se llama el combate espiritual de la fe.

  Cuando permanecemos firmes en la fe, también cuando dudamos o nos sentimos en tinieblas, veremos, cómo Marta y María, la Gloria de Dios, es decir lo que puede hacer y hace por nosotros. Por ejemplo, cuando acogemos las Palabras de Vida del Evangelio y habitan en nuestra alma, ella, como dice el Salmo 131, está como un niño destetado en el regazo de su madre... en el regazo de Dios. 

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

jueves, 23 de marzo de 2023

«Contigo por la vida, siempre»

 

El próximo día 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada por la Vida. Una jornada que va cobrando cada vez más importancia a medida que la vida se ve amenazada.

 Esperando su consentimiento, el ángel Gabriel anunció a María que sería la madre del Hijo del Altísimo, justo nueve meses antes de su nacimiento, el 25 de diciembre. Esta es la fiesta de la “Encarnación”, la verdadera Navidad: desde su concepción, Jesús es ya Dios-con-nosotros, Enmanuel. El Hijo de Dios también fue un “cigoto”, un embrión, un feto, y como tal, se unió “en cierto modo” a todo ser humano que se encuentra en esa situación: Se hizo se semejante en todo a nosotros menos en el pecado (cf. GS 22).

Es llamativo celebrar esta fiesta navideña en torno a la Semana Santa. Esto nos hace ver que la “cuna” y la “cruz” se iluminan mutuamente: la vida que recibimos como don adquiere todo su valor cuando la entregamos. Y, cuando hablamos de “entregar” la vida, no nos referimos al suicidio o al deseo de morir, sino a hacerla fructificar en favor de los demás.

 Hace unos días, un medio de comunicación nacional decía que el Tribunal Constitucional afrontará la revisión de la Ley de la eutanasia de España porque “el valor de la vida no es un valor absoluto”. Si bien la vida es para entregarla y gastarla por un bien superior, es difícil de entender que unas leyes positivas y de consenso sean las que puedan determinar el valor de la vida, dependiendo de la edad, de las limitaciones, del estado de desarrollo…

 El derecho a la vida no es un derecho que conceda el Estado y que se determine por votación mayoritaria (como ir a votar a los 18, o recibir pensión a los 65). La vida es un hecho, más que un derecho; es un don y el Estado no lo puede dar, aunque se apropie la capacidad de quitarlo.

 El artículo 15 de nuestra Constitución dice que “todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral”. Esto constituye un auténtico logro de la humanidad porque defiende que nadie merece morir. La vida, incluso de los asesinos, de los prisioneros de guerra, de los forasteros, de los diferentes, de los enfermos, de los ancianos… es igualmente valiosa, y no es negociable según las circunstancias personales o sociales.

 Si se resquebraja este principio se pueden dar muchas excepciones e interpretaciones. ¿Por qué no sé van a cuestionar en otras ocasiones? Por eso el lema de la Jornada este año es “Contigo por la vida siempre”. Este “siempre” significa desde la concepción hasta la muerte natural. Y “contigo” significa acompañar y cuidar la vida, especialmente cuando más se necesita. A veces entendemos una vida digna como una vida independiente, y cuando no nos valemos por nosotros mismos somos descartables. El papa Francisco repite en varias ocasiones que el nivel de humanidad se mide por el cuidado y el respeto que tenemos con los demás, especialmente a los más vulnerables.

 ¿Cuál es el nivel de crecimiento en humanidad que tenemos los hombres de hoy? A veces parece que vamos hacia atrás como los cangrejos: asistimos a guerras que parecían ya superadas con los foros de diálogo y negociación en los organismos internacionales; volvemos a legalizar la muerte, aunque ahora no la llamamos ejecución por una pena, sino derecho por una dificultad. Todo lo que destruye una guerra hay que reconstruirlo después, pero las vidas perdidas no podemos devolverlas. Hay acciones que no permiten una segunda oportunidad, son para siempre. Que no nos equivoquemos para mal, sino que concedamos el beneficio de la duda para bien.

El día 26, en la parroquia Nuestra Señora de Fátima de Cáceres, tendremos la eucaristía diocesana por la vida organizada por la Delegación Familia y Vida, pero en todas las parroquias se rezará especialmente por el respeto a este don que nos viene directamente de Dios.

 

Con mi bendición,

 

+ Jesús Pulido Arriero

Obispo de Coria-Cáceres

 

miércoles, 22 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Los pequeños de Dios (II) (Mt 11,25-30)

 


Que Luz tan profunda tuvo que recibir Jesús de parte del Padre, para exclamar: "Te bendigo Padre porque has escondido estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños..." La explicación de

"estas cosas, que son las cosas santas de Dios “la encontramos en este pasaje del Libro de la Sabiduría: "Los que guarden santamente las cosas santas serán reconocidos como santos...deseas pues mis palabras, ansiadlas que ellas os instruirán " (Sb 6,10-11).

  Jesús está diciendo que el Misterio de Dios está oculto a los sabios e inteligentes según el mundo y que Él se lo revela a sus hijos, a sus pequeños. Sondeemos unas palabras de Jesús   acerca de quienes son sus pequeños; me refiero al texto (Mt 19,13-22).

  En los primeros versículos vemos que los Apóstoles intentan apartar unos niños de Jesús para que no le molesten, pero Él aprovecha esta circunstancia para decirles: " Los que son como ellos heredarán el Reino de los Cielos “Para Jesús los niños...los pequeños de Dios son aquellos que acogiendo sus palabras en su corazón -como María- le dicen: Aquí estoy.

  Continuamos leyendo el pasaje y vemos a un joven rico que desea seguir a Jesús, pero cuando le dice que debe de escoger entre Él y sus bienes, se echa atrás, es decir no creyó que Jesús sería el garante de su sustento. (Mt 6,25...).

   Los sabios según este mundo, dada su frustración por no haber creído, como los pequeños - en las palabras de Jesús, descargan, como El mismo dijo, su odio contra ellos (Jn 15,18).

  

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 20 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Los pequeños de Dios I (Mt 11,25-30)

 


 Que Luz tan profunda tuvo que recibir Jesús de parte del Padre, para exclamar: "Te bendigo Padre porque has escondido estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños..." La explicación de " estas cosas, que son las cosas santas de Dios“ la encontramos en este pasaje del Libro de la Sabiduría:  Los que guarden santamente las cosas santas serán reconocidos como santos...deseas pues mis palabras, ansiadas que ellas os instruirán " (Sb 6,10-11).

  Jesús está diciendo que el Misterio de Dios está oculto a los sabios e inteligentes según el mundo y que Él se lo revela a sus hijos, a sus pequeños. Sondeemos unas palabras de Jesús   acerca de quienes son sus pequeños; me refiero al texto (Mt 19,13-22).

  En los primeros versículos vemos que los Apóstoles intentan apartar unos niños de Jesús para que no le molesten, pero Él aprovecha esta circunstancia para decirles: “Los que son como ellos heredarán el Reino de los Cielos “Para Jesús los niños...los pequeños de Dios son aquellos que acogiendo sus palabras en su corazón - como María - le dicen: Aquí estoy. 

  Continuamos leyendo el pasaje y vemos a un joven rico que desea seguir a Jesús, pero cuando le dice que debe de escoger entre Él y sus bienes, se echa atrás, es decir no creyó que Jesús sería el garante de su sustento. (Mt 6,25...)  Los sabios según este mundo, dada su frustración por no haber creído, como los pequeños - en las palabras de Jesús, descargan, como El mismo dijo, su odio contra ellos (Jn 15,18).

 

Seguimos el Miércoles....

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

domingo, 19 de marzo de 2023

En el taller de la vida: aprender a ser padres

 


 Seguimos avanzando de modo imparable en este año que estrenábamos tres meses atrás. Marzo ventoso nos acerca una festividad que es entrañable en nuestro imaginario social y cristiano en torno al día del padre. Por eso es pertinente señalar el ataque que la paternidad humana está sufriendo en este momento, y que no es simplemente un episodio fragmentario de una batalla coyuntural, sino que tiene mucha más envergadura y pretende desplazar el orden de las cosas que se inscribe en la ley natural y en la historia de la humanidad, de las que forman parte la revelación judeocristiana y la tradición cultural y religiosa a la que pertenecemos. Quienes pretenden deconstruir esa historia imponiendo ideológicamente una alternativa desde un nuevo orden mundial, sabe que ha de tocar los grandes núcleos que representan la vida, la familia y la educación, y dentro de ellas tres la misión que se reserva al varón y a la mujer con su vocación y misión complementaria, no rivales en una dialéctica de trinchera entre hembrismo y machismo.

 La historia de la humanidad representa el viaje de vuelta desde que salimos de aquella casa con forma de jardín, en el edén de la primera mañana. Aquella belleza y bondad, quedaron trucadas y truncadas por un pecado de origen cuando el hombre porfió al mismo Dios queriendo ser como Él, como colega que mercadea, en vez de hijo que agradece. Ante la belleza manchada y la bondad envilecida, Dios no se fue a otra galaxia para probar mejor suerte con otras criaturas debidas a sus manos creadoras, sino que se quedó con nosotros reconstruyendo nuestra historia.

 En esa historia aparece la figura de un carpintero, aparente actor secundario de una trama de salvación. La paternidad que Dios confía a José respecto de Jesús, no es otra que la de cuidar la vida que el Señor pone en sus manos, no la que pudieron haber hecho ellas jugando a lo prohibido con sus mañas de artesano. La vida es un don, no una conquista, no es cálculo que se nos antoja para asegurarnos los planes o caprichos egoístas. Esa es la vida que Dios quiso que José custodiara: la de su esposa María y la del hijo que virginalmente ella había concebido y que él asumió fiándose de Dios que le anunció también a él la gracia que le incumbía. José acepta el acompañamiento de María y de Jesús, sabiendo que ninguno le pertenecían. Es dar la vida por la obra de otro.

 A san José se le recordó que hay una Vida con mayúsculas que no la hacemos nosotros, ni depende de nosotros, que tan sólo podemos acompañarla porque es un milagro su aparición y será también un milagro su último destino. Sólo los que saben que todo nos es dado, sólo ellos pueden vivir en estupor respetuoso y agradecido, porque toda la vida es una gracia inmerecida, toda la vida es un don regalado.

 En este contexto celebramos el día del padre y al mismo tiempo el día del Seminario, puesto que los futuros sacerdotes participan de esa paternidad que reconocemos en San José.  Creemos que hay una fecundidad diferente, que no nace de la carne ni del amor carnal, pero que igualmente da frutos desde la paternidad y maternidad espiritual. En este sentido, en la festividad de San José pedimos también por los llamados a ejercer la paternidad espiritual como sacerdotes y por los que se forman en los seminarios que un día ejercerán esa paternidad ministerial. También a ellos Dios les confía la vida de tantos modos como hiciera con San José: no es la gracia que hacen sus manos, aunque sean éstas las que la repartan, y la palabra divina que anuncian sus labios no nacen de su particular vocabulario, pero Dios ha querido distribuir en esas pequeñas manos el don más infinito, y balbucir en esos titubeantes labios la verdad más luminosa. Con inmensa gratitud celebramos el día del padre y el día del seminario, pidiendo a Dios por la preciosa misión que paternalmente se les ha confiado.

 

+ Jesús Sanz Montes

Arzobispo de Oviedo

sábado, 18 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra Dom. IV (Jn 9,1-41) ¡Señor, quiero verte!

 


Hoy vemos que Jesús cura a un ciego de nacimiento.

 Nos llama la atención los signos que utiliza para dar la vista a este hombre. Se agacha, coge un poco de barro, lo mezcla con su saliva y lo aplica a sus ojos. Entonces dice al ciego:  ve a lavarte a la piscina de Siloé; en ella se purificaban los judíos antes de entrar en el Templo. El ciego obedeció a Jesús y se curó de su ceguera.

  Fijémonos en estos signos de Jesús:  se agachó, descendió del Padre y se hizo hombre, (Jn 1,14).  Tomo barro - nuestros pecados- en sus manos y lo mezcló con su saliva. Su saliva simboliza su Palabra; de hecho, un hombre que por enfermedad no pudiese segregar saliva no podría emitir palabra alguna pues tendría la boca seca.

 La Catequesis de este pasaje es tan fuerte como sublime. El hombre puede llegar a ver, oír, palpar...saborear a Dios con los sentidos del alma, como decía San Agustín, cuando las palabras de Jesús alcanzan nuestras entrañas y las guardamos en el corazón.  (1 Jn 1,1-3).

  Los fariseos de siempre, como mucho, las oyen solo como dato académico impidiendo así que alcancen sus corazones, de ahí que sus vanidades se vayan enquistando en ellos atrofiando los sentidos propios de su alma.   Cuando Jesús dijo a sus discípulos, de todos los tiempos, id por todo el mundo y predicad el Evangelio, les y nos estaba dando el poder - inherente al Evangelio- de abrir los sentidos del alma de quienes lo acogen para poder así “verle, oírle, saborearle...etc. "

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

jueves, 16 de marzo de 2023

«Una cuestión social: tutelar la vida y la familia»

 



La ciencia y los avances científicos están brindando unas posibilidades inéditas hasta ahora para mejorar la existencia de todos los hombres —como subrayó en alguna ocasión Benedicto XVI—, pero, al mismo tiempo, la vida está amenazada en numerosos lugares del mundo, también aquí, en España. Muchas veces «el ideal democrático, que es verdaderamente tal cuando reconoce y tutela la dignidad de toda persona humana, es traicionado en sus mismas bases» —en expresión de san Juan Pablo II— y la vida se convierte es la nueva frontera de la cuestión social (cf. Evangelium vitae, 20).

 Asimismo, no podemos obviar que la vida se gesta en la familia y que esta es un bien en sí; es la que muchas veces da un rostro verdaderamente humano a la sociedad. El matrimonio es una alianza: «un hombre y mujer constituyen un consorcio de toda la vida» que, como muy bien nos dice el Código de Derecho Canónico, está ordenado al bien de los que unen sus vidas y a la «generación y educación de los hijos» (can. 1055). La Iglesia no puede dejar de anunciar que el matrimonio y la familia son patrimonio común de la humanidad.

 Pensemos en la importancia que tiene la familia cristiana en estos momentos de la historia. No es una cuestión secundaria hablar de esta realidad en la que todos hemos venido a este mundo. Sabemos que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios para amar. De tal manera que solamente se realiza plenamente a sí mismo cuando hace entrega sincera de sí a los demás. Además, como ya he escrito en otras ocasiones, la familia es un ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor. ¿Qué es lo que necesita más este mundo? ¡Qué belleza tiene la familia! ¡Cuántas experiencias fundamentales hemos vivido en la familia! Ciertamente es un bien para los pueblos, es fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro para quienes la inician, para los esposos, y también para los hijos. Los discípulos de Cristo no podemos olvidar que Él es la fuente suprema de la vida para todos, también para la familia. Nos lo ha dicho Él: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 12-13).

 En esta línea, la familia también es escuela de libertad y responsabilidad. Junto a la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más importantes, especialmente en momentos como el actual, es la de formar personas libres y responsables. No olvidéis los padres cristianos asistir a ese encuentro privilegiado con Cristo en la Eucaristía dominical; ese encuentro crea un vínculo estrecho y es la mejor forma de transmitir la fe.

 

Con gran afecto, os bendice,

 

+ Carlos Osoro Sierra

Cardenal arzobispo de Madrid

 

miércoles, 15 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra (Jn 15,1-3) Fruto agradable a Dios (II)


Sigue diciendo Jesús: " Todo sarmiento que no da fruto en mi lo corta " Se refiere a los frutos del fariseísmo que detrás de tantos rezos y sacrificios se daban culto a sí mismos (Jn 5,41-44).

   La búsqueda de su propia gloria les cegó tanto que no reconocieron en Jesús al Hijo de Dios. El problema de los fariseos de entonces y los de siempre, es que en el trasfondo de una vida aparentemente piadosa en realidad viven de perfil ante el Evangelio, que es Fuente de la Gracia y la Fuerza de Dios, que nos permite crecer como discípulos de Jesús a quienes dice: "Vosotros estáis ya limpios gracias a las palabras que os he anunciado ".

  Esto rompe nuestros esquemas; les dice que ya están limpios cuando esa misma noche, en la que Jesús instituyó la Eucaristía, se pelearon entre ellos por ver quién era el mayor (Lc 22,24). La cuestión es que Jesús veía a lo lejos y al dar su vida por ellos podría preguntarles en la persona de Pedro: ¿Me amáis?...

¡Apacentad mis ovejas! (Jn 15,18).

  Al dar su vida por ellos ya estaban capacitados para dar la suya por sus ovejas y por El. ¡Y la dieron! La Buena Noticia es... ¡que todos somos Pedro!

 

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

martes, 14 de marzo de 2023

«La educación cristiana de los hijos»

 


 «Como nos enseña la experiencia diaria, educar en la fe hoy no es una empresa fácil. Así, tanto los padres como los profesores sienten fácilmente la tentación de abdicar de sus tareas educativas y de no comprender ya ni siquiera cuál es su papel, o mejor, la misión que les ha sido encomendada». Detrás de estas palabras, pronunciadas por el Papa Benedicto XVI en 2007, durante el Convenio de la Diócesis de Roma, deseo traer al presente un tema fundamental con respecto a la educación cristiana de los hijos: hemos de ser transmisores de los principios que fundamentan la vida en la verdad y el bien.

 Una educación que tenga en su raíz la presencia amorosa de Dios, con un sentido auténtico de pertenencia a una familia que nos acompaña, la Iglesia, hará del encuentro con Cristo una relación que llena siempre de ánimo y esperanza. Aunque sobrevenga cualquier temporal, quien ha experimentado en algún momento de su vida el amor de Dios, no podrá borrar de su corazón a Quien le entregó su vida en la cruz.

 En esta admirable tarea educativa de poner los principios del humanismo cristiano como base de la educación, pienso en tres pilares fundamentales: los padres y su responsabilidad primordial; la colaboración subsidiaria de la Iglesia y las administraciones y el servicio ofrecido por los colegios de titularidad diocesana o de congregaciones religiosas y entidades católicas; y la importancia de inscribir a los niños y jóvenes a la clase de Religión también en los centros de titularidad estatal. Todos ellos los considero públicos pues están abiertos a todos, sin exclusión.

 Los padres son los primeros responsables de la educación de los hijos, en cuanto que la educación pertenece a su dimensión generativa indelegable: engendrar personas y llevarlas a su plenitud. ¿Acaso se enciende una lámpara para meterla bajo el celemín? (cf. Mt 5, 13-16). Vosotros sois la luz cotidiana que ilumina la vida de vuestros hijos. De este modo aparecen ante sus ojos y su corazón tantas obras de amor y entrega que realizáis por ellos porque solo la entrega sin medida deja la huella imborrable de quien es capaz de amar sin límite.

 Bendecid con ellos la mesa, acompañadlos a la Eucaristía, rezad a su lado, habladles de Jesús, enseñadles a compartir, contadles cómo ha cambiado vuestra vida al encontraros con Él… Vuestra palabra y ejemplo son, sin duda alguna, la mejor escuela de amor, humanización y socialización.

 En este sentido, junto a la misión de los padres, es decisiva la colaboración subsidiaria de otras entidades, como la Iglesia y las administraciones, quienes han de ayudar con competencia y responsabilidad en esta tarea, promoviendo la libertad de los padres. Cómo no agradecer a tantos maestros y profesores su profesionalidad y entrega en el desempeño de su trabajo.

 La tarea de los cristianos en este mundo es «abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de restituir linfa a lo que parecía perdido para siempre», recordaba el Papa Francisco en la audiencia general del 4 de octubre de 2017. Desde este horizonte cargado de sentido, hago memoria del servicio ofrecido por los colegios de titularidad diocesana o de congregaciones religiosas y entidades de inspiración católica. Los colegios católicos se ofrecen para ayudar a las familias a educar en esta hoja de ruta de quienes deben sembrar el mundo de bien y esperanza.

 Y el siguiente eslabón de esta cadena entrañable es el servicio que prestan los profesores de Religión. ¿Para qué sirve esta asignatura? Para conocer la cultura en la que está enraizado nuestro Pueblo, para aprender a amar al prójimo con respeto, cuidado y compasión, para vislumbrar el camino que lleva a la felicidad, para construir un mundo fraterno y esperanzado, para rescatar a quienes viven en pobrezas y olvidos, para vivir en el bien, la verdad y la libertad y, todo ello a partir del conocimiento profundo de Jesús, Hijo de Dios encarnado, que pasó la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal (Hch. 10, 38).

 Le pedimos a la Virgen María que acompañe, en todo momento, la educación cristiana de los hijos. ¡Qué importante es que tanto los niños como los jóvenes aprendan que el cristiano es un misionero de esperanza! No por nuestros méritos, sino siempre por la gracia y el amor de Dios.

 Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga,

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

 

lunes, 13 de marzo de 2023

Partiendo la Palabra (Jn 15,1-3) Fruto agradable a Dios (1)

 


 Jesús dice que Él es la Vid Verdadera que da el fruto que agrada al Padre (Si 24,16-17) en contraposición a los frutos amargos que produce Israel, la Viña plantada por Dios en su elección, que dio frutos agraces. (Is 5,1-3).

 Israel viñas Amada por Dios llegó a ser llamada viña bastarda por Jeremías. (Jr 2,21) A pesar de tanta infidelidad, Dios siempre compasivo y misericordioso anuncia proféticamente que su Hijo será la Vid deliciosa de la que nosotros, sus discípulos seremos sus sarmientos. (Is 27,2). Discípulos a quienes el Padre ama porque amamos a su Hijo (Jn 16,27).

  Durante tres años Jesús predicó el Evangelio a sus Apóstoles que no se enteraron mucho; bien conocemos sus peleas por ser el mayor. Así hasta que muriendo por ellos abonó con su Sangre sus corazones estériles. Al resucitar llamó a todos en la persona de Pedro y les pregunto uno a uno: ¿Me amas? Respondieron: ! si, Señor tú sabes que te amo ! .

  Dijo entonces Jesús: Apacienta mis ovejas (Jn 21,15) Así, muriendo por ellos, les - y nos - capacitó para dar la vida por las ovejas que les - y nos - confío, ¡y sepamos que dar nuestra vida por apacentar las ovejas...!  ¡Es darla por Él!  El amor perfecto como dijo San Agustín 

 

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

domingo, 12 de marzo de 2023

La vida en 40 días: el milagro de nacer

 


 Andamos con problemas graves de natalidad. La demografía de nuestro país, como sucede en nuestro entorno europeo, arroja cifras que claramente dibujan un horizonte de decrepitud en una sociedad envejecida que se enroca en sí misma desde una cerrazón insólita que nos aísla y encastilla dentro del egoísmo y la insolidaridad.

Pero el problema no se ciñe únicamente a una natalidad que no se espera porque no ha sido ni deseada ni secundada, sino que ha sido interrumpida en su proceso más incipiente, es decir, abortada. Es la vida que existiendo ya, se la corta en su tramo más vulnerable como es la gestación en el seno de su propia madre gestante. Podrán maquillar el patético patíbulo, o decir que es un apéndice sin vida humana lo que extirpan, pero el cuerpo de la madre y su conciencia, saben que están aniquilando una verdadera vida que tiene ojos, dedos y huellas dactilares, latidos de un corazón que late al unísono del de quien lo acoge en su seno, y al que nutre con su oxígeno y su propia sangre.

Luego está la aberración de quienes esgrimen sus ardides parlamentarios para imponer legislaciones que persiguen el aborto libre, sin ningún tipo de rebajas ni de plazos, ya de por sí terribles por su dictamen excluyente de esa vida naciente, constituyendo en su delirium tremens un derecho: el que, según ellos, tiene la madre de acabar con la vida del hijo que una mujer lleva en sus entrañas. Pueden conseguir que tan terrible deriva obtenga la legalidad jurídica por leyes así promulgadas, pero nunca conseguirán el respaldo moral ante la falta de ética más fundamental cuando se cercena el derecho a la vida.

Hemos visto tantos escenarios en la ya larga historia de la humanidad, donde pretendidos derechos se acabaron imponiendo cuando obtuvieron no la asistencia de la verdad y la razón, sino la complicidad de una votación parlamentaria. De esa guisa introdujeron una praxis social y cultural y la imposición zafia de los imperios totalitarios y fugaces gobernanzas. Traemos a colación la esclavitud de antaño, los apartheid de hogaño, las leyes racistas y sus ku-klux-klan como agentes de su gendarmería. Con el aborto ocurrirá lo mismo, y esta generación que se pavonea de su triste victoria matarife, la historia la señalará y representará un momento más del declive moral de quienes han perdido el norte de la bondad, la sindéresis de la razón y la brújula de la verdad. La crisis de natalidad tiene también esta deriva perversa: que no se les deja nacer a quienes ya existen. No se trata de evitar que vengan a la vida a los que se decide que no nazcan, sino que se destruye una vida existente en el santuario más sagrado cuando hablamos del seno de sus madres.

Todo esto no quiere decir que la mujer sea la única responsable. Hay mil situaciones en las que ella está sola y aislada, desamparada con desdén y abandonada con retranca, por parte de tantos que deberían apoyar ese momento tan delicado y a veces complejo: el padre de la criatura, la familia, el círculo de amigos, la sociedad y el mundo laboral. Es tremendo cuando la mujer se queda sola y mal acompañada, con la única salida (que no lo es) de verse impelida a abortar. Hay una complicidad que no resulta ajena para quien ve crecer en sus entrañas un hijo que le llega. Por tanto, hay una llamada global a salir en ayuda de la mujer y no ponerla en el disparadero de lo que acaba con la vida de su hijo y con la vida de ella misma cuando caiga en la cuenta de lo que hizo de modo irremediable.

“40 días por la vida” es un movimiento mundial que sale al encuentro de este drama, sin demonizar a la mujer, sino viniendo en su ayuda de mil maneras: rezando, acogiendo, acompañando. Es un regalo ver los milagros de tantos niños que han logrado nacer porque hubo manos amigas, manos orantes, miradas y corazones acogedores que estuvieron al lado de esas madres a las que les permitieron acoger el milagro de la vida que Dios con ellas nos ha regalado.

 

+ Jesús Sanz Montes

Arzobispo de Oviedo