viernes, 13 de agosto de 2021

La mía Madreee (con más fuerza no se puede decir)

 

         Madre mía, Madre nuestra, Madre de los que ya no están... De verdad María, no sé cómo te apañas con tantos hijos… Uno allá, otro acá, el que se despista, el que se esconde, el que quieres conocer, el que llora, el que quieres salvar, el del purgatorio… ¡Menudo lío! Yo tengo tres y es que no vivo. 

Ya sé que eres prodigiosa por demás y estás en todos los menesteres terrestres y celestiales. Pero sin ser Dios, María de mi alma, no descansas con tanto hijo descontrolado, somos miles de millones; desde aquel día en que Jesús te dijo “Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu Madre…” ¡Te la armó buena! Ya bajo, ya subo, ya te llevo, ya me acerco, ya intervengo, ya me aparezco, ya… ¡No paras Madreee! Pero si no fuera por ti…        

Este es tu mes, pero tienes el corazón atravesado por nuestras malas artes. No puedo decir que no te preocupes, me encantaría, pero me es imposible cambiar el mundo. ¿Sabes? Llevo tus lágrimas conmigo pues qué difícil es ser madre, y con tantos haciendo el loco…

No sé qué puedo darte, sino clamar que eres parte de Dios; Tu deseo es vernos en lo alto el día de nuestra partida y yo prometo no ir “pabajo”, pero para que no suceda ruega a Dios por mí... ¡No hay manera de dejarte tranquila!, lo sé.

Te veo cómo cinta de seda portadora de almas... Gracias por el magistral acto de amor.       

Emma Diez Lobo

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