miércoles, 31 de enero de 2024

Partiendo la Palabra (Sl 56,9) [II] Señor, enséñame a descansar en ti.

 

Recordemos que Jesús nos dijo que no tenía donde reposar su cabeza y que su descanso era su Padre. La Buena Noticia es que Jesús nos enseña a descansar en Él, en su Amor.

 Recordemos al Discípulo Amado, todos estamos llamados a serlo, reposando su cabeza en el pecho de Jesús. (Jn 13,23-25). Este pasaje es una profecía sublime que se cumple en nosotros en cuanto discípulos de Jesús, aunque estemos aun en camino. Se cumple porque tenemos nuestro oído acoplado al Evangelio de Jesús.

 Escuchamos a Isaías: "El Señor me ha dado lengua de discípulo para hacer llegar al cansado una Palabra alentadora...el Señor me ha abierto el oído" (Is 50,4-5). Profecía que se cumple en Juan a quien vemos con su oído prendido al pecho de Jesús, es decir   abriéndolo a sus Palabras de Vida.

 Veamos que el Cantar de los Cantares anuncia veladamente está relación de comunión amorosa entre Jesús y sus Discípulos Amados reflejada en Juan recostado sobre Él en la Última Cena: Dice la esposa (el alma) "A la sombra de mi amado estoy sentada y su fruto me es dulce al paladar...su izquierda está bajo mi cabeza y su diestra me abraza" (Ct 2,3-6).

 El Discipulado está servido... ¿Quién se apunta?

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 29 de enero de 2024

Partiendo la Palabra 1 Señor, enséñame a descansar en ti. (Sl 56,9)

 


 Nos hacemos eco de la súplica que este salmista dirigió a Dios: "Anota en tu libro mi vida errante, recoge mi vida en tu odre, mis fatigas en tu libro" (Sl 56,9).

 Es una profecía cumplida en Jesucristo y también en sus discípulos. Leamos este pasaje del Evangelio:

"Se acercó un escriba a Jesús y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Le dijo Jesús: las zorras tienen madrigueras...el Hijo del hombre no tiene donde reposar su cabeza" (Mt 8,19-20). Así fue; nadie más errante que Jesús. No tuvo un lecho donde reposar su  cabeza, ni al nacer ni al morir; sin embargo, en Él se cumple la profecía de este otro salmista: "Solo en Dios descansa mi alma" (Sl 62,2).

 La Buena y Gloriosa Noticia es que Jesús, con todo el pueblo elegido en   contra, cumplió la misión confiada por su Padre, porque al guardar su Palabra en su corazón (Jn 8,44) aprendió, en cuanto hombre, a descansar en Él. Esta, repito, Buena y Gloriosa Noticia, alcanza también a todos sus discípulos de todos los tiempos. Oigamos a nuestro Buen Pastor: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…y encontraréis descanso para vuestras almas"(Mt 11,28-29).

  à Seguimos el miércoles

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 27 de enero de 2024

Partiendo la Palabra Dm IV T.O. (Mc 1,21-28) Endereza mis pasos hacia ti, Señor.

 


 Jesús predica en la Sinagoga de Cafarnaúm. Todos quedan impactados pues habla   con la autoridad de quién derrama sobre ellos la Vida y Espíritu propios de su Evangelio (Jn 6,63).

  De pronto unos demonios dicen por medio de uno de los judíos. ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús…? Estos demonios tienen sometida a la asamblea y Jesús socava sus dominios. Tienen a todos adormecidos; es un pueblo que “honra a Dios con sus labios, pero su corazón está lejos de Él " (Mt 15,8).

  Los demonios son maestros de la mentira (Jn 8,44) y Jesús con sus palabras les ha desenmascarado; por eso protestan. A la luz de este pasaje, entendemos la respuesta que Jesús dio a Pedro al negarse que le lavase los pies: " Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo" (Jn 13,8). 

  Como ya vimos, los demonios, no tenían nada que ver con Jesús. Jesús quiere que Pedro ...todos... sí tengan que ver con El. Es un lavar los pies como símbolo de que tendrán poder de aplastar con ellos la cabeza del Tentador, simbolizado por la serpiente. Por eso dijo a sus discípulos de todos los tiempos: "Os he dado poder para pisar serpientes y escorpiones...” (Lc 10,19)

 

P. Antonio Pavía

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miércoles, 24 de enero de 2024

Partiendo la Palabra El Calvario: de maldito a Bendito (II) (Sl 60,11-12)

 


Después de un juicio marcado por la envidia y la mentira, Jesús fue crucificado en el Calvario. Satanás, sonríe triunfante. Todos se mofan y burlan de Jesús. Apenas María, un discípulo y dos mujeres más están afligidas y silenciosas junto a Él. Satanás está exultante; cree que tiene a Jesús sometido en sus dominios.

 Recordaría lo que le dijo a Job su mujer ante tanto sufrimiento: "Maldice a Dios y muere" (Jb 2,9).

 Vano deseo; Jesús va a morir no maldiciendo sino bendiciendo al Padre, solicitándole el perdón para toda la Humanidad, pues todos conocemos lo que es dar la espalda a Dios en nuestro Calvario. Satanás quiso rematar su "victoria" envolviendo a Jesús con un manto de tinieblas. (Lc 23,44). La Victoria del padre de la mentira (Jn 8,44) parecía inminente cuando Jesús irguiéndose sobre sus espaldas flageladas gritó: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! (Lc 22,46).

  Fin del sueño del mentiroso. La muerte quedó reducida a un transbordo en el viaje de la Vida de cada uno. Al vencer a la muerte, Jesús cambió la maldición del Calvario en Bendición; si porque es en nuestro Calvario personal, donde nacemos como Discípulos Amados de Jesús.

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 22 de enero de 2024

Partiendo la Palabra El Calvario: De Maldito a Bendito (Sl 60,11-12)

 

En una de las muchas Catequesis que brotan de los Salmos, se habla de un pueblo, Edom, ante el que Israel lleva siempre las de perder.

 Leamos el lamento de este salmista: ¿Quién me guiará hasta la plaza fuerte ¿Quién me guiará hasta Edom, si tú Señor nos has rechazado...?   (Sl 60,11-12), sin embargo, otro salmista, profetiza este testimonio mesiánico: "Con la ayuda de Dios, asalto la muralla... " (Sl 18,30).

  A la Luz de Jesús, vemos que está muralla inexpugnable es la baza victoriosa que usa Satanás para doblegarnos, inoculándonos el miedo a la muerte, al sufrimiento, al fracaso...en definitiva, el miedo a nuestra cruz. Este lugar maldito en el que Satanás deforma nuestra conciencia es el Calvario.

 El Tentador te dice que tienes que evitarlo al margen del bien o del mal anulando así tu conciencia. En este lugar maldito, Satanás pretendió doblegar también a Jesús. Envileció la conciencia del pueblo elegido hasta tal punto, que crucificaron al Mesías en el Calvario. Satanás quería que Jesús se hundiese en la desesperación y llegase a desconfiar de su Padre.

 No lo consiguió. Y convirtió al Calvario, de lugar Maldito en lugar Bendito. 

 

Lo veremos el miércoles.

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 20 de enero de 2024

Partiendo la Palabra Dom. III T. Ord. Hazme tuyo Señor

 


Abordamos el Evangelio de hoy, a la luz de este texto de Isaías: "Jamás se oyó ni escuchó, ni ojo vio a un Dios fuera de ti, que tanto hiciese por quién espera en El " (Is 64,3). Parece como si Isaías se hubiese asomado a las entrañas de Dios y supiese lo que puede y desea hacer con los que en Él confían.

 En el mismo contexto, Ezequiel nos anuncia que aún en la peor de las situaciones Dios "Dice y hace" en favor de los suyos. (Ez 37,13-14) A esto, tengamos en cuenta, que en la Escritura hacer es sinónimo de crear como vemos en este Salmo: "El Señor hizo sabiamente los cielos". (Sl 96,5) Imaginemos entonces, la   inmensa sorpresa que se llevaron Andrés y Pedro cuando Jesús, acercándose a ellos, les dijo:  Venid conmigo y os " haré " pescadores de hombres. (Mc 1,17) Andrés y Pedro, eran como todos:  ambiciosos, prepotentes, vanidosos, etc...

 El Evangelio nos cuenta las agrias discusiones que tenían los doce Apóstoles por ver quién de ellos era el más importante, por ejemplo (Lc 9,46), Estos dos, eran conscientes de su incapacidad para ser discípulos de Jesús, pero al oírle decir:  Yo os haré llegar a serlo, "Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron" (Mc 1,18) Este gesto, fue suficiente para Jesús; ya se encargaría El de consumar el Discipulado en ellos…

 También en ti y en mí.

 

(P. Antonio Pavía)

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miércoles, 17 de enero de 2024

Partiendo la Palabra Si conocieras el don de Dios (II) (Jn 4,7-10)

 

 "Si conocieras el don de Dios..."dijo, como ya vimos, Jesús a la samaritana.

 Hoy veremos qué Jesús dijo, con otras palabras, lo mismo a Pedro, y a todos: ¡Si conocieras el don de Dios! Me refiero al día glorioso en el que preguntó a Pedro: ¿Me amas? Es una pregunta que, como si fuese un misil, rompe en mil pedazos la sabiduría de este mundo. Entremos en la mente y el corazón de Pedro cuando oyó esto a Jesús, abatido como estaba por sus negaciones. Es como si Jesús le dijera: ¡Me he encarnado para que todo el mundo conozca el don de Dios!


¿Recuerdas cuando te llamé a ser mi discípulo? Te garanticé que "te haría llegar a ser pescador de hombres (Mc 1,16-17). ¡Yo soy la garantía de tu Discipulado! ¡Has sido consciente de tu debilidad y ahora ya sabes que jamás te abandonaré! Culminaré mi obra en ti. Y te pregunto: ¿Me amas? Pedro se quedó sin saliva. Sus lágrimas la sustituyeron y pudo balbucir:

  ¡Señor, tú sabes que te amo! Jesús le miró con "su Ternura"; veía en él a un pequeño cordero que le reconocía como su Buen Pastor y entonces le dijo: ¡Apacienta mis ovejas! Jesús... ¡Confía su misión divina a un hombre!

  ¡A ti también...! 

 

P. Antonio Pavía

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Los pequeños detalles

 


Por norma solemos fijamos en los trazos gruesos pasando desapercibidos los pequeños detalles donde suele haber tanta riqueza como en lo que más resalta a primera vista. Esto podemos aplicarlo a los pormenores del fragmento evangélico (Mc 3, 1-6). Fijémonos: Jesús entró otra vez en la sinagoga. Otra vez ¿Qué nos puede decir esta locución adverbial? Pues significa: reiteradamente, con frecuencia, vuelve a la sinagoga, que era un sitio frecuentado con asiduidad. Lo cual nos dice a su vez que no desprecia el lugar donde se reúne su entorno religioso; si frecuenta, denota que se encuentra a gusto en ese lugar y con esas personas.

 Por contra, lo estaban observando. Sus convecinos, los asistentes, también asiduos se deduce, lo examinan atentamente, pero nos deja la sensación de que lo hacen desde un segundo plano, con disimulo y no abiertamente como él, que se hace visible abiertamente. Pero ¿Por qué lo observan? Para ver si curaba en sábado y acusarlo. En la sinagoga, lugar de congregación religiosa, se vigila a un asiduo asistente por si hace el bien. ¡Qué cosas más raras pasan en esta vida! Él sitúa al de la mano paralizada en el centro del local y reunión. “Levántate y ponte ahí en medio”. Donde todos lo puedan ver. Incluso, o más bien, los que desde el fondo o detrás de las columnas, entre bambalinas podríamos decir, los indiscretos observadores queden al descubierto.

    Levántate. Jesús usa esta expresión con frecuencia. En imperativo, es su manera de impeler al interlocutor, esto sólo lo puede hacer quien tiene autoridad, es su manera de reivindicarse Jesús.

     Levántate. Al levantarnos tenemos que esforzarnos y supone movernos hacia arriba, elevarnos, en este concreto caso es para el que tiene la mano paralizada. Actívate, no te quedes anonadado, esfuérzate, pon de tu parte para ser un activo más para la comunidad. Jesús le pide actividad. Estos anteriores son los detalles dedicados al postrado. Ahora los dirigidos a nosotros los cristianos. Al decirle ponte ahí en medio nos está manifestando que el marginado, desvalido, pobre… tiene que ocupar el centro de nuestro hacer y vida, que en torno a ellos debe girar nuestra religión.

 Llegados a esta situación: el paralítico de pie en el centro y en su entorno los observadores; Jesús les lanza la pregunta clave. ¿Qué está permitido […] hacer el bien o el mal? Con astucia los tiene atrapados, por ello, ellos callaban. Detalle del contraste entre Jesús que habla y el silencio del entorno. Una sola pregunta los deja avergonzados y humillados y por ello la reacción del abochornado es confabularse. Hasta los enemigos unen fuerzas para quitar de en medio al adversario común.

 Espero haber conseguido mi tesis propositiva: los pequeños detalles del discurso ayudan a ahormar el mensaje. Por ello concluyo que el Maestro entre otras importantísimas actitudes y aptitudes, no en vano también era Dios, fue hombre de no menores detalles, entre ellos el de ser un buen lingüista.

 

(Pedro José Martínez Caparrós)

lunes, 15 de enero de 2024

Partiendo la Palabra "Si conocieras el don de Dios" (Jn 4,7-10).

 

 Nos adentramos en el encuentro que tuvieron Jesús y la samaritana, narrado por Juan. Esta mujer, creía en Yahvé, pero tenía vacíos en su fe propios de su adhesión a los ídolos de Samaria, que provocaban el desdén de los judíos. Jesús, compadecido de ella le dice: ¡Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide dame de beber, me pedirías a mí la abundancia de aguas vivas!! (Jn 4,7-10).

  Jesús, sin cubo para sacar agua del pozo, le ofrece agua recién brotada de un manantial, mientras que ella apenas, después de mil esfuerzos, consigue llenar su cántaro con agua no exenta de parásitos. La samaritana, a pesar de su fe deforme, conoce las Escrituras, por lo que le vendría a la mente esta profecía de Isaías. " Aquel día -el del Mesías - sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación"(Is 12, 3).

No sabemos que pasó en el corazón de esta mujer, pero intuimos que la mecha humeante de su alma fue avivada, fogueada por Jesús (Is 42,3)  de ahí su súplica: ¡Señor dame de beber de esa agua para no tener más sed...! 

 El miércoles, si Dios quiere, veremos la bellísima concordancia que existe entre esta mujer y Pedro en el sublime encuentro que tuvo con Jesús a orillas del mar. Encuentro en el que Jesús le preguntó: ¿Me amas...?


 P. Antonio Pavía

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sábado, 13 de enero de 2024

Partiendo la Palabra Dom. II T.O. (Jn 1,35 -42) ¡Mírame Señor!

 


En el Evangelio de hoy nos fijamos en lo que dijo Andrés a Simón después de su encuentro con Jesús: ¡Hemos encontrado al Mesías! y le llevó donde Él. Jesús fijando en él su mirada le dijo: No te llamarás ya Simón sino Pedro, que significa piedra. Jesús anticipó lo que le diría tiempo después: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16,18). La mirada de Jesús atravesó el alma de Pedro iniciando así la creación de un corazón nuevo, como estaba profetizado (Ez 36, 26...).

  Es el nacer de nuevo que Jesús anunció a Nicodemo, aunque el "pobre" a pesar de que era Doctor de la Ley y conocía esta profecía, en ese momento, no lo entendió (Jn 3,3-4 ...) Esta mirada de Jesús a Pedro siempre le acompañó. Mirada que tuvo especial relevancia y cuando nuestro amigo le negó tres veces. Nos dice Lucas que después de las negaciones, Jesús maniatado se cruzó con él y volviendo su rostro le miró…Pedro se deshizo en lágrimas. (Lc 22,61-62) Lloró transido de dolor porque su impotencia le impidió serle fiel.

 Damos un salto y vemos a Pedro a punto de morir. Está Crucificado boca abajo. Rebosa de gozo, la mirada de Jesús continúa grabada en su alma y está orgulloso de "tener la Fuerza de poder dar su vida por El ". Y nosotros: ¿Estamos pendientes de la mirada de Jesús? Es su mirada la que crea en nosotros el Discipulado, con la Fuerza de "dar nuestra vida por El y por su Evangelio, sabiendo que ya disfrutamos las primicias de la Vida Eterna (Mc 8,35).

 

P. Antonio Pavía

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miércoles, 10 de enero de 2024

Partiendo la Palabra Dios es tu Padre (II) (Jn 20,17)

 


Ya vimos que la Voz del Señor es más fuerte que la de las aguas embravecidas, símbolo de la muerte.

 Fijémonos ahora en la Voz de Jesús que resonó con fuerza sobre la tumba de Lázaro, cuyo cuerpo estaba ya en fase de putrefacción. Leemos el texto: "Jesús gritó con fuerte voz:” ¡Lázaro, sal fuera! ¡Y el muerto salió atado de pies y manos! (Jn 11,43...) La muerte había sometido a Lázaro a la descomposición y Jesús con su Voz descompuso a la muerte.

 Vemos ahora la Voz que resonó con fuerza de la boca de Jesús Crucificado. Voz que nos libra a todos de la muerte como fruto de nuestros pecados como dice San Pablo: "El salario del pecado es la muerte"(Rm 6,23). Con este salario letal, se juntaron en el Calvario todos los pecadores del mundo representados por el pueblo de Israel y el Imperio más poderoso de entonces: el de Roma.  Todos se aunaron para dar muerte al Hijo de Dios y Él abriendo el Tesoro inagotable de su corazón gritó con fuerte Voz al Padre: “En tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23,46).

 Su Voz potente abrió el Cielo a su Espíritu... y a todos; y en su resurrección encargó a María Magdalena que dijese a sus discípulos de todos los tiempos: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios" (Jn 20,17).

  ¡Bienaventurados los que, gracias al Evangelio, encuentran en el Padre de Jesús, a su propio Padre”!

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 8 de enero de 2024

Partiendo la Palabra. Dios es tu Padre (Jn 20,17)

 


En la Escritura, las aguas embravecidas simbolizan el espectro de la muerte, que a todos nos alcanza bien en nuestras pruebas, bien al llegar el ocaso de nuestra estancia en este mundo. Ante esta realidad nada agradable, se eleva, inspirado por el Espíritu Santo este salmista proclamando "La voz del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria ha tornado, el Señor sobre las aguas torrenciales..." (Sl 29,3...).

 Este canto de alabanza que nos llena de esperanza, apunta en primer lugar a Jesús en su Bautismo en el rio Jordán; se sumerge en sus aguas - imagen de su muerte y sepultura- y emerge de ellas visibilizando su victoria, su resurrección. La Buena Noticia no termina aquí sino en el hecho de que al tiempo que Jesús subía de las aguas, se abrieron los cielos y resonó la Voz de su Padre que decía: "Tu eres mi Hijo amado, en ti me complazco" (Mc 1,9-11).

  Si esta maravilla quedase como algo personal entre Dios Padre y su Hijo, podríamos asombrarnos, pero nada más. La "Noticia bomba" es que la Voz del Padre sobre Jesús, se repite sobre cada uno de sus discípulos, en su " Cruz de cada día" (Lc 9,23...) y sobre todo en su muerte en la que de una forma u otra nos dice: "Tu eres mi hijo amado, en ti me complazco " rompiendo así las ataduras de la muerte. 

                                     Lo veremos el miércoles.

 

P. Antonio Pavía

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domingo, 7 de enero de 2024

Partiendo la Palabra Dom. Bautismo de Jesús (Mc 1,7-11) Eres hijo amado de Dios

 

Hoy vemos a Jesús que emerge de las aguas del río Jordán en su Bautismo, al tiempo que se abren los cielos y resuena la Voz del Padre:

"Este es mi Hijo amado en quien me complazco” El motivo de esta exultación de Dios Padre es comprensible:  la inmersión de su Hijo en las aguas y su emersión de ellas, es un canto profético de su victoria sobre la muerte.  Victoria que proclama la voluntad de Dios que "quiere que todos los hombres se salven" (1 Tm 2,4).

El Evangelio nos anima a caminar por el mundo arropados por esa alegría de la que Jesús dice: "nadie os la podrá arrebatar" (Jn 16,22) Es la Alegría propia de los Discípulos de Jesús y que destella, a pesar de vivir los sufrimientos que nos invaden igual que a los demás: enfermedades, penurias, soledad, decepciones...etc. Padecemos nuestras dosis de males, pero no se sobreponen a la "Cercanía de la Presencia que nos habita" (Jn 14,18).

 Nos podemos preguntar: ¿Cómo puedo yo llegar a ser hijo amado de Dios? Él mismo nos responde al decirnos en la Transfiguración de su Hijo: " Este es mi Hijo amado en quien me complazco: ¡Escuchadle!  (Mt 17,5). Ese es el secreto: Escucha amorosamente el Evangelio y guárdalo en tus entrañas. Entonces experimentarás que también tu eres su Hijo amado y que en ti se complace...sea cual sea tu pasado.

 

P. Antonio Pavía

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