martes, 30 de noviembre de 2021

Como ovejas sin pastor

 

Jesús mira a la multitud y le duele porque sabe que están como ovejas sin pastor (Mt 9, 36). No es que en Israel faltasen dirigentes que celebrasen el culto o les enseñasen la Escrituras; el problema es que la mayoría de ellos -sacerdotes y escribas- miraban más por su propio nombre que por el de Dios y claro, así no podían pastorear sustanciosamente a sus ovejas.

 Parecido dolor al de Jesús lo sufrió San Gregorio Magno seis siglos después. En sus “Comentarios al Evangelio” se lamenta porque un buen número de sacerdotes, buscando su honra y bienestar, dejaban desnutridos a sus rebaños. Aunque no en la misma proporción quizás podemos hablar también hoy de una situación parecida.

 Vemos  sacerdotes que parecen  académicos, profesionales, servidores de su Institución... etc. por lo que "no tienen tiempo" para pastorear a tantas ovejas que desfallecen en su fe porque no son bien pastoreadas. Ovejas que no tienen acceso al Misterio de Dios quizás  porque sus pastores, parece que viven ajenos a él. Recordemos, lo que dice Pablo, acerca de la predicación de los pastores: "Somos administradores del Misterio de Dios" (1 Co 4, 1). Estos pastores sí lo son... "según el corazón de Dios" profetizados por Jeremías (Jer 3, 15).

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 29 de noviembre de 2021

La conciencia es donde Dios se pasea como por un paraíso

 

El ser humano tiene una experiencia que puede contrastar con las falacias que muchas veces corren a tal velocidad que oscurecen lo más sagrado que existe en su existencia humana. El mismo Concilio Vaticano II afirma: “En lo más profundo de su conciencia descubre el ser humano la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el ser humano tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente” (Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, 16). No cabe duda que tenemos un gran tesoro y no podemos dejarnos amedrentar y menos avergonzar de saber que Dios se “pasea por nuestro interior como por un paraíso espiritual” (Orígenes). El Reino de Dios está dentro de nosotros si sabemos aceptar sus leyes y si vivimos en su gracia que quiere decir si nos alistamos en el rechazo al pecado que se ausenta de la presencia de Dios.

La conciencia de esta morada de la Trinidad en el alma ha sido para los santos fuente de grandes consuelos. “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23). Es impresionante comprobar la grandeza de dicha labor que realiza Dios en los creyentes. Muchas veces nos preguntamos si es posible vivir en alegría y gozo. Sabemos por la experiencia de los seguidores de Jesucristo que es cierto gozar y alegrarnos. No hay alegría más grande que comprobar el Amor de Dios en nuestras vidas. “Ha sido el hermoso sueño que ha iluminado toda mi vida, convirtiéndola en un paraíso anticipado” (B. Isabel de la Trinidad, Epístola 1906). Ante tal afirmación y ante la experiencia de los testigos del Evangelio han surgido muchas vocaciones y viviendo sencillamente han comprobado que no existe mayor alegría que el seguimiento al mejor Maestro que es Jesucristo.

Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nuestras vidas, hemos de procurar eliminar el pecado. Hoy se ha perdido el sentido del pecado y es muy grave puesto que el ser humano está llamado a vivir la felicidad por excelencia. El pecado engaña y lleva a la autodestrucción de la esencia del auténtico humanismo. En lo más íntimo de la persona hay una corriente de sabiduría propiciada por quien nos ha creado que es Dios. Y una de ellas es el sentimiento de que nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien. El relativismo “pasa de ello” y el fin de sus actos lo frustran. “De ahí que una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador” (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1798). El engaño mayor es aquel que desequilibra todas las facultades hermosas que se contienen en el “sagrario interior” de la persona.

No se ha de olvidar que una conciencia buena y pura es iluminada por la fe verdadera. Es servir al designio de Dios, por eso “el fin de este mandato es la caridad, que brota de un corazón limpio, una conciencia buena y una fe sincera” (1Tm 1, 3). No se camina por senderos oscuros y sin visibilidad. Conviene llevar una luz que elimine las oscuridades y esa luz que está en lo más profundo de la razón viene alimentada de la fe. Dejemos de bucear en aguas turbias y entremos en el agua pura de la conciencia con la certeza que Dios nos habla y nos muestra la auténtica razón de nuestro existir. El paseo de Dios será no sólo agradable sino iluminador.

+ Francisco Pérez González

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

domingo, 28 de noviembre de 2021

Conduce en sentido correcto

 

   El otro día me decía una amiga que ella no era católica, pero sí cristiana... No entendí muy bien ¿Cómo es posible ser solo cristiana “sin apellido”?, serás protestante, anglicana, calvinista, evangélica, “testiga” de Jehová... Por cierto, inventos 1500 años después de Cristo... porque otra cosa...

- No, no, yo soy cristiana porque creo en Cristo, pero hacer lo que “decís” los católicos y los curas, no, de eso nada...  

- Aaaaaaahhhhh, entonces eres cristiana a tu entender fantástico... O sea, que la Obra de Jesús no te interesa porque la cuentan los curas y ¡Claro!, ni remisión, ni Eucaristía, ni saber que Jesús es la Lengua de Dios.     

-Yo tengo mis propias ideas y es lo que me vale.

-Pues querida, eso es otro invento como los surgidos 600 años atrás y ¡Mira por donde! condenados (Ap 18,15-20). No se pueden hacer religiones a medida del consumidor.    

Pero se hace, y ves que a Jesús Le “siguen” a años luz de su Palabra, por otros caminos, en paralelo y ¡El colmo!, en sentido contrario pero con Su estampa en la guantera... Y entonces te das cuenta de que alteraron la Verdad o no la conocen.    

Pero la vida, si no en esta será en la otra, devuelve las razones humanas, que no de Dios; los sucedáneos y los inventos a gusto de entendimiento personal, no son opciones en el Único y Santo Libro Inspirado.       

Amigo/a, conduce en sentido correcto que los acantilados ríen por tu alma.

 Emma Diez Lobo

Permaneced atentos

 

 Cuando veáis que vuestras “tierras labradas” sean pisoteadas y os insten a cambiar de “cultivo” ¡Cuidado!, permaneced atentos a la intención...

El mal se disfraza de intención para desearte un mundo más libre y mejor... No es cierto. Veréis cómo os cierran caminos de antaño ocultando las cruces que los iluminan.

¡Ay de los que caen en la redes de la “intención”! Unos aplauden y otros, simplemente observan desde sus ventanas las “vallas amarillas” que llevan por otros senderos, a veces sin fin, a veces a un precipicio...     

Veo las intenciones por todas partes, las veo atrapar mentes y almas como el que caza mosquitos en cintas adhesivas de muerte.       

Dan miedo, pero más miedo da ver generaciones de Dios desaparecer ¿Qué van a hacer sin los que enseñan el camino de la oración?   

Si tan solo un condenado viniera del infierno, cuánto bien nos haría... 

- Dios ¿Puedes enviarnos a uno y ser visto por todos?

- Pues no, en el infierno no hay cadena perpetua revisable, por eso estuve con vosotros y os Hablé para que no os condenarais; además, ni enviando a uno, le creeríais. ¿No se ha aparecido mi Madre?, ¿no regresé después de mi Muerte y hago milagros?... Y los incrédulos aumentan.         

Pero no os desalentéis, cuando el último cristiano desaparezca de la tierra será porque he vuelto al mundo para llevarle Conmigo.

Los que crecimos con Dios, nos iremos pero dejaremos Rosarios, estampas  y textos que alguien leerá... ¡Que Dios les asista!     

Emma Diez Lobo

 

sábado, 27 de noviembre de 2021

Domingo I de Adviento

 

SOLO DIOS BASTA

 Hoy comenzamos el Adviento y, tiempo de espera y también de búsqueda de Dios con los ojos del corazón fijos en la celebración gozosa de la Navidad. Me llama la atención, en el Evangelio de hoy, la exhortación del Señor a velar. Es evidente que el Hijo de Dios está más que  interesado en encontrarse festivamente con todo hombre; de hecho no deja de llamarnos y atraernos de mil maneras, como vemos en este pasaje bíblico: "Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo.” (Ap 3,20).

 Hay personas que se lamentan y dicen: Yo busco a Dios pero no le encuentro. No hay que hacerles grandes discursos, basta leerles el texto anterior del Apocalipsis remarcando lo que señala Jesús: “...Si alguno oye mi voz...”.

 El Evangelio es la Gran Llamada de Jesús a la Fe. Los que lo leen, escuchándole a Él, no a sí mismos, no solo no quedan defraudados sino que con el tiempo entienden por qué Santa Teresa proclamó desde de lo más profundo de su ser: ¡Solo Dios basta!

P. Antonio Pavía

 

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viernes, 26 de noviembre de 2021

Esperanza

 

 Tengo un excelente amigo, buen conversador, con quien hablamos de lo humano y lo divino. De vez en cuando, él repite: “No beberemos con otro vaso”. Es su forma particular de decir: “Esto no tiene arreglo. Así son las cosas y así seguirán”. Hoy no son pocas las personas, jóvenes y mayores, creyentes y ateas, que, como mi amigo, han perdido la esperanza de cambiarse a sí mismas, de que el mundo pueda mejorar, de que la Iglesia pueda renovarse de verdad. Este “estado del alma” genera tristeza e desactiva el compromiso: ¿para qué trabajar, si no vas a conseguir nada?

Frente a este pesimismo, los cristianos estamos llamados a vivir y transmitir esperanza, una esperanza encarnada, realista; a pesar de que, como el agua y el aceite, la esperanza y el realismo parecen incapaces de mezclarse, de compenetrarse. De hecho, muchos justifican su desaliento, invocando al realismo, como si la vida solo nos ofreciera razones para deprimirse. Por otra parte, algunas personas intentan mantener su esperanza, negando el mal, la violencia y el dolor de tantos hermanos.

La esperanza cristiana tiene su fuente en la fe: “Yo espero, tengo esperanza, porque Dios camina conmigo. Camina y me lleva de la mano. Dios no nos deja solos y el Señor Jesús ha vencido al mal y nos ha abierto el camino de la vida” (Francisco, Audiencia del 7 de diciembre de 2016). Los cristianos no sólo creemos que Dios existe; creemos que Dios, hoy como ayer, ve y escucha, se conmueve y se compromete: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado a librarlo de los egipcios” (Ex 3,7-8).

Esta fe no nos aleja de la realidad. Es más, nos devuelve a ella con una mirada nueva, como la de María, la mujer contemplativa, capaz de descubrir a Dios en su pequeñez y en la historia de su pueblo: “El Poderoso ha hecho obras grandes en mí; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes” (Lc 1,49,51-52). Esta fe nos mueve a comprometernos como ella, a trabajar con Dios y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a los que Dios toca el corazón, para evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos, la vista; poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor (cf. Lc 4,18-19). Este compromiso nace de la esperanza y, a su vez, la multiplica y extiende.

En este Adviento que hoy estrenamos, os animo a prepararnos intensamente para dar la bienvenida y acoger de nuevo a Dios, al Dios de la esperanza, que vino, que vendrá y que viene, aquí y ahora. Os envío a todos un saludo muy cordial, en el Señor.

+  José Antonio Satué Huerto

Obispo de Teruel y Albarracín

 

jueves, 25 de noviembre de 2021

Al lado de Dios

 


Impactante lo que este salmista, embriagado de gozo, dice confidencialmente a Dios: "Bienaventurado el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios - es decir contigo-, sácianos de los bienes de tu Templo" (Sal 65, 5). Puntualizó que los bienes del Templo de Dios son: ¡Él mismo, su Fuerza, su Gloria…! etc. Quizás envidiemos los sentimientos de este salmista pero sepamos que la riqueza interior de este hombre alcanza su plenitud en Jesucristo y gracias a Él, también en sus discípulos.

 Fijémonos en este relato de Marcos: “...Subió al monte, llamó a los que quiso y vinieron donde Él. Instituyó Doce para que estuvieran con Él...” (Mc 3, 13-14). Hemos leído bien: Los llamó "para que estuviesen con Él", como añoraba  el Salmista. Y, que sepamos, Jesús nos llama al Discipulado por medio del Evangelio... del que fluye el Bien de Dios por excelencia: ¡La Vida Eterna! (Jn. 5,24).

 Y a todo esto... ¿Qué piensa Dios Padre de los Discípulos de su Hijo? Nos lo dice Él mismo: "... El Padre os quiere porque me queréis a mí...".

 P. Antonio Pavía

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miércoles, 24 de noviembre de 2021

Butacas vacías, el rostro invisible de los pobres

 

Era inmenso el hemiciclo. Un escenario entre el estrado enorme y más de dos mil butacas en todo el anfiteatro, hacían que nos sintiésemos pequeños los poco más de doscientos que participábamos en la V Asamblea de Cáritas de Asturias. Daba la impresión de que tantas butacas vacías hacían que nos descubriésemos perdidos en ese mar de anonimato. Pero nos pareció que era una parábola viviente. Propuse hacer esa lectura: poner nombre y rostro a los ausentes, que no eran otros sino los pobres a los que tratamos de acompañar de mil formas. No eran simplemente butacas vacías, sino el ejemplo de la invisibilidad a la que se condena al pobre por parte de un mundo que los descarta de tantas maneras. Pobres de pan y techo, pobres de trabajo y dignidad, pobres de fe y esperanza, pobres de afecto y compañía… ¡cuántos rostros de pobreza en nuestra sociedad opulenta, insolidaria, parapetada tras los muros de su solidaridad más triste y egoísta.

Saben a qué puerta pueden llamar cuando una penuria cualesquiera les hace precarios de lo esencial, de aquello que verdaderamente nos permite construir una casa sobre la roca, no sobre tierras movedizas, como nos dice Jesús en el evangelio. Y ellos llaman a la puerta de nuestras parroquias y nuestros despachos de Cáritas cada vez que una catástrofe natural derriba tantas cosas, o un revés económico pone al pairo hasta la mínima seguridad, o una herida te lastima con la enfermedad o la violencia que dejan marcas en tu piel y tu mirada. Siempre estará esa puerta abierta con una casa encendida, que detrás ofrece las manos que acogen y el calor fraterno que la comunidad cristiana ofrece aprendiendo de los gestos del mismo Dios hacia sus hijos preferidos que son los pobres.

La Iglesia, que cada día da gracias a Dios por tantas cosas, y cada día sabe pedir perdón también por sus pecados, desde un primer momento ha querido estar cerca de los que peor lo están pasando, de quienes son las víctimas de un sistema herido y de unos inmorales sin remedio. Lo hacemos calladamente, abriendo nuestros centros de acogida para dar techo, para dar alimento, para distribuir ropa y facilitar medicamentos. Es ingente la labor que realizan tantas asociaciones católicas, incontables parroquias y las organizaciones que sin ser confesionales tienen en el cristianismo su inspiración y comienzo.

La comunidad cristiana está en medio de este mundo plural y diverso. Con discreción tratamos de mejorar el mundo, esta historia inacabada como una incompleta sinfonía. Lo hacemos desde el testimonio creyente celebrando que Dios está entre nosotros y nos acompaña. Lo hacemos desde la cultura que ha generado tantas obras de arte y literatura, tantas escuelas de pensamiento, tantas legislaciones que buscan en derecho el bien de las personas. Lo hacemos también desde una caridad hecha verdad, abrazo solidario que sale al encuentro de los heridos, de los engañados, de los usados y tirados en la cuneta de la vida. Esta es la cosmovisión de la Iglesia católica. Con la gratitud en los labios, el perdón en el corazón, los brazos levantados para la plegaria y abiertos para el auténtico amor. Así, sin privilegios y sin complejos, aportamos lo que somos y tenemos para intentar hacer un mundo mejor.

No eran butacas vacías, sino la invisibilidad social de los pobres a los que los cristianos queremos poner rostro, aprendernos sus nombres y hacer nuestro su sufrimiento brindando con humildad nuestros recursos para salir a su encuentro. Lo dijo Jesús con aquella provocativa presencia: tuve hambre, estuve desnudo y en la cárcel, tuve enfermedad y sufrí el desprecio… benditos los que me reconocisteis en ellos, porque en sus vidas yo habitaba. Todo un recorrido a hacer con los que Dios mismo nos confía.

Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

 

martes, 23 de noviembre de 2021

Camposanto

 

                                                                                

¡Oh! tierra de nadie porque de nadie y de todos es la tierra de los hijos de Dios. Desierto de almas pero tan lleno de corazones que no hay lugar en el mundo que encierre más amor.

Sí, todos vamos, días, meses, años... Aún sabiendo que ninguno pasó por el Camposanto.      

Cuando Jesús resucitó a Lázaro -un hombre como nosotros- nos dio una prueba de vida; me pregunto por qué no lo pensamos. Nos arrastra la angustia por el hecho de no verles... Y honestamente creo que si les preguntáramos si les gustaría volver, ninguno lo haría porque su conciencia de VIDA ahora es más grande que la que aquí tuvieron.        

“Cruzar” Puertas Santas por ellos, es el mayor regalo que podemos ofrecerles para que en un “plis” se muden a la ciudad eterna de jaspe y oro (la describe Jn y es veraz).  

Señor si pudieras hacer algo “parecido” a lo hecho con Lázaro para verles caminar aunque fueran del color del viento, sería genial; ya sé que es una bobada mía pero Tú lo puedes hacer real en nuestra mente, nosotros no.     

- ¡CREE! Y les verás vivos en tu corazón y no como un recuerdo del pasado sino vivos como Yo en la actualidad.

- Y ¿Qué hacen, nos ven?, pregunta más tonta imposible.

- ... Anda y reza que lo necesitan para que su felicidad sea completa, y no te preocupes, están más cerca de Mí de lo que nunca estuvieron. 

  

   Emma Diez Lobo 

 

lunes, 22 de noviembre de 2021

La Tienda del Encuentro

 


En el camino de Israel por el desierto, Dios dijo a Moisés que hiciera una Tienda, llamada del Encuentro, que habría de levantar en cada etapa de su marcha, para poder hablar ambos. Dice el cronista del Éxodo que En esta Tienda: "Dios hablaba con Moisés cómo un hombre habla con su amigo" (Ex 33, 11). Sepamos, para nuestra alegría, que esta Tienda del Encuentro es una figura profética de la que Jesús levanta en el corazón de todo aquel que escucha su Palabra y la guarda en su corazón: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra y mi Padre le amara y vendremos a él y haremos morada -levantaremos la Tienda del Encuentro- en él (Jn 14, 23). 

 Es una promesa que colma por completo el corazón de los verdaderos buscadores de Dios; promesa que lleva a su plenitud, la vida de quien cree en ella hasta hacerla Alma de su alma.

 Esta promesa de Jesús contiene su Fuerza y la Gracia, propias de Él y que nos permiten crecer hasta llegar a ser discípulos suyos.

P. Antonio Pavía

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sábado, 20 de noviembre de 2021

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario

 

Rey mío y Dios mío

 El Evangelio de hoy -Fiesta de Jesucristo Rey- nos ofrece parte del diálogo entre Pilato y Jesús previo a su Crucifixión. Jesús dice a Pilato que es Rey, pero no de este mundo que está sometido a Satanás, padre de la mentira, que envuelve en su engañó a gente aparentemente buena como era la mayoría de los judíos (Jn 8, 42-45).

 Clavado en la Cruz, parodiado como Rey de Israel, Jesús irradia la Luz de la Verdad que a todos nos llega por medio de la predicación del Evangelio. Todos los que lo escuchan y lo acogen, reciben la Sabiduría y la Fuerza para decir ¡Basta a la Mentira que Satanás le ha presentado como verdad!

 A partir de entonces el hombre se abre a la libertad humano-divina. Oigamos lo que Jesús hace saber a quienes inician su camino del Discipulado: "Si os mantenéis en mi Palabra seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres." (Jn 8, 31-32). Es en este sentido que Jesús dice a Pilato: "Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".

 P. Antonio Pavía

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viernes, 19 de noviembre de 2021

La santidad no es comparable al buenismo

 

Estamos en noviembre mes en el que festejamos a aquellos que han adquirido la santidad. Un mes donde podemos reflexionar y meditar sobre aquello que más nos ayuda e influye sobre nuestra vida para crecer en la madurez espiritual. Se ha puesto de moda -en la cultura y en el modo de pensar- que todo es bueno y ¡aquí no pasa nada! El buenismo es una actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia. También se puede decir que el buenismo se identifica con el postureo que es una actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción. Cuando por lo contrario se afirma que somos pecadores y frágiles la respuesta inmediata se convierte en: “Eso era antes y estás pasado de moda. El pecado no existe”. Y se afirma con tal altivez de convencimiento que hasta se llega a pensar que es cierto.


El buenismo es como un masaje que por mucho que te lo des nunca puede quitar las arrugas existenciales: la fragilidad, la debilidad, la limitación, la caída que provoca el pecado. Sin embargo la fuerza del Evangelio nos recuerda: “Bienaventurados cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo” (Mt 5, 12). Se reirán y hasta te excluirán pero nadie podrá desterrar lo que significa la perfección del amor que es la santidad.

El buenismo se convence que en el mal entendido progreso, todo vale. Nos han quitado a Dios: Dios a la sacristía… y no pasa nada. Nos han quitado los “valores cristianos”… y no pasa nada. Nos han quitado la libertad personal… y no pasa nada. Nos han quitado las “virtudes cristianas”… y no pasa nada. Nos han quitado la familia…y no pasa nada. Nos han convencido de que el aborto es libre y justo… y no pasa nada. Nos han dicho que la eutanasia es buena y digna… y no pasa nada. Y la culpa es de los cristianos rancios que están anticuados y no progresan. Y siguen afirmando que lo cristiano es una marca que a nadie favorece porque es algo que sucedió y hoy no tiene sentido porque ha pasado de moda.

El buenismo se enaltece y considera que todo es válido mientras las ideologías relativistas así lo afirmen. La santidad, por el contrario, se amolda y vive de la ley de Dios que muy bien afirma y confirma el decálogo (los diez Mandamientos). “No pongáis vuestra esperanza en los príncipes, en un hijo de hombre que no puede salvar, que exhala el espíritu, vuelve al polvo, y en ese mismo días fenecen sus pensamientos” (Sal 145,3-4) ¡Cuidado con tocar y ponerse por encima de Dios! Las consecuencias son muy graves.

El buenismo ridiculiza la bondad y para bueno sólo existe la suma Bondad que es Dios. Cuando el ser humano detenta y solapadamente se convierte en el “dios de sí mismo”, se cae en la destrucción del auténtico humanismo. Corren tiempos especiales que aumentan la desilusión, la amargura existencial, la falta de perspectivas, la violencia en sus diferentes modos, la mentira como blanqueo de la verdad… Es la Torre de Babel que nos recuerda metafóricamente cómo quieren edificar una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue hasta el cielo (Cfr. Gn 11, 4). Posiblemente en este relato nos vemos reflejados los seres humanos de todos los tiempos en algo que llevamos dentro: el orgullo y la soberbia.

Ya San Agustín afirmaba: “Mas, ¿qué iba a hacer la vana presunción de los hombres? Por más que levantaran una mole de piedra hacia el cielo y contra Dios, ¿cuándo transcendería los montes? ¿Cuándo escaparía al espacio de este aire terrestre? ¿En qué puede dañar a Dios cualquier elevación de cuerpo o espíritu por grande que sea? El camino verdadero y seguro para llegar al cielo es la humildad. Ella levanta el corazón en alto hacia el Señor, no contra el Señor” (De civitate Dei 16, 4). La Biblia, al narrar la historia de Babel, señala que el orgullo es algo capaz de poner de acuerdo a los hombres, al menos momentáneamente. Allí donde hay una “ganancia orgullosa” parece que hay un principio de acuerdo. Pero dura poco y si va contra Dios se convierte en confusión y la torre se cae.

+ Francisco Pérez González

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

 

jueves, 18 de noviembre de 2021

Jesús y Zaqueo

 

Quizás de niño Zaqueo tuvo el deseo de ser alguien importante en Jericó y consiguió ser jefe de publicanos. Es cierto que estos no eran bien vistos, pues recaudaban impuestos al servicio de Roma, pero tenían sus amigos con los que alternaban.

 Un día Jesús llega a Jericó. Todos salen para verle, Zaqueo también, pero ve que la calle está abarrotada. Si la razón por la que quería ver a Jesús fuese simplemente por curiosidad o algo parecido se hubiese vuelto atrás pero no; Zaqueo ha conseguido ser alguien ante los demás y le parece escaso; quiere ser alguien ante Dios y por eso rompe con todo respeto humano y se sube a un árbol pues era bajo de estatura. Al subir al árbol se expuso a la burla de todos. Me imagino a Zaqueo, nervioso y casi arrepentido de lo que está haciendo. Ve acercarse a Jesús y piensa que con tanto bullicio no va a reparar en él.

 Jesús se va acercando. Nuestro amigo es un manojo de nervios hasta que Jesús llega donde él le mira a los ojos y le dice: ¡Zaqueo hospédame en tu casa! 

 Sin palabras, sin comentarios… o sí: todos los buscadores de Dios han tenido su experiencia; muy parecida a la de Zaqueo.

 P. Antonio Pavía

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miércoles, 17 de noviembre de 2021

Pobres recontados, pobres abrazados

 

Tras el impacto de la noticia que nos acerca la magnitud de una catástrofe natural, o la crudeza de un conflicto bélico, llega un momento en el que parece que nos acostumbramos, nos inmunizamos, nos distraemos conscientemente, y en nuestra propia portada deja de ser la noticia impactante. Pero las consecuencias de esa catástrofe o de esa violencia, siguen sembrando sufrimiento, incertidumbre, desesperanza…, y sin embargo ya no son una cuestión seguida, se convierten en algo invisible para la opinión pública, mientras que para las personas que sufren en su propia carne el zarpazo del dolor y la pobreza en todas sus formas, sigue siendo tan cotidiano que absorbe todos sus instantes.

Tenemos a la vista una nueva jornada mundial de los pobres. La celebramos en el penúltimo domingo del año cristiano, justo casi antes de comenzar un nuevo adviento. El papa Francisco ha escrito un mensaje para esta ocasión, en el que señala la pertinencia de esta mirada hacia los más desfavorecidos, sea cual sea el nombre de su precariedad y pobreza. Nos recuerda que «Jesús no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte. Esta es una importante lección también para sus discípulos de todos los tiempos. Sus palabras “a los pobres los tendréis siempre con vosotros” también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no debe conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a involucrarnos en un compartir la vida que no admite delegaciones. Los pobres no son personas “externas” a la comunidad, sino hermanos y hermanas con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social. Por otra parte, se sabe que una obra de beneficencia presupone un benefactor y un beneficiado, mientras que el compartir genera fraternidad. La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia. En definitiva, los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él».

Tenemos pandemias cuyo índice de contagio y mortalidad va y viene jugando con nuestras medidas de seguridad y nuestras aduanas sanitarias. Hay volcanes que siembran de colada abrasadora la vida que dábamos por supuesta impunemente, y nos hacen llover sus cenizas que pintan de gris ceniciento nuestros horizontes. Hay guerras por doquier y amenazas continuas que empujan a pueblos enteros a la fuga de sus tierras, sus casas, sus creencias, sus idiomas, convirtiéndolos en errantes refugiados que pasean el dolor en sus miradas cuando te asomas a los ojos asustados de los niños o de los adultos que no tienen una explicación para su tragedia. ¡Cuánta pobreza con sus distintos nombres, con sus diversos domicilios, con sus causas horribles y sus intencionalidades perversas!

A los pobres siempre los tendremos con nosotros, entre nosotros, son nuestros, como nos recordaba Jesús. Es bellamente denunciador lo que decía el P. Primo Mazzolari, a quien cita el papa al final de su mensaje: «no me preguntéis si hay pobres, quiénes son y cuántos son, porque temo que tales preguntas representen una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón. […] Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta». De esto sabe mucho nuestra Cáritas, verdadera alma social de nuestra comunidad cristiana. Jesús nos espera en los pobres, su más provocativa presencia, en la que espera siempre nuestra respuesta.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

martes, 16 de noviembre de 2021

Sois vosotros

 


Hoy quiero escribir para esas personas que no conozco pero que cuando no escribo se preocupan por mí; a estos grandes de Dios que con sus tristezas enormes y sus vidas siempre en lucha, leen mis textos simples sin estructura celestial pero con rasgos de un Evangelio que me apasiona.  

Vosotros sois mi inspiración, mi día después de abrir la ventana y respirar las luces de Dios. Es vuestra hora, la del amanecer despacio y la cafetera que llama; es la hora de mis ganas de deciros tantas cosas...

Sois más importantes que mi reflejo en el espejo, ya no miro la sombra en la que me he convertido y que la gente ve sin mirar, es lo que tienen los años mas no el corazón. Somos geniales, nos importan las almas del mundo.       

Me fascinan “los” Rafael, Pedro, Carlos, José, Juan... “Las” María, Pilar, Carmen, Isabel... Y un montón de nombres santos que pueblan la tierra, sí, los bautizados de Dios.

Tengo dos velas que me iluminan, son una birria, pero las enciendo porque me gusta estar acompañada de llamas chiquitas que se mueven cuando respiro y, toco las teclas de mi “piano” de letras. 

Mis palabras también para aquellos que “despegaron del Aeropuerto rumbo al cielo  con escalas para repostar”, escucha Señor, diles que el plan de vuelo es perfecto, diles que yo volaba y que hoy les acompaño con el uniforme del Padrenuestro, el que Tú nos diste. Quiero a mi pasaje....

Gracias, amigos.    

 Emma Díez Lobo

lunes, 15 de noviembre de 2021

Apariencias

 

 "Seréis como dioses": esta es la promesa que Satanás hizo a nuestros primeros padres. Ser como dioses supone seguir los dictados del padre de la Mentira -como Adán y Eva- prescindiendo de la Sabiduría de Dios. La problematización es que estos dioses son todo apariencia como dice el salmista: "Tienen boca y no hablan, ojos y no ven, oídos y no oyen..." (Sal 135, 15-17). A esto añade que los que se apoyan en estos dioses que no son más que apariencia, terminan siendo a imagen y semejanza suya… de su apariencia (Sal 135, 18).

 Los que ponen su corazón en ellos bloquean los impulsos interiores hacia la Transcendencia propia de su ser. Una persona ajena a su ser transcendente siempre será alguien incompleto aunque tenga medio mundo a sus pies, reciba agasajos y premios allá por donde pasa.

 Todo termina siendo  el simple confeti, porque la Vida que Dios ha puesto en su alma es infinitamente mayor que sus "éxitos y logros", que de por si no tienen por qué ser nocivos. Sea como sea, la buena noticia es que para Dios nunca es tarde cuando un hombre decide sortear el abismo que existe entre las apariencias y la Verdad. Como dijo Jesús a Pilato: "... Todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Jn 18, 37). Nunca es tarde para arropar nuestra alma insatisfecha con la Voz de Jesús: su Santo Evangelio.

  

P. Antonio Pavía

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domingo, 14 de noviembre de 2021

¡Nena!

 

                                                                                            

¿Dónde fuiste aquel día que te “marchaste” del colegio?

- A un sitio fantástico y ya estoy con mis Padres, no los de siempre no, son los de verdad, los que me enviaron a la tierra ¿Sabes?, el ángel de la Guarda que tenía me trajo hasta aquí a toda velocidad, ha sido genial.  

Dicen que ya no necesito hacer la Comunión ¡Tenía tanta ilusión!, pero ahora es mucho mejor porque estoy llena de Jesús, es muy guapo...

¿Sabes como es mi “vestido”?, parecido al de mi hermana pero más bonito porque tiene una cinta de oro en la cintura; es como si hiciera la Comunión todos los días; lo raro es que no sé la edad que tengo, antes tenía 7 y hoy... Soy tan grande como la alegría y la luz del sol, soy espectacular.   

- Dinos Mariquilla, ¿Has visto ya a los niños que también hicieron el mismo viaje que tú?

- Sí, ninguno tiene años como allí y estamos como recién bañados, relucimos... La Virgen dice que somos los que antes La vemos ¿Sabes?, hay  tantos como las estrellas que veía en el cielo, bueno, un poco menos pero un montón.

- Y ¿Tendrías ganas de volver para ver a tu familia?

- Que no se enfaden, pero no quiero volver... ¡Fíjate!, aquí no hay tiempo y no tengo nada que esperar, todo es muy especial.    

- Vale Mariquilla, entiendo que no hay vida mejor que la que tienes... ¡Acuérdate y di a Dios que no nos abandone para volverte a ver!  

- ¡Sí!     

Emma Diez Lobo

 

sábado, 13 de noviembre de 2021

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

 

 Fíate de Jesús

 En el Evangelio de hoy Jesús nos dice que el sol y la luna se oscurecerán, las estrellas del cielo caerán... etc. Los sensacionalistas, que siempre los ha habido y los habrá, nos marean pregonando el fin del mundo… y ya van varios siglos alertándonos. Empecemos por aclarar que Jesús dice que todo esto del sol, luna, estrellas sucederá en su propia generación y como dicen los biblistas, se estaba refiriendo, en un lenguaje cósmico, como el del Apocalipsis, a la destrucción del Templo de Jerusalén - Honor y Gloria del pueblo elegido- que efectivamente tuvo lugar en el año 70 por las tropas de Roma.

 Recojamos el sentido real de lo dicho hoy por Jesús: que este mundo incluido sus astros caerá y que lo único que es Eterno es… su Palabra: "cielo y tierra -el mundo visible- pasará, mis palabras no pasarán”, y aquí entramos nosotros. Jesús llamó a sus primeros discípulos en estos términos: "Yo os haré llegar a ser pescadores de hombres " (Mc 1, 16-17).

 Sabemos que estos primeros discípulos de Jesús dieron rienda suelta a sus ambiciones, vanidades, rencillas... le traicionaron en su Pasión. Sin embargo Jesús mantuvo su Palabra, su elección. Resucitado les reunió y les hizo llegar a ser pescadores de hombres: les envío a predicar el Evangelio de la Gracia y la Elección por todo el mundo.

  

P. Antonio Pavía

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viernes, 12 de noviembre de 2021

Erguida en el Calvario

 

 Recordemos lo que dijo el Ángel Gabriel  a María en la Anunciación: "Llena de gracia, el Señor está contigo... concebirás  al Hijo de Dios...". A lo que María respondió: "Hágase en mi según tu Palabra".

 Damos un salto en el tiempo y nos asomamos al Calvario;  ahí la vemos, a María, en toda su plenitud. Está dignamente erguida a pesar de su dolor indecible. Erguida porque Jesús, Crucificado, está a punto de vencer a la Muerte mientras ella, elevándose sobre su atroz  sufrimiento, manifiesta su victoria sobre el desfallecimiento que le provoca la espada que atraviesa su alma (Lc 2, 35).

 Doble es su sufrimiento; al hecho de ver, como madre, el despojo humano al que ha quedado reducido Jesús por parte de los hijos de la Mentira, se une la desolación en cuanto hija de Israel al constatar la brutal "apostasía de su elección". No han tenido bastante con condenar a muerte al "Mesías Esperado"; han decidido que muera fuera de Jerusalén para que Jesús, el Impuro y Maldito, no contamine la Gloria de Dios que reposa en el Templo. No vieron que cuando Jesús traspasaba Jerusalén con la Cruz a cuestas, la Gloria del Templo salió con Él hasta el Calvario. Desfallecida, pero no vencida, ahí está Ella erguida.

 Se dan en su ser los dos extremos: el máximo desfallecimiento y la plenitud de toda dignidad. Allí junto al Hijo de Dios y también suyo, palpándose ambos los entresijos de su alma, Erguida en el Calvario

P. Antonio Pavía

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jueves, 11 de noviembre de 2021

YO REZO

 


Yo rezo y, a veces, te veo, otras no.

No importa. Si mi corazón mira hacia ti y mis labios te pronuncian entonces se abre la puerta por la que entras en mí y formas parte de mi ser.

Desde dentro, sólo tú sabes cómo preparas mi alma para vivir en el mundo, cómo modelas mis pensamientos, cómo cambias mis visiones, cómo atenúas el dolor que provocan mis errores, tantas veces sin saberlo.

Sí, rezo y espero aunque no te vea porque sé que estás, con la esperanza de los árboles que preparan sus brotes en la primavera aunque todavía el frio del invierno lance el viento contra sus ramas.

Si rezo es porque tú me llamas y yo te respondo y por eso mis brotes, como los del árbol responden a tu voz y se convierten en oración, aunque no vea la primavera de tu rostro en el horizonte.

Si rezamos, nunca estamos solos, siempre  estás tú y modelas nuestro interior con la dulzura de la madre que entra de puntillas en el cuarto de sus hijos para dar las buenas noches.

Dejas en nosotros, con tu presencia, como la madre beso tras beso, esa huella indeleble y perpetua de tu amor.

Rezamos y te vemos o , solamente rezamos confiando que nuestra oración llegue al cielo y te avise para que pases, para que entres , aunque a veces durmamos y ni siquiera sintamos tu beso nocturno, pero sabemos, confiamos que no seremos iguales cuando nuestra oración termine.

Olga Alonso

http://comunidadmariama.blogspot.com/