sábado, 30 de septiembre de 2023

Partiendo la Palabra XXVI T. Ord (Mt 21,28-32)

 

El Hoy de Dios para ti

 

"Vete hoy a trabajar a mi viña" dijo un padre a sus dos hijos. El primero, desinteresado, le dijo que no, pero se arrepintió y fue. El segundo, le dijo, voy, pero no fue. Le pasó lo de a San Pablo, que experimento durante un tiempo en sí mismo esta debilidad: " Querer el bien lo tengo a mi alcance, pero no el hacerlo…" (Rm 7,18b).

 Creo que esta experiencia nos toca muy de cerca: ¡Cuántos propósitos quedan después de unos días, perdidos en un papel!  Hablemos del primer hijo. Dice Jesús que se arrepintió y fue. Se arrepintió, le pesó el corazón, según la Espiritualidad de la Palabra. Respondió mal a la voluntad del padre, pero tuvo la sabiduría y honestidad de preguntarse: ´

 ¿A dónde voy yo por la vida con este peso interior que por más que quiera negarlo, está ahí? ¿Voy a llevar esta carga, que no hace más que aumentar, toda mi vida? Bien sé que   todo lo que pueda llegar a tener o alcanzar con el tiempo, no la va a aliviar. ¡Volvió junto a su padre y con una alegría! que jamás había conocido ni disfrutado antes, le dijo: ¡Aquí me tienes, voy a tu viña!

Es que, y muchos de los que leéis esto bien lo sabéis, ¡¡¡no hay alegría más profunda y perenne que...!!! ¡¡¡La santa audacia de anunciar el Evangelio de Jesús!!!  Es la alegría de las primicias celestes, de "estar con él Padre y el Padre contigo” como Jesús (Jn  14,11).

  

 

P. Antonio Pavía

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