sábado, 28 de agosto de 2021

Domingo XXII del Tiempo Ordinario

 


La Palabra en el corazón

  Hoy vemos que los fariseos critican a Jesús porque sus discípulos comen sin purificarse las manos. El problema no es tanto la higiene sino su impureza por no cumplir con la norma ritual. Jesús les responde parafraseando la denuncia de Isaías: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí".

 Lejos de Dios está todo corazón no habitado por su Palabra. Bien conocían estos fariseos la inspiración del salmista: "En mi corazón guardo tus palabras, así no pecaré contra ti" (Sl 119,11). No es que la Palabra protege del pecado como si fuera un amuleto. La Palabra como se nos dice frecuentemente en la Escritura contiene en sus entrañas la Fuerza y la Sabiduría de Dios que nos hace más fuertes y sabios que el Tentador.

 Los fariseos sabían esto, pero no le dieron importancia, por lo que todo quedó en los rezos de sus labios. Y… ¿Por qué no le dieron importancia? Dejemos que nos lo diga Jesús: "...Prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios" (Jn 12,43). Ahora, atención: fariseos con muchos rezos pero sin la Palabra habitando en su corazón hubo, hay y los habrá siempre.

  ¡Que el Señor nos convierta a todos!

 P. Antonio Pavia

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sábado, 21 de agosto de 2021

Domingo XXI del Tiempo Ordinario

 

Palabras de Vida Eterna

 El Evangelio de Jesús, siempre nos sorprende. Miles de personas han visto como Jesús había multiplicado unos panes y que todos comieron y se saciaron. Se supone que ser testigos de este milagro es más que suficiente para creer que Jesús es el Mesías. Sin embargo, una vez satisfechos, al decirles que Él es el Pan de Vida, que sus Palabras son Espíritu y Vida, etc., todos, menos los Apóstoles, se alejaron de Él.

 ¿Qué hay detrás de esta actitud? Pienso que hay una Catequesis sobre la Fe adulta fortísima. Vemos que una fe apoyada solo en milagros, emociones, sentimientos, etc., no termina de arraigar porque está construida, puntualiza Jesús, sobre la arena y no sobre la roca (Mt 7,24-27).

 Y... ¿Cómo se arraiga la fe en la Roca? Lo vemos en el Evangelio de hoy. Una vez que la multitud se fue, Jesús preguntó a los doce que estaban desconcertados: ¿También vosotros queréis marcharos? Pedro, movido por el Espíritu Santo, exclamó: ¿Dónde a quien iremos Señor? ¡Tú tienes Palabras de Vida Eterna!

 He ahí la Roca que sostiene nuestra fe cuando nos azotan mil tempestades: Las Palabras proclamadas por Jesús: ¡su Santo Evangelio!

  

P. Antonio Pavia

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martes, 17 de agosto de 2021

Oración

 

                                                                                         

Madre, sin ti, no hay Gracia de Dios. Tú eres quien siempre lleva cargadas las manos de nuestras peticiones y angustias… Además, fuiste terrenal, como yo, como tu Hijo, Hijo del  Amor Universal. Portadora de un Todo y Madre de lo Absoluto.  

Eres quien mejor nos comprende y tu Hijo quien pone las normas… Sin ellas, no sería posible el cielo, y Tú, tu ayudas a lograrlo con tu mediación.   

Pero a veces cuando rezamos, “te saltamos” como creyendo que es más seguro y eficaz ir directos a Dios… ¡Qué equivocados, Madre mía! Tanto tiempo para entender que en nuestras oraciones tú presencia es vital, no sólo es rezar Ave Marías…

También he pensado en los Santos, hermanos de la tierra, quienes median de una manera extraordinaria. ¡Oh Dios mío! Es Ella, son Ellos, nuestros aliados ante Ti. Perdóname María, perdonadme todos por no pediros nada.  

Genial, tenemos todo un ejército en nombre de Dios para nosotros. ¡Esto es magnífico, cuántos a nuestro favor!

María, guárdame bajo tu manto, no dejes que me hunda con mis cruces y que sean para mí, “parte” de una imitación de tu vida. Dame esa alegría de parecerme en algo a ti, aunque sea en la forma de mirar, porque supiste aceptar con lágrimas pero en silencio, cruces tremendas desde la Anunciación de Jesús, mi Hermano mayor, quien siendo el Primer Profesor del alma, nos abrió el cielo a Ti, al mundo y a mí.    

Amén

Emma Díez Lobo

 

 

lunes, 16 de agosto de 2021

Perdona María

 


Siempre en segundo plano, después de la Trinidad. Y eso que Jesús dejó muy claro que te pidiéramos a ti, que tú eras la intercesión entre Él y nosotros. Y no puede ser que se me pase escribirte... 

Porque eres imagen de Humildad con mayúsculas, esposa de Dios, Madre de quien nos salvó la vida. Eres tanto que supera mi conciencia. 

Problema: Cuando intento rezar el Rosario me quedo “frita”, no hay manera de terminar ni uno; y con eso de que cada día es una cosa y tienes que pensar si es martes o jueves, me lío, pierdo el Rosario, me equivoco de dedos, vuelvo a empezar y… ¡Zas!, a dormir como los sapos.

Me dan envidia esas personas que te tienen siempre en su mente, pero ten por seguro que como Madre y mujer te admiro en lo más profundo. Tus sufrimientos fueron más grandes que el dolor en sí.

La tortura y la muerte de un hijo inocente son inconsolables e impensable lo que pudiste llegar a sentir. ¡Qué horror! Te admiro con gran tristeza. Aquella mirada entre vosotros, aquellos soldados que no te dejaban acercarte cuando caía… No, no lo concibo.

Lo siento tanto… Pero has de saber que la gratitud del mundo hacia ti es infinita; quisiera que te aparecieras en mis sueños porque necesito tenerte como a tu Hijo ¡Tienes tanta belleza!

Mira, vivo en un punto azul del universo, la Vía Láctea, la Tierra, Europa, España, Madrid ¿Has apuntado mi dirección? No es ninguna broma María, no lo es.  

Emma Díez Lobo

sábado, 14 de agosto de 2021

Fiesta de la Asunción y Glorificación de la Virgen María

 

 Celebramos la Asunción de María, Madre de Dios al cielo, su Glorificación. Ya este salmista anuncia   proféticamente el fin glorioso que Dios tiene preparado para quienes le aman (Sl 73,24).

 Dios Padre al resucitar a su Hijo, le glorificó y nos dijo a todos que la muerte no es el fin de nuestra existencia. Si el fin del hombre tuviese su punto y final en un sepulcro, nuestra muerte sería exactamente igual que la de cualquier animal: todo lo que hemos sido quedaría  reducido a polvo.

 La Fiesta de hoy nos indica que los latidos de eternidad, propios de nuestra alma, no son ensoñaciones sino que preanuncian el deseo de Dios sobre nosotros: nuestra glorificación.

 San Pablo en el mismo sentido hablará de que la existencia del hombre alcanza su plenitud con su Transfiguración: "... Él -Jesús- transfigurará este cuerpo corruptible en un cuerpo glorioso como el suyo" (Flp 3,21).

 He aquí el sentido de lo que nos dice Juan: "Bienaventurados los que mueren en el Señor" (Ap 14,13).

P. Antonio Pavía

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viernes, 13 de agosto de 2021

La mía Madreee (con más fuerza no se puede decir)

 

         Madre mía, Madre nuestra, Madre de los que ya no están... De verdad María, no sé cómo te apañas con tantos hijos… Uno allá, otro acá, el que se despista, el que se esconde, el que quieres conocer, el que llora, el que quieres salvar, el del purgatorio… ¡Menudo lío! Yo tengo tres y es que no vivo. 

Ya sé que eres prodigiosa por demás y estás en todos los menesteres terrestres y celestiales. Pero sin ser Dios, María de mi alma, no descansas con tanto hijo descontrolado, somos miles de millones; desde aquel día en que Jesús te dijo “Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu Madre…” ¡Te la armó buena! Ya bajo, ya subo, ya te llevo, ya me acerco, ya intervengo, ya me aparezco, ya… ¡No paras Madreee! Pero si no fuera por ti…        

Este es tu mes, pero tienes el corazón atravesado por nuestras malas artes. No puedo decir que no te preocupes, me encantaría, pero me es imposible cambiar el mundo. ¿Sabes? Llevo tus lágrimas conmigo pues qué difícil es ser madre, y con tantos haciendo el loco…

No sé qué puedo darte, sino clamar que eres parte de Dios; Tu deseo es vernos en lo alto el día de nuestra partida y yo prometo no ir “pabajo”, pero para que no suceda ruega a Dios por mí... ¡No hay manera de dejarte tranquila!, lo sé.

Te veo cómo cinta de seda portadora de almas... Gracias por el magistral acto de amor.       

Emma Diez Lobo

lunes, 9 de agosto de 2021

EL SILENCIO

 

Cuando no se ha intentado nunca, uno cree que es fácil, y que basta con quererlo para hacer dentro de sí el silencio. Pero cuando se intenta de verdad, se ve qué difícil es, cómo es una de esas cosas para las que menos capaces somos, y sobre las cuales tiene menos poder nuestra voluntad.

Cuando un alma ha descubierto la Presencia, la intimidad, la vida de oración, únicamente desea estar humildemente delante de su Señor, en el vacío y en la plenitud del silencio. Esa alma ha comprendido, ha conocido interiormente que Dios existe, que está presente en ella, que la ama. Sólo está sedienta de una cosa: de hundirse en ese silencio que responde a la Presencia, de permanecer en esta  atención y en esa simple mirada, en la que se resume la contemplación. Y el alma trata de rehacer  su silencio.

Entonces, tal vez a partir de breves períodos de gracia, experimenta dolorosamente su impotencia para eliminar el ruido. Por muy firme que sea su voluntad, se sorprende a cada paso en flagrante delito de charlatanería interior, de curiosidad, de dispersión. El ruido rezuma en ella por mil grietas imperceptibles. Taparlas una tras otra es un trabajo agotador; vuelven siempre a abrirse bajo los golpes de una resaca que nunca pasa.

Existen algunas medidas indicadas a las  que conviene acudir; preparación de la oración, y también algunas técnicas psicológicas que nos permitan ser dueños de nosotros mismos. Pero eso no es suficiente. El único recurso que queda, como sucede siempre en el plano sobrenatural, es éste: pedir lo que ella no puede adquirir, obtener a fuerza de súplicas y de humildad lo que por sí misma no puede realizar. Implorar, mendigar, desde el fondo de su miseria y su impotencia, el don regio del silencio.

“Alzo los ojos a las montañas.

¿De dónde me vendrá el socorro?

(Sal 121, 1)

            (…) Si la Virgen inmaculada es la única que conoce, en su pureza de cristal, la plenitud del silencio, Ella es también la única que lo puede, en su generosidad de Madre dispensar.

Y he aquí  que ante nosotros se abre el secreto del silencio. No se encuentra al término de una lucha o de una violencia: bastante hemos experimentado que nuestros esfuerzos, demasiadas veces, crean una tensión que es, en sí misma, destructora del silencio.

En presencia del misterio de María, comprendemos que el silencio es más bien el fruto de una adhesión, de un desposeernos, que pone en el alma la paz. Un gesto de santo abandono es el que crea ese alto, esta parada, que es la condición misma del silencio que estamos mendigando.

No hay necesidad de frases ni de ruido de ninguna clase. Basta con entregarse con toda la confianza de un niño.

Una madre no deja a sus hijos envueltos en andrajos. Tan pronto como hayamos desgarrado el silencio, volvamos a ella con la sencillez de los niños pequeños, diez veces por minuto, si hace falta. Y cada vez que vayamos, La Virgen nos revestirá con su silencio inmaculado.

Y descubriremos cada vez un poco más el misterio de la Concepción Inmaculada y de la maternidad espiritual.

Y de esa manera, a lo largo de toda nuestra vida en que va madurando la alegría eterna, iremos siempre penetrando más en el mismo silencio de María, Maestra de oración y Madre de todas las gracias.

(Soeur Jeanne d´Arc, opMaría, Madre del Silencio in Nuestra actitud Bíblica, Un corazon que esche, pp 130-134)

sábado, 7 de agosto de 2021

Domingo XIX del Tiempo Ordinario

 

 Cuando la Palabra Prende

 Todo el que escucha al Padre y aprende viene a mí, nos dice Jesús en el Evangelio de hoy.

 La apreciación de Jesús es esencial para alcanzar la  fe. Él mismo aclara una y otra vez que el Evangelio que sale de sus labios le ha sido anunciado previamente por su Padre (Jn 12,49).

 Volviendo al Evangelio de hoy,  fijémonos en que Jesús al hecho de escuchar al Padre añade el verbo aprender que significa prender profundamente. El Evangelio de Jesús tiene que llegar a prenderse, acoplarse en el corazón como la semilla se introduce y acopla  entre los huecos del surco de la tierra para poder dar fruto.

 San Pablo nos dirá que la fe nace de la predicación del Evangelio (Rm 10,17). Evangelio que se escucha con el corazón abierto como hizo Lidia y  creyó en la predicación de Pablo (Hch 16,14…).   Escuchemos el Evangelio con el corazón abierto para que se prenda en él, no con un corazón retorcido en el que la Palabra no prende como dijo Jesús a los fariseos: "Tratáis de matarme porque mi Palabra no prende en vosotros" (Jn 8,37b).

 P. Antonio Pavía

  https://comunidadmariama.blogspot.com/

 

 

viernes, 6 de agosto de 2021

SOY LO QUE ME HAN HECHO

 


Señor, son muchos los que han dejado huella en mí;
muchos los que me han ayudado a descubrirme,
a despertar, cambiar y enriquecerme.
He aquí una letanía de personas
que recuerdo con agradecimiento.

Aquel que, inesperado y oportuno,
supo escucharme comprensivo.
Aquel que, aun estando lejos,
experimenté cerca.
Aquel que, con su gran bondad,
me hizo ser sencillo.
Aquel que, corrigiéndome con cariño,
me hizo caminar.
Aquel que, experimentando su debilidad,
hizo que me sintiera pobres.
Aquel que, con su experiencia de gratuidad,
me abrió un mundo de relaciones fraternales.
Aquel que, con su vida incansable,
me invitó a luchar.

Soy lo que soy gracias a muchas personas
pequeñas y grandes, amigas y anónimas.
Aquel que siempre esperó de mí
la transparencia de mi yo.
Aquel que siempre me enseño
a ver lo positivo.
Aquel que me quiso como soy animándome a crecer.
Aquel que con su expresividad
me hizo más transparente.
Aquel que con su vida profunda
me hizo más libre.
Aquel que con su desacuerdo
me ayudó a descubrir la verdad.

Déjame darte gracias por quienes me han marcado,
para siempre, con su vida y frescura.
Aquel que libremente cambió su vida
creándome interrogantes.
Aquel que me ayudó a desvelar
mi riqueza ignorada.
Aquel fortuito que descubrí un día
y se quedó en mí.
Aquel que por necesitarme
hizo que yo me sintiera “único”.
Aquel que se atrevió a decirme
“te quiero mucho”.
Aquel que desde su duda profunda
alimenta mi felicidad.
Aquel que anunció en mí la buena noticia
de que Tú me quieres.

Déjame darte gracias, cantarte y alabarte
por todos ellos, hijos tuyos y hermanos míos.

Florentino Urribarri

 

jueves, 5 de agosto de 2021

Si no escuchamos...

 

Me pregunto quién es Jesús para los que no escuchan su Palabra y dicen creer en Él. No entiendo.        

¿Es que solo ven el envoltorio del Legado de salvación?, Jesús no vino para ser visto sino para ser escuchado. Él es la LENGUA DE DIOS.

No es que Dios tuviera un “Hijo” porque quería ser Padre, no, es que tuvo que hacerse Hombre y tener un cuerpo físico para poder dar su Testimonio. Se podía haber llamado “PALABRA”.                                       

Al final de su vida cuando dijo: “Todo se ha cumplido”, es que ya no Le quedaba más que hacer (para creer) ni decir (para cumplir). El N.T. es la culminación del Antiguo para que el cielo se abriera; pero no para todos y así lo dijo: “Vengo en rescate de muchos”. Es decir, de los arrepentidos ante Su Iglesia. No es la bondad de Dios la que te salva sino el Espíritu Santo cuando te imponen las manos.    

Camino, Verdad y Vida significa Evangelio y sin Evangelio, Jesús no te sirve para nada; es más, hacer “el camino” sin escuchar a Dios, podría condenarte, pues la suma de la carga pecadora sin remisión, se hace brutal (pecadito+pecadito, llenamos conteiners).

Pongo como ejemplo: “Poner la otra mejilla”,  “tener solo una túnica y dar la otra a quien la necesite”, etc. etc. ¿Somos capaces?  Complicado.     

Las Escrituras están llenas de ejemplos para nuestra vida diaria. Si queremos salvarnos hemos de saber qué nos dice Dios=Palabra=Jesús, y el Espíritu Santo caerá sobre ti.

Emma Díez Lobo

 

martes, 3 de agosto de 2021

Consejos del papa Francisco para las vacaciones

 


Llegada la época estival, el papa Francisco invita a todos los miembros de la Iglesia a aprovechar este tiempo para renovar y profundizar en la relación con Dios, a través del contacto con la Creación y la práctica del descanso, la contemplación y la compasión.

“Aprendamos a detenernos y apagar el teléfono móvil para cultivar el silencio, contemplar la naturaleza y regenerarnos en el diálogo con Dios” ha dicho el Santo Padre.

Al mismo tiempo ha invitado a vivir este tiempo vacacional sin prisas, sin agobios por querer realizar muchas actividades pendientes que durante el resto del año hemos dejado aparcadas, y que sólo puede provocar, empezar el nuevo curso con más cansancio del que se tiene antes del verano.

 Descanso y compasión

Francisco recuerda que Jesús se preocupaba por sus discípulos y no sólo de su cansancio físico, sino también del cansancio interior, puesto que el Señor “quiere ponerlos en guardia contra un peligro que está siempre al acecho, también para nosotros: no caer en la trampa del activismo”.

“Corremos el peligro de dejarnos llevar por el frenesí del hacer, caer en la trampa del activismo, en el que lo más importante son los resultados que obtenemos y el sentirnos protagonistas absolutos”  explica el Papa.

El Santo Padre también afirma que “si aprendemos a descansar de verdad, nos hacemos capaces de compasión verdadera; si cultivamos una mirada contemplativa, llevaremos adelante nuestras actividades sin la actitud rapaz de quien quiere poseer y consumir todo; si nos mantenemos en contacto con el Señor y no anestesiamos la parte más profunda de nuestro ser, las cosas que hemos de hacer no tendrán el poder de dejarnos sin aliento y devorarnos”.

“De hecho, sólo el corazón que no se deja secuestrar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas, de sus necesidades” subraya el Papa.

“Necesitamos una ‘ecología del corazón’ compuesta de descanso, contemplación y compasión. ¡Aprovechemos el tiempo estivo para ello! Sigamos el ejemplo de la Virgen, que cultivó el silencio, la oración y la contemplación, y que se conmueve siempre con ternura por nosotros, sus hijos”.

 Descanso físico y del corazón

El papa Francisco ha insistido también en que en la Iglesia también hay muchas tareas y muchas prisas y en el afán por hacer cosas “corremos el riesgo de descuidar a Jesús” y añade: “no se trata sólo de descanso físico, sino también de descanso del corazón. Porque no basta ‘desconectar’, es necesario descansar de verdad. Y para hacerlo, es preciso regresar al corazón de las cosas: detenerse, estar en silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las de las vacaciones”.

Parar la carrera frenética de nuestras agendas

Recuerda el Santo Padre que Jesús “no se sustraía a las necesidades de la multitud, pero cada día, antes que nada, se retiraba en oración, en silencio, en la intimidad con el Padre”, y explica que de su invitación a descansar se deduce que deberíamos guardarnos “del eficientismo” y parar “la carrera frenética que dictan nuestras agendas”.

(Diócesis de Getafe)

lunes, 2 de agosto de 2021

Acoger

 

Acoger, abrazar, extender los brazos hacia quien llega y cruza su mirada con la mía. Acoger porque le miro con los ojos del corazón, renunciar a mi juicio y desplegar misericordia, como hizo Jesús.

 Buscar sin descanso un lugar común, un sitio donde encontrarnos y dejar que Dios nos recuerde que somos hermanos.

 Mirar tu miseria y reconocer la mía, sentir tu dolor y querer curarte.

 Defenderte, amarte, llorar con tu pena y recorrer el camino del por qué.

 Bajar a tu lado desde mi mirada alta, cruzar mis ojos con tu decepción y darte esperanza.

 Acoger, abrazar, sentirte mi hermano, responder a Dios con el mismo gesto con que nos amó y nunca olvidar que yo fui salvada y que ahora es mi turno de entregarte a ti lo que me fue dado.

 Olga Alonso

 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

¡Dinos, Señor! ¿Cómo hacer para que sobre?

 

1.- Cinco panes y dos peces, cuando hay fe y buena disposición para compartir, son suficientes para colmar, calmar las aspiraciones y las carencias de aquellos/as que llaman a nuestra puerta. Lo más fácil escurrir el bulto. Lo más necesario y efectivo: hacer frente a tantas situaciones que son las nuevas caras y los nuevos rostros de Cristo que caminan a nuestro lado.

 

¡Dinos Señor! 

 

Dónde ir y a quien alimentar con nuestras presencias y palabras, con gestos y compromiso.

 

Los nombres y las calles donde multiplicar y hacer presente el pan y los peces de nuestra misericordia y delicadeza.

 

Los corazones solitarios necesitados de la masa, de la harina que es el pan de nuestra compañía.

 

¡Dinos cómo! 

 

Permanecer atentos al sufrimiento humano sin necesidad de huir despavoridos en dirección contraria o de cerrar los ojos para no sentir pena alguna.

 

Compartir parte de nuestra riqueza sin, a continuación, mirar el vacío que dejó en nuestros bolsillos.

 

Salir de nosotros mismos sin pensar que, es de necios, poner en la mesa de la fraternidad el pan fresco de cada mañana o las horas gratuitamente gastadas.

 

Cómo hacer posible ante los ojos del mundo la justicia cuando, cada día que pasa, parece utópico y poco menos que un imposible.

 

¡Dinos Señor! 

 

Una palabra ante la situación de la violencia para poder llevar el pan de la Paz.

 

Una palabra ante el drama del egoísmo para que podamos ofrecer los peces de la hermandad.

 

Una palabra ante la enfermedad para que compartamos el pan de la salud.

 

¡Dinos cómo! 

 

Dar de comer a quien no busca precisamente tu pan sino aquel otro que endurece, perece y que en esta vida caduca

Presentar el mensaje de tu vida cuando hay tanta hartura de golosinas que embaucan, endulzan y malogran el paladar de la humanidad.

 

Trabajar, y no caer en ese empeño, para que la fuerza del hombre no esté en lo que aparentemente se multiplica sino en aquello que, por dentro, de verdad le enriquece y que en el mundo escasea.

 

¡Dinos Tú Señor!¡Dinos cómo Señor!! ¡Cómo con tan poco pudiste Tú hacer tanto! cuando, nosotros con tanto, llegamos a tan poco.

 

2.- Es cuestión, ahora (allá donde nos encontremos) pongamos sobre la mesa, los cinco panes y los dos peces que todos tenemos en propiedad. Que no pensemos que con ello, será insuficiente.

Lo importante es, en la medida de nuestras posibilidades, poner todo lo que somos y parte de lo que tenemos en beneficio de alguien necesitado. Dios, hará el milagro.

Los cinco y panes, y los dos peces, son las pocas o las muchas capacidades que podemos tener, el consejo oportuno, la palabra de aliento, la ayuda oportuna, la compañía a quien se siente solo, el silencio solidario con el que sufre.

 

3.- Todos, ¡todos!, tenemos nuestros “personales cinco panes y dos peces” con los que contribuir a mejorar muchas situaciones enquistadas o delicadas.

Desde luego, quien nunca tiene, es aquel que nunca se mueve ni hace nada por los demás.

 

Javier Leoz