lunes, 1 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra (Sl 45) XXV Mis Palabras son Espíritu y Vida

 

 Oímos al Padre decir desde el Cielo: "Este es mi Hijo Amado en quien me complazco".

Con estas mismas Palabras recibe Dios en el Cielo al morir, a los Discípulos de su Hijo. Para que nos demos cuenta de la importancia de estas Palabras salidas de la boca del Padre, fijémonos que las repitió en el monte Tabor con un broche de oro: "Este es mi Hijo Amado en quien me complazco: Escuchadle" (Mt 17,5).

 Escuchadle, dice el Padre, si, Escuchadle, porque... ¡Él es mi Palabra! Esto era tan determinante para los primeros cristianos, que llamaban a Jesús: ¡La Palabra del Padre!

 Los tres Apóstoles que estaban con Jesús: Pedro, Santiago y Juan, en el Tabor, y oyeron estas Palabras del Padre, representan a los discípulos de Jesús de todos los tiempos. No caminemos por atajos atrayentes o sensacionalistas que no proceden del Padre.

El mismo Jesús nos lo hace saber en su Santo Evangelio: "...las ovejas le siguen porque conocen su voz, pero no seguirán la voz de un extraño...porque no conocen la voz de los extraños" (Jn 1O, 4b-5).

 A final de cuentas, María dijo esto mismo, a los sirvientes de la boda en Caná de Galilea, cuando se acabó el vino: "Haced lo que Él Os diga" que es lo mismo que dijo El Padre en el Tabor: ¡Escuchadle! (Jn 2,5).

 

P. Antonio Pavía 

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