miércoles, 17 de septiembre de 2014

María ¿las recoges?







- Me han dicho que las oraciones de la tierra las recogen los ángeles en cestos de plata y te las llevan a ti… Me han dicho que tú las repartes entre las almas del purgatorio refrescando su ansiedad… Me han dicho que esas almas agradecidas, te pedirán por la mía…

¿Las recoges tú, María?

- Alma querida, todo es verdad… Como lluvia fina reparto el consuelo que vosotros enviáis a vuestros hermanos, aquellos que sufren la ausencia de Dios. Sí, es verdad que cada día espero esos cestos de amor llenos de oraciones para ellos.

¿Sabes hija?, cuando se presentaron ante mi Hijo en el andén del cielo, sus equipajes fueron abiertos y entre lágrimas vimos que llegaban vacíos de caridad y ternura…  No pensaron más allá de sí mismos mientras llorabais suplicándole a Dios y a mí que os ayudaran…

Sí, ahora se han dado cuenta de que tuvieron toda una vida para hacerlo pero os convirtieron en luz de gas; ellos no creyeron en que todos erais hermanos “de sangre”, en que yo era la madre del mundo. Lo dijo Jesús antes de morir en la cruz “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, pero las palabras se las llevó el viento… Les dimos tantas oportunidades, tantas como lágrimas hoy salen de sus ojos arrepentidos.

- Madre, me dan pena, son hermanos míos ausentes, estuvieron viendo la misma tierra que yo, la misma pobreza que yo, los mismos pájaros que yo… Y me angustian tanto como a los que veo hoy a mí alrededor o en la TV cuando me enseñan a los que no conozco o están lejos de mí… 

- Hija querida, ayúdales en lo que puedas tanto a unos como a otros, son tus hermanos y Jesús, vuestro “Hermano mayor”, murió por quereros hasta el extremo, esperando algún día estar todos juntos… No lo olvides nunca. 

- Entiendo pues Madre mía, que cada día y cada noche me presentas el cesto de plata para que yo lo rellene por los que marcharon y los que aún viven conmigo.  
- En cada rostro que pase por tu lado has de ver el amor de vuestro Jesús por él, a Él mismo.

 - ¡Claro! Madre, lo haré. Te imagino espolvoreando con oraciones de lluvia, las almas sufrientes para mitigar su dolor, salir de la oscuridad y encontrarnos al fin en el hogar de amor del que una vez salimos todos para conocer la tierra… Pero para volver y contar y contar... 


- Así es Emma, así sea. 

    
Emma Díez Lobo

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