sábado, 29 de agosto de 2020

Domingo 22 T. O.



                    ¡NO TE INTERPONGAS!

Jesús anuncia a sus discípulos que la Misión que su Padre le ha confiado conlleva su muerte miserable y afrentosa, para que el mundo se salve.

Pedro reacciona intempestivamente: ¡Jamás te sucederá esto!. La respuesta de Jesús sorprende por su aspereza -sigo la traducción original- ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Le responde tan fuertemente para que tome conciencia de la barbaridad que ha dicho aún con la mejor de las intenciones. Pedro ha intentado interponerse entre Jesús y su Padre, desvirtuando así la Misión de Jesús en favor del mundo. Su respuesta brutal a Pedro no fue fruto de "un pronto" sino que fue como un grito de alarma a quienes pretendemos seguirle como discípulos. El ¡Quítate de delante de mí! de Jesús, se repite sin cesar a todos los Pedros de la historia...entre ellos tú y yo.

Es un quítate de delante, porque solo Él sabe el camino que conduce  al Padre.... no pretendas seguir tu propio camino sin Jesús, porque convertirías el  Evangelio en un simple florero y tus pasos no serían "de las tinieblas a la luz" (Is 42,16) sino de tinieblas a más tinieblas aunque se  coloreen con sentimentalismos. Volvemos a oír a Jesús: (atentos Pedro y Luis y Carmen y Fernando....)

Quítate de delante de mí porque no sabes cómo ir a tu Padre...ten en cuenta que "Nadie va al Padre sino es por mí" (Jn 14,6). Déjate llevar por mí al ritmo de mi Evangelio.


P. Antonio Pavía

viernes, 28 de agosto de 2020

La Virgen del Mar, en el día de su solemnidad.



Nuestra Patrona es un cielo abierto donde puedes saborear esa sabiduría escondida, donde otros solo verán nubes de tormenta. La Virgen del Mar es ese susurro suave y sutil que musita a nuestro espíritu la voluntad de Dios.
“…la estrella que es guía en la noche del navegante”, porque “el mar, son los propios pensamientos, que a veces están en bonanza y en ocasiones se agitan tempestuosamente poniendo a prueba la habilidad del piloto”. Tras haberlo vivido así, nos aconseja: “No te agobien las cosas de la tierra”. Aún en las más negras borrascas del mundo, si elevas los ojos a la Virgen..., algo verás”, queriendo decir que mirando a la Virgen del Mar, nunca se queda uno a oscuras.
De hecho, la Virgen María nunca estuvo ausente de su pensamiento y de su corazón; nada emprendió sin contar con Ella; le acompañó todos los días de su vida. No hay en sus anotaciones una sola página donde no aflore el nombre dulcísimo de María: “La Virgen todo lo puede”, “todo está en sus manos”, “todo se hace con su ayuda y la de Dios”. Y un día memorable, San Rafael Arnáiz, consigna sus vivencias en estos términos: “¡Qué bien conoce Dios el corazón del hombre, pequeño y asustadizo! ¡Qué bien conoce nuestra miseria que nos pone ese puente... que es María! […] No sé si diré algo que no esté bien, […] pero creo que no hay temor en amar demasiado a la Virgen. Creo que todo lo que en la Señora pongamos, lo recibe Jesús ampliado... Yo creo que, al amar a María, amamos a Dios y que a Él no se le quita nada, sino todo lo contrario”. “¡¡¡Cómo no amar a Dios teniendo a María!!!”.
Dios ha puesto a la Virgen “entre el cielo y la tierra” como intercesora, para que alcance del mismo Dios, todo aquello que nos da: guía, aliento, amparo, fortaleza, consuelo, compasión y dulzura”.
María es el espejo del rostro materno de Dios, su imagen más perfecta en una criatura humana, porque Ella es la única “llena de gracia”, es decir, llena del Espíritu Santo. Por eso escribe: “Dios nos ofrece el corazón de María como si fuera el suyo”.
Virgen María, Tú presides nuestras horas y nuestra vida acompañas. Nos enseñas a decir: “Hágase en mí tu palabra”.
En Ti vemos a la Iglesia, de Ti aprendemos a amarla. Cantas el “cántico nuevo”, y el “Magníficat”. Proclama la grandeza del Señor y la humildad de su Esclava. Todos los pueblos pregonan que eres bienaventurada.
Madre de Dios, Madre nuestra, llena de amor y de gracia, Dolorosa en el Calvario y jubilosa en la Pascua, ya en cuerpo y alma en el cielo y de estrellas coronada.
Cada primero de mes y año tras año venimos asistiendo, en Madrid, a la llamada de la Virgen del Mar, que quiere residir por siempre con nosotros, por ello la acogemos y la veneramos clamorosamente.
Esta es la experiencia que hizo María de Nazaret y que el evangelista Lucas nos describe de forma magistral: María guardaba y meditaba en su corazón la Palabra. ¡Qué cosa más humana la memoria! Ella tenía memoria - guardaba las cosas en su corazón-.
Guardar y meditar, que no significa un proceso mental, sino acogerla hasta hacerla tuya. Pienso que Nuestra Señora está contenta, tuvo que aprender en el cielo primero griego (para entender bien lo que decidieron los de Éfeso, que hablaban y rezaban en griego) y luego, latín. Han sido tantos siglos oyendo como le decían sus hijos mil y millones de veces: “Ora pro nobis” “Virgo gloriosa et benedicta”. Incluso sonríe complacida por el acierto del adjetivo que le hemos añadido a su nombre de Dulce nombre de María. Qué lo es. Inútil investigar quién lo inventó, seguro que san José por la manera de llamarla “María”, tan dulcemente.
Yo he ido aprendiendo que hace falta hablar con la Virgen despacio, seria y delicadamente, sin impacientarse. Es tan cercana, con tanta ternura, confianza, una paz, un gusto que es difícil disfrutar tanto si no estamos a su lado.
Yo quisiera hoy mostrar mi amor a la Virgen, a Almería y mi gratitud a todos los que hoy conmemoramos el 500 Aniversario de la creación de la Hermandad Matriz de Almería, promulgando a la Virgen del Mar todas las glorias que tienen hoy cabida en su figura. Yo quisiera que las letras de este texto, alcanzasen o no finalmente vuestra benevolencia, fuesen sobre todo testimonio de ese amor que aprendimos de nuestros padres. Dejadme ser, en la torpeza de mi pluma, un portavoz ilusionado de las nuevas generaciones cofrades, que quieren dejar escrito un nuevo capítulo en esa gloriosa historia almeriense de amores a la Virgen, en su advocación del Mar.
Somos responsables de preservar un legado de creencias en un marco de bellísimas formas y tradiciones. Pero nuestra fe viva tendrá que alumbrar un entorno de tibieza religiosa, y, en ocasiones, de materialismo ciego. Hoy estamos llamados, más que nunca, a dar autenticidad a nuestro culto, a profundizar nuestra vida espiritual y nuestro compromiso social, haciendo de nuestras hermandades un cauce específico para vivir como verdaderos cristianos.
Consciente de ello solo quiero invitaros a recrear esas vivencias, reviviendo cada momento emotivo, cada ilusión renovada, en ese tiempo que la sabiduría de nuestro pueblo almeriense quiso y quiere dedicar a su excelsa Patrona: La Virgen del Mar.
Este año de 2020, no podremos acompañarla en procesión por las calles de la ciudad, como consecuencia de la pandemia de la Covid-19, pero si nos hemos encontrado con Ella en nuestro corazón agradecido y también con la serenidad de otra imagen, gentes ansiosas de acompañarle en  los solemnes actos litúrgicos que se han celebrado en su honor.
También, en nuestra hermandad nos hacemos eco de todas estas vivencias,  y de la devoción escondida de tantos jóvenes quedará grabada por siempre en nuestra memoria colectiva, como la emoción desbordada y el gozo íntimo de los más puros sentimientos del pueblo a esta llamada, que os propongo, y, una vez que la encontréis, daréis gracias por haber atravesado el mar del mundo sin zozobrar en sus remolinos. Y seguimos a la espera de esa juventud, que traerá agua desbordada de amores, rezumando entusiasmo y esplendor cuando la tarde agosteña, del próximo año (DM)  nos traiga a la calle la presencia de María, que sale a prender la llama del amor en esos corazones jóvenes.
Hay un nombre de María que repiten a porfía hasta las olas del mar. Su estela llegó a nuestra costa y Almería y los almerienses han querido embarcarse con ella, con su Virgen del Mar, en la tierra de sus amores.
Gozos de agosto y junio, de fidelidad y fiesta entrañable mariana. Cofrades de Almería, de Sevilla, de Barcelona y Madrid, los actuales y los jóvenes que vendrán ¡conservad por siempre la hermandad que mejor refleja vuestro sentimiento! Que no se pierda entre las nuevas generaciones aquel espíritu de hermandad que hizo enriquecer a nuestros antepasados, sabiéndose precursores de la misma.
 Miguel Iborra Viciana
Hermandad filial, en Madrid


jueves, 27 de agosto de 2020

La teología de la lentitud



Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo.
Porque no es lo que importa llegar solo ni pronto,
sino llegar con todos y a tiempo.

León Felipe
(1884-1968)

Cuando en Junio de 1967 visité la Heriot-Watt University en Edimburgo poco podía pensar que en aquel mismo año había nacido en Escocia y en la misma ciudad Carl Honoré que había de ser y conocer como una de las figuras más importantes del “slow movement” que lucha “contra el acelerado ritmo de vida actual”. El mundo se mueve con más rapidez que nunca. Nos esforzamos por hacer las cosas más deprisa para ser más eficientes, pero pagamos un precio muy alto por someternos a un ritmo de vida vertiginoso y descontrolado y lo pagamos con la ausencia del sabor y del placer de la contemplación. Tal vez, dice, necesitamos recuperar ese arte tan humano que es la lentitud. Gandhi también nos dice que en la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad. Desde 2005 tenemos ya traducido por RBA el libro sobre Elogio de la Lentitud que en su versión original mereció el título de In Praise of Slow.

Los teólogos también tienen algo que decir. Fragmenta Editorial ha publicado recientemente un libro de José Tolentino sobre la Teología de la Lentitud. Su primer capítulo nos abre al arte de la lentitud pero sin llegar a la teología de la misma: “Pasamos a vivir en un espacio abierto, sin paredes, sin márgenes, sin días diferentes, sin rituales transformadores”.  Tal vez, dice, necesitamos recuperar el arte de la lentitud, “no queremos perder el tiempo; queremos alcanzar las metas lo más rápidamente posible; los procesos nos desgastan, las preguntas nos retrasan, los sentimientos son un puro despilfarro; nos dicen que lo que más importa son los resultados. El ritmo de las actividades se ha tornado despiadadamente inhumano”. En la rapidez se nos escapan los detalles que podrían enriquecer nuestras acciones y pasiones. No nos damos cuenta tampoco de los valores intangibles y pasamos de largo sin contemplar de cerca o de lejos la profundidad de las cosas y de su interacción entre ellas.

Qué puede pensar la teología de todo esto. Qué diría la lógica del proyecto divino a este desenfreno de la excesiva velocidad y competitividad con tantos escapes de felicidad que nos alejan de la consciencia de los pequeños tránsitos de sentido, las variaciones de sabor y sus minucias fascinantes para poder palpar lo íntimo y diverso de la vida misma. Aunque el programador no tiene prisa, nosotros, a través de nuevos métodos y a toda prisa, quitamos el trabajo a los demás robotizando sus rutinas. Muchos ni siquiera tienen la necesidad de dejar de tener prisa, porque no tienen nada que hacer, y al mismo tiempo no tenemos prisa para que tengan la oportunidad de disfrutar de la lentitud a través de un trabajo estable. Les sobra tiempo y no saben qué hacer con él.

La vida nos permite robotizar lo repetitivo, aumentar la productividad, pero no nos preocupa encontrar alternativas a los parados que no necesitan más lentitud sino dinamismo y creatividad. La evolución del cosmos físico y humano es un proceso lento de millones de años, bajo la mirada creativa del Creador del Universo que no nos da las cosas hechas. Asegura las estructuras y el soporte y en ello no hay que forzar nada sino insistir que, con medida,  apoyemos su crecimiento sin excesiva rapidez pero sin excesiva lentitud. El proyecto no quiere que algunos trabajen demasiado rápido para aumentar excesivamente la productividad, y otros trabajan muy poco aumentando en exceso su fatal disponibilidad.

Desearíamos que el proyecto divino fuera más rápido, pero su promotor quiere que a través de la inteligencia, la libertad y la paciencia encontremos y lleguemos donde quiere que lleguemos, a un espacio lleno de posibilidades, para contemplar y gozar de un nuevo cielo y una nueva tierra, sin dejar de disfrutar de una lentitud rica que nos llenará de sentido. En ese reino no cabrán las prisas, sino la satisfacción de tantos deseos acumulados y jamás conseguidos.

Salvador Guasch



lunes, 24 de agosto de 2020

Atraídos por Dios




Comparto  lo que el Señor me ha inspirado esta mañana...

Si el salmista al intuir la Majestad de Dios por la creación se queda atónito y exclama: ¿Que es el hombre para que pienses en él? (Sl 8)

Qué podremos decir nosotros ante lo que dice de nosotros el autor del Salmo 45. 

Partamos los versículos 11 y 22

Escucha hija - el alma - mira y pon atento el oído olvida tu pueblo y la casa paterna- es decir escucha, contempla y átate a  Palabra con tal fuerza que nada de lo que tienes te ate.

Átate por mi Palabra, con mi Evangelio a mí y....el rey, Dios- se prendó de tu belleza. ¡Atentos con la Palabra, el Evangelio guardado- prendido en nuestro corazón, en nuestra alma!

Podemos prender-cautivar al Hijo de Dios- Él se prenderá de ti, de nosotros, y  ¡Atentos a la bomba! Prender en este sentido también tiene la acepción de ¡Seducir! Es decir que seducimos al mismo Dios cuando ve que su Evangelio ya ha llegado a ser !Alma de nuestra alma!

Bendito sea Dios,

P. Antonio Pavía

domingo, 23 de agosto de 2020

Llamados para seguir al Señor



Desde su creación, este blog pretende de una manera especial la necesidad y urgencia de despertar vocaciones al sacerdocio y vida consagrada en este siglo XXI que tanto necesita de Dios- al que se quiere dejar de lado- en la vida pública... y ahora también en la privada.

Creo que estos textos "que no son de la cosecha de nadie" sino que han sido inspirados por Dios son nuestra aportación...¡¡¡SI, TAMBIÉN LA TUYA!!! Por eso ¡¡¡EN NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO!!! Te animo a que hagas llegar "este material" a toda persona que creáis oportuno, especialmente a esos tan cercanos a tu entorno social, conventual, laboral y de apostolado. 

Le devuelvo la palabra al Beato Manuel Domingo y Sol, a mi entender, el mayor fomentador de las vocaciones eclesiásticas:

"No sabemos si estamos destinados
a ser un río caudaloso,
o si hemos de parecernos
a la gota de rocío que envía Dios
en el desierto a la planta desconocida.
Pero más brillante o más humilde
nuestra vocación es cierta:
No estamos destinados a salvarnos solos"

Bella frase que nos obliga a todos.

La mayoría sí que lo sabemos. No estamos destinados a brillar como una estrella de primera magnitud, pero si a iluminar, aunque sea como una pequeña luciérnaga. Todos debemos ser testigos del Evangelio y animadores de vocaciones sacerdotales y de vida consagrada. La barca de Pedro, para que pueda avanzar con seguridad, necesita numerosas tareas escondidas que, junto con otras más visibles, contribuyen al desarrollo regular de la navegación.

El Papa Francisco da un mensaje sobre las redes sociales y como son un centro de encuentro para la acción pastoral.

Nosotros seguimos adelante, ilusionados por continuar evangelizando, en la era digital, con estos instrumentos  que hacen  humanamente plena la comunicación.

La vocación es una inspiración interior por la que Dios llama a una persona para una misión. Hoy las vocaciones de vida consagrada son el reto de la fuerza de la esperanza, que sostiene la fe.




sábado, 22 de agosto de 2020

Domingo XXI T. O.





Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?

Pedro responde: "Tú eres el Cristo - el Mesías- el Hijo de Dios vivo".

Un judío celoso e intransigente  por la Transcendencia de Dios jamás diría que un "hombre" es Dios, sino se lo inspirase Dios Padre, como el mismo Jesús hizo saber a los doce.

Fijémonos en las últimas palabras de esta confesión de Pedro: Eres el Hijo de Dios vivo.

Los hombres  tenemos esa centella interior, por pequeña que sea, que nos mueve a buscar la Vida, el Fuego que dio origen a nuestra centella. Tenemos también el peligro de orientar nuestro destello  hacia divinidades ficticias, siempre las hubo. Antes se las erigían estatuas, ahora pedestales virtuales en los que entronizamos ideas, planteamientos, proyecciones que hoy son y mañana se cambian por otros, porque quedaron caducos.

Los discípulos de Jesús no somos mejores que nadie pero sí tenemos la sabiduría de buscar   "al Dios vivo", al que, precisamente por estar vivo, abre sus oídos a nuestros lamentos y tristezas (Sl 130). El Dios que está pendiente de tus súplicas (Si 35,17)... En definitiva, el Dios vivo de quien dice el salmista..." hace tanto por mi " (Sl 57,3) Y la buena noticia es que...

"El Dios vivo  salió en nuestra búsqueda" 

¡Hablamos del Señor Jesús!


P. Antonio Pavía


viernes, 21 de agosto de 2020

TU PALABRA


Guardar tu palabra, con la esperanza en la voz escuchada, con el temor de no ver nada pero confiar, apostar y creer.

Creer en el imposible y dejar hacer.

Escoger un espacio en el interior donde cuidarla, elegir un lugar para ti y  esperar, guardarla y esperar.

Sentirse turbado por ella al descubrir que se prenderá en tu alma y que cambiará tu vida.

Guardarla, acariciarla, soñar que se hace verdad: verdad en mi vida.

Perseverar, insistir, como miran los hombres sus campos sembrados al atardecer.

Un día, otro día, dentro, guardada tu Palabra, mi imposible y tu posible.

Y, un día, despertar viéndola crecer en tu vida, cambiándolo todo; tu sentir, tu reír, tu mirar, tu sufrir.

Todo distinto en mí por tu amor, todo cumplido en mí por tu Palabra.

(Olga)

lunes, 17 de agosto de 2020





Solemne Himno a San Agapito


Las campanas repican a gloria

con tañido solemne en tu honor

celebrando la santa victoria

 tú fe en Jesucristo nuestro Redentor.


Santo mártir que diste a los hombres

vivo ejemplo de ardiente fervor,

oye a Rágol que invoca tu nombre

y a tu nombre se acoge, Señor.


Patrón San Agapito

con palma de martirio,

el corazón de lirio

y el alma de azahar,

a ti Patrón bendito

mi devoción renuevo

con este salmo nuevo

que reza mi cantar.


Gloria y honor,

Aleluya,

Santo Patrón


Aleluya.




Oración

Permíteme, San Agapito mártir,

mi salutación más fervorosa,

¡Tú haces la historia de Rágol!

derrama sobre nosotros la fe,

con tu mirada amorosa.


¡Oh! Mártir niño San Agapito.

Que nuestros corazones estén unidos,

glorificándote hasta el infinito,

y perdure para siempre,

a través de siglos y siglos.


Te ofrecemos con devoción

nuestras, tradiciones y alabanzas

de aquellos tiempos pasados

cuando, en acción de gracias,

a Ti, Santo Patrón,

los hombres que de las minas llegaban

la dinamita explosionaban.


¡Oh! Mártir niño San Agapito.

el pueblo entero te implora,

con gratitud y devoción

te suplica a todas horas,

pidiendo tu bendición.

Que así sea,


*Felicidades a quienes llevan este nombre*

Miguel Iborra Viciana

Tres nuevas invocaciones de las Letanías lauretanas



«Mater Misericordiae», «Mater Spei» y «Solacium migrantium», que mientras esperamos una traducción oficial aprobada por la Santa Sede, podemos traducir como «Madre de la Misericordia«, «Madre de la Esperanza«, y «Consuelo de los migrantes» son las tres nuevas invocaciones marianas incluidas recientemente, por voluntad del Papa  Francisco, en la lista de las Letanías lauretanas, que sobre todo decimos al acabar el santo Rosario. Eran hasta ahora 52 invocaciones -desde Sta. María, hasta Reina de la Paz-, y a partir de ahora serán 55 invocaciones, todas de alabanza, de súplica y de ternura para con nuestra Madre del cielo.
Desde la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos se han presentado las tres nuevas invocaciones como «oraciones vinculadas a la actualidad de la vida». Y afirman que «son incontables los títulos e invocaciones que la piedad cristiana, a lo largo de los siglos, ha reservado a la Virgen, camino privilegiado y seguro para el encuentro con Cristo». También se ha especificado el lugar de la lista donde habrá que situarlas: la primera invocación irá tras Mater Ecclesiae, Madre de la Iglesia; la segunda después de Mater divinae gratiae, Madre de la divina gracia; y la tercera después de Refugium peccatorum, Refugio de los pecadores.
Las letanías son una rogativa o súplica que se hace a Dios poniendo por mediador a Jesucristo, e invocando a la Virgen María y los Santos. Son procesionales y se rezan con aclamación y respuesta. Las letanías más antiguas después de las de los Santos son las de la Virgen. Llamadas «lauretanas», por el Santuario de la Santa Casa de Loreto (Italia) que las hizo famosas, fueron aprobadas por el Papa Sixto V en 1587 y luego Clemente VIII las ratificó. Varios Papas han incluido invocaciones a las Letanías. El más reciente fue S. Juan Pablo II que añadió la invocación a la «Madre de la familia».
Las letanías son una forma recomendada de oración a Santa María, con una larga serie de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una insistente alabanza-súplica. En el Rito Romano hay dos formularios de letanías: las lauretanas, muy estimadas por los Papas, y las letanías para la coronación de una imagen de la Virgen. Si se quieren tomar en consideración otros formularios antiguos o nuevos será necesario que resulten notables por su solidez estructural y la belleza de sus invocaciones. Por más que desde León XIII concluyan la recitación del Rosario, son un acto de culto por sí mismas y pueden ser rezadas ellas solas, ya que pueden ser el elemento fundamental de un homenaje a la Virgen, un canto procesional, formar parte de una celebración de la Palabra o de otras estructuras cultuales (Cf. Directorio sobre la piedad popular y la liturgia del año 2002, nº 203).
Las Letanías tienen una fuerte conexión con los momentos de la vida de la Iglesia y la humanidad. En los actuales momentos de pandemia, marcados por razones de incertidumbre y desconcierto, el recurso lleno de afecto y confianza a la Virgen María, y sobre todo cuando lo unimos al rezo del Rosario, será de gran ayuda para el pueblo de Dios, sobre todo cuando invocaremos a la Madre de la misericordia y de la esperanza, que es consuelo y ayuda de los migrantes y consuelo de los afligidos.
+Joan-Enric Vives,
Arzobispo de Urgell